El pueblo gallego de Monterroso, símbolo de la amabilidad con los inmigrantes

Antes de un partido oficial del Monterroso, inmigrantes son invitados a saludar a los directivos y jugadores. Fotografía de la Sociedad Deportiva Monterroso.

Este mes los habitantes del municipio gallego de Monterroso se convirtieron en protagonistas de las noticias más leídas en medios nacionales e internacionales por el hermoso y sencillo hecho de recibir con los brazos abiertos a 160 personas procedentes del África subsahariana, mientras que su alcalde alimentaba el rechazo y la alarma ante su llegada, y en España políticos y medios de la derecha y la ultraderecha azuzan un debate y una preocupación con la migración totalmente interesados y manipulados.

Cuando la ciudadanía hace valer la amabilidad por encima del juego político, incluso de aquel a quien la mayoría eligió como líder, es más fácil creer en la capacidad de los seres humanos para hacer de este mundo un lugar más acogedor. La parte más frágil de la noticia que abraza este mes de septiembre es que el buen trato mínimo que se esconde en invitar al recién llegado a compartir espacio, mesa, conversación, en bailar juntos o jugar en torno a un balón, y que podríamos entender como algo banal por lo cotidiano, se convirtió en noticia hace unos días. Es decir, lo que cualquier niño o niña hace en el parque pasaba a ser algo excepcional, relevante, inspirador, “un ejemplo a seguir” para los adultos.

Estos son algunos de los titulares que saltaron en este mes que hoy termina:

“Nos están dando el ejemplo”: el pequeño pueblo español que acoge a refugiados”

El pueblo de Lugo gobernado por el PP donde los vecinos celebran la llegada de refugiados: “Antes éramos 3.500, ahora 3.626

“Así es la solidaridad con los migrantes del pueblo gallego que alaba The Guardian”.

Este municipio fraternal situado en el oeste de Lugo, y capital de la comarca de A Ulloa, es uno de esos pueblos de la “España vaciada” que se va desnudando de habitantes año tras año. Según el Instituto Galego de Estatística, el año pasado sólo hubo 21 nacimientos frente a 65 defunciones en Monterroso. Por lo que indican las gráficas, en las últimas cuatro décadas ha perdido más del 29% de su población. En 2021 había 3.556 personas censadas. A comienzos de este año llegaban a las 3.500, los monterrosinos no imaginaban entonces que en pocos meses frenarían en seco su decadencia demográfica gracias a la incorporación de 126 vecinos.

Tiene una explicación: este municipio es uno de los destinos elegidos por el gobierno central para dar salida a la presión que está soportando Canarias ante la llegada constante de cayucos. Otras localidades gallegas han acogido migrantes –Becerreá y Monforte de Lemos, en la misma provincia, o Mondariz Balneario, en Pontevedra–, pero no han acaparado tanto foco. Quizás porque la respuesta popular no ha sido tan contundente.

Desde el momento en que el Ejecutivo anunció oficialmente el envío de estas personas (en su mayoría jóvenes procedentes de Mali, Senegal y Mauritania), el alcalde de la localidad, Eloy Pérez, del PP, expresó formalmente sus quejas ante la Subdelegación del Gobierno en Lugo por la «improvisación» de la llegada de los refugiados en una operación de la que, asegura, nadie le avisó y, siguiendo las consignas de su partido, se dedicó a azuzar los ánimos ante lo que considera que está causando “alarma social” y “una gran preocupación en el pueblo”.

Sin embargo, dicho malestar no existe, tal y como han querido demostrar diferentes voces vivas del municipio, para quienes estas 126 personas son los nuevos monterrosinos, sin más, sin distinción de origen, color de piel, cultura, etc… Así lo hizo evidente la agrupación Falcatrueiros, invitándoles a bailar “un punto de muiñeira y otro de xota y toda la plaza acabó bailando”, ha recordado a los medios Tatiana de Azevedo, presidenta de la agrupación, dedicada a la preservación y difusión del folclore gallego.

Otro de los colectivos del pueblo que han mostrado su talante no racista es la asociación Agrucuir, creada en torno al festival musical de verano que cada año celebra en Monterroso la diversidad sexual, afectiva y de género, organizadora de esta foliada (fiesta al aire libre típica del rural gallego con música y bailes tradicionales). «La mayoría en este pueblo somos hijos de emigrantes. Hay memoria colectiva de todo el dolor y las dificultades que enfrentan quienes tienen que dejar su vida atrás», ha contado a los medios Luisa Coto Vázquez, portavoz de Agrocuir.

Pero el primer paso vino del mundo del fútbol. La Sociedad Deportiva Monterroso decidió tributar un homenaje a los migrantes en el que fue su primer partido de liga de la temporada. Antes de comenzar el encuentro un miembro de la junta directiva leyó por megafonía un comunicado de bienvenida: «No primeiro partido da liga tiñamos que facer algo especial e non podía ser doutra maneira que dándolle a benvida aos nosos novos veciños». Frente a las reticencias del gobierno municipal a facilitar recursos de alojamiento en la comunidad, el club deportivo ya había puesto a disposición sus instalaciones, donado ropa y otros materiales, y aquel acto oficial era el colofón: Sus jugadores posaron junto a los recién llegados y, antes de comenzar el partido, les hicieron el pasillo junto al equipo contrincante, el Rácing Vilalbés. Cumplían así con uno de los objetivos de la directiva: alinear su gestión con la defensa de los valores humanos básicos, porque “el fútbol es un ejemplo para otros ámbitos de la vida, y queremos que nuestros niños y niñas se vean reflejados en este tipo actuaciones», según palabras de Balbino Martínez, su presidente.

Apenas un par de meses antes, Lamine Yamal y Nico Williams se habían convertido en las dos jóvenes estrellas de la Eurocopa cuando se convirtieron en campeones de Europa, después de que España venciera 2-1 a Inglaterra. El hecho de que ambos jóvenes provengan de familias de migrantes de África había dado un vuelco positivo a las historias de migración al menos por unos días. El SD Monterroso volvía a cuestionar nuestro imaginario en torno a la migración. Con su decisión recordaban que “todos los vecinos pueden poner su pequeño grano de arena», asegura Martínez, quien, en aquel encuentro tomó la palabra para declarar, en nombre de la junta directiva, que «Nadie foxe da súa terra por vontade propia, senon na busca da mera supervivencia e dunha vida mellor». De esta manera se posicionaban frente a “los bulos y los estigmas» que rodeaban la llegada de los refugiados a lugares como su concello.

Pocos días después, la acogida se convertía en una de las noticias más leídas del diario británico The Guardian. Desde entonces, el club ha multiplicado la venta de camisetas del equipo. “Una fue para una persona de Sevilla que además se hizo socia, y otra para otra que nos pidió que se la enviáramos a Liverpool» 

El municipio de Monterroso recuerda que la “solidaridad entre iguales” puede ser un acto de resistencia frente a los descarnados procesos administrativos, las instrumentales estrategias internacionales y los debates oficiales mediatizados. La suma de estos gestos  tienen más carga política de lo que parece, porque llega en pleno debate sobre las migraciones que tanto “preocupan” en las encuestas del CIS y en un mes en el que el Ministerio del Interior insiste en devolver al Sáhara a 10 de las 70 personas que llevan retenidas semanas en el aeropuerto de Barajas (entre ellos bebés enfermos), esperando a que alguien atienda su solicitud de asilo.

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