‘El Grito’ contra una injusta justicia patriarcal
Aina es una mujer ‘normal’, hija, cuidadora, enamorada, trabajadora, madre… Pero Aina es también, sin saberlo, una mujer empoderada, capaz de enfrentarse a un sistema judicial que desconfía de las verdades de las mujeres y a una gran empresa dispuesta a tergiversar la realidad para no dañar su cuenta de beneficios. El suyo es un poder que crece y se hace visible a lo largo de toda la representación de la obra teatral ‘El Grito’, un homenaje feminista que está en el cartel del Teatro Fernán Gómez de Madrid hasta el 4 de abril.
Interpretada por Nuria García, Aina no es un personaje de ficción. La historia de la real Aina (un seudónimo) ocurrió durante ocho largos años: una madre que tuvo que batallar en los tribunales para ser creída sobre su propia maternidad, un fallo en una clínica de reproducción asistida era menos factible para la Justicia que una supuesta mentira de la denunciante. Al final, en una sentencia de 2017, otra mujer, magistrada del Tribunal Supremo, falló a su favor en un error que había cambiado su vida y su maternidad. “La verdad de una mujer no es suficiente para creerla”, dice el personaje, y con esa frase evoca otros casos que llegaron después del suyo, como el de La Manada; otras, denostadas, acusadas, vilipendiadas. El grito en las calles clamó entonces: “Yo sí te creo”. Y el grito sigue siendo necesario.
Cuentan los actores, en un coloquio posterior a la función, que fue la productora Pilar de Yzaguirre (Ysarca) quien, feminista de convicción y conocedora de esta historia, encargó un texto que la recogiera a las autoras Itziar Pascual y Amaranta Osorio; después, buscó a Adriana Roffi para dirigirla y participó en la elección de un elenco de nueve actores, formado por Ana Fernández, Nuria García, Óscar Codesido, Lucía Barrado, Alberto Iglesias, José Luis Alcobendas, Carlota Ferrer, Elsa Chaves y Pablo Turégano. “No se trataba de hacer una obra contra el machismo, con arquetipos. En mi papel como abogado, lo que quiero es ganar el juicio para la empresa, pero…”, explica Alberto Iglesias, que hace el papel de defensor de la otra parte. ¿Y qué quería la otra parte? Que no se reconociera el daño moral infligido a una mujer por un error cometido en su negocio, error que dejó sin padre biológico a dos hijos, que truncó la vida de Aina.
Explica Yzaguirre que en su larga trayectoria profesional le faltaba hacer algo: “Aunar la pasión de luchar por la mujer y sus derechos con las artes escénicas para así llegar a la sociedad y que se vea que con cualquier especialización se pueden dar a conocer injusticias que pasan y a las que acabamos por acostumbrarnos”.
Pero El Grito es mucho más. Es un homenaje al hermanamiento entre las mujeres: la protagonista, su abogada de oficio que apuesta por ella (Lucía Barrado), su madre cuidadora y desmemoriada que la apoya hasta el final (Ana Fernández), incluso la magistrada (Carlota Ferrer), que da un giro a su batalla. Y es un espejo de crisis económicas en las que las mujeres son las más afectadas por el desempleo, de la vulnerabilidad de las madres solteras sin recursos, también de la transformación personal que supone pasar de la confianza ciega en una pareja que impone sus criterios a la conciencia de que no se puede renunciar a los derechos.
En este montaje coproducido junto al Área de Cultura del Ayuntamiento de Madrid, las autoras nos plantean cuestiones que siguen pendientes, más que de respuestas, de soluciones: ¿Por qué la sociedad es tan incrédula ante los testimonios de las mujeres? ¿Por qué duda de sus intenciones y sospecha de sus conductas? “El Grito es una historia que habla de justicia, respeto, cuidados, del amor de madre a una hija, del derecho a una sociedad equilibrada, justa y respetuosa”, destaca Itziar Pascual, premio nacional de las Artes Escénicas para la Infancia y la Juventud.
Grito por Ellas
Dice la magistrada en la obra que los prejuicios instalados en las creencias y en las mentalidades nos alejan del principio de igualdad, de la dignidad de la persona y de los derechos fundamentales que garantiza nuestra Constitución y que por ello las mujeres tienen que gritar para que se las oiga. Y lo hacen más allá del teatro de la madrileña plaza de Colón, porque ese grito de dentro de la sala Guirau sale al resto del mundo con una campaña audiovisual llamada #GritoPorEllas, por todas esas otra Ainas que pelean contra injusticias que no pueden ampararse en leyes.
En la campaña, ideada por el publicista Jorge Martínez, participan mujeres de la cultura como Rosa Montero, Natalia Menéndez, la propia Pilar de Yzaguirre, Laila Ripoll, Ana Fernández, Carlota Ferrer, Itziar Pascual, Nuria García, Lucía Barrado y otras profesionales como Suzel Bannel, que han puesto su imagen a un vídeo para visibilizar la lucha de las mujeres. La voz en off de la actriz Nuria Espert y la música de la cantaora Rocío Márquez Limón, inspirada en el poema El Grito de Federico García Lorca, aportan su contenido sonoro: “Grito aunque muchos se nieguen a escucharme. Grito aunque quieran silenciarme con mentiras y humillaciones. Grito… hasta que un día pueda dejar de gritar”, clama Espert.
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