El poema de Niemöller
Fotografía: DANIEL LOBO
Se llama Noel. Es militante del Área de Libertad de Expresión Afectivo-Sexual de Izquierda Unida y, junto a su pareja, fue agredido por un grupo de extrema derecha mientras se tomaba algo, la semana pasada, en un bar de Santiago de Compostela.
Cuando el joven amenazó con denunciarlos, los agresores gritaron sus nombres en el local para que nadie tuviera dudas de quienes eran. Eso demuestra que no solo están lo suficientemente trastornados como para creer que están haciendo lo correcto sino que además sienten impunidad ante sus actos. Y lo segundo, en un Estado de Derecho, me preocupa mucho.
Me alarma ver como la extrema derecha se esfuerza por demostrarnos que han sobrevivido a nuestra libertad. Y me indigna esa especie de mesura con la que afrontamos sus coletazos. Como en la vieja fábula del escorpión y la rana, su naturaleza es igual de dañina que la de un terrorista en la medida en la que asumen las consecuencias de sus actos con una honra y arrogancia que los hace peligrosos para el conjunto de la sociedad. La diferencia está en que el Estado persigue a los terroristas, los juzga y los condena, pero ignora el ‘terrorismo de baja intensidad’ que la extrema derecha lleva años diseminando en la sociedad.
Ya no me vale con mostrar mi enérgica condena a la violencia fascista. Quiero que la Justicia, que los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, actúen. Cualquier movimiento de la ultraderecha no puede quedar impune como no se ignoraba una acción de la violencia callejera en el País Vasco. Si la apología del terrorismo y su incompatibilidad con la democracia era un argumento para actuar contra la izquierda abertzale, ¿por qué aún pueden salir a la calle un grupo de individuos con el objetivo de amedrentar a los ciudadanos, coaccionar contra derechos fundamentales, reivindicando con nostalgia un régimen antidemocrático, sin riesgo a ser interceptados? ¿Acaso la kale borroka era una enemiga de la democracia y los energúmenos que asaltaron la delegación de la Generalitat en Madrid no?
«Recuerden que el alcalde de Baralla, en Lugo, justificó los crímenes del franquismo y el apoyo del PP, su partido, impidió que dimitiera»
Ya sé que hay 12 detenidos por el ataque al Centro Cultural Blanquerna. Ojalá la actuación policial fuera igual de inmediata cuando se trata de una agresión homofóbica. Pero lo que me hace dudar de la eficacia de la actuación es saber que los detenidos ya tenían antecedentes por hechos similares.
La escalada de lgtbfobia es indiscutible. Y eso, al igual que entrar en un acto de la Diada y agredir a las personas allí reunidas, es un peligro para la salud democrática de un país. Al menos hace diez años no se atrevían a presumir de su indecencia. Ahora sí. Están crecidos y no puedo evitar pensar cuanta responsabilidad tienen nuestros líderes políticos en esa satisfacción. Recuerden que el alcalde de Baralla, en Lugo, justificó los crímenes del franquismo y el apoyo del PP, su partido, impidió que dimitiera. Recuerden que el alcalde de Beade, en Ourense, es admirador de Franco, tiene simbología pre-constitucional en su despacho del Ayuntamiento y reconoció en una entrevista que el PP nunca le había recriminado honrar al franquismo. ¿Quieren que siga o ya están suficientemente escandalizados?
Y por favor, dejen de decirme que son cuatro monos para restarle importancia a su violencia. No son cuatro. Y hasta cuatro me parecen demasiados para un país cuyo Gobierno se niega a recuperar la memoria histórica. No es una novedad que las crisis económicas despiertan las ideologías ultra y España no es ajena a esa corriente ideológica. Pero subestimamos sus tentáculos pensando que nosotros, a diferencia de otros países como Grecia, Hungría o Francia, no les damos el oxígeno suficiente como para convertirlos en fuerza política, aparte de que el propio sistema electoral dificulte su acceso. Lo que ignoramos es que ninguno de los casos de políticos ultra de los que hablaba antes está circunscrito a un partido perfectamente definido como de ultraderecha. No pertenecen a España 2000. Pertenecen al Partido Popular. O sea, que ya están en el poder.
No pretendo contagiar mi miedo. Precisamente nuestro miedo es su poder. Pero tampoco quiero volver a leer el poema de Niemöller y sentir cómo el escalofrío se instala en mi médula espinal.
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Comentarios
Por Ricardo, el 17 septiembre 2013
Todos los extremismos son malos, vengan de donde vengan. No son menos peligrosos estos niñatos fascistas que alardean de patriotismo como lo son los proetarras que defienden la violencia como medio de llegar a una falsa independencia. La diferencia es que mientras a los proetarras no los defendía nadie, salvo los suyos, los que son como ellos, estos niñatos fascistas y violentos se sienten protegidos por el estado. Y no les falta razón. No hay más que leer ciertas declaraciones que últimamente aparecen en prensa de regidores, políticos y afiliados al PP, que en casi nada se diferencian de las de estos tontos útiles. Particularmente siento vergüenza ajena al ver que 77 años después de una cruel e injusta Guerra Civil como consecuencia del golpe de estado dado por el dictador y asesino Franco, aún justifiquemos ciertas actitudes antidemocráticas. Tengo la sensación que tenemos una página pendiente que pasar en España, lamentablemente.
Por Mireia, el 18 septiembre 2013
A mi me sorprendió sobretodo, en el ataque a Blanquerna, que los energúmenos iban con la cara descubierta (excepto uno). Se les notaba un sentimiento de impunidad que daba más miedo que el ataque en sí. Creo que, sin perder la cabeza, debemos preocuparnos.
Por Monosabio, el 18 septiembre 2013
No debemos tolerar que se vengan arriba los descerebrados, si lo hacemos la gente empezara a tenerles miedo, y el miedo es el alimento de esos bestias, al tiempo que anula el razonamiento de la masa, algo que paso en Alemania en 1933 Conviene no olvidar, y no tolerar, sin perder la educación, y sin convertirnos en otros bestias, plantarles cara demostrándoles que no les tenemos miedo
Por EL JAGGER, el 18 septiembre 2013
¿Pero cómo no va a a haber la suficiente defensa de los ciudadanos ante estos «animales», si la mayoría de los policías, guardias civiles y militares pertenecen a esos grupos? Se les ve por todas partes, en cualquier manifestación o concentración que ellos «protegen» siempre tienen sus pegatinas en las pistolas o en los relojes o las llevan en pulseran en las muñecas. Fijaros, fijaros…..
Por Belén, el 21 septiembre 2013
Paren el mundo que me quiero bajar ¡¡¡
Mejor aún paren el mundo , que hay unos cuantos que deben bajar ¡¡
un abrazo Paco
Y otro a Noel y su pareja.