El terrorismo musical de Esplendor Geométrico se hace imagen
En 1980 surgió en Madrid un grupo que no entraría en el canon pop de la ‘movida’, Esplendor Geométrico, a partir de los ‘obreros especializados’ de Aviador Dro. Su revolucionaria música industrial ha sido recogida en un documental, ‘Geometría del Esplendor’, con un impactante formato de “música visual” que renueva los códigos del género. Llega este próximo viernes al Festival In-Edit, y hemos hablado con sus creadores, el director José Ramón da Cruz y el guionista Pablo Cerezal. «Esplendor Geométrico son el disparo en la muñeca de la movida, como lo fue Rimbaud en la muñeca de Verlaine».
En la calle Mantuano del distrito madrileño de Chamartín está ubicado el Centro Cultural Nicolás Salmerón. Anteriormente fue la sede la Academia Nacional de Mandos José Antonio, un lugar donde formar a dirigentes fascistas. Tras la muerte del dictador, el espacio pasó a ser un centro autogestionado. Un punto de encuentro alejado de los principios fascistas anteriores como se puede ver en películas como Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón. Lugar donde desarrollaba sus actividades La Prospe, Escuela Popular nunca suficientemente valorada de la ciudad.
Lugar de encuentro de artistas como Aviador Dro. En 1980, Arturo Lanz, Gabriel Riaza y Juan Carlos Sastre dejan de ser Obreros Especializados para poner en marcha una de las propuestas más innovadoras, arriesgadas y transgresoras de nuestra escena musical: el grupo Esplendor Geométrico, con una rompedora propuesta: Ruidos semejantes a una cadena de montaje, griterío ensordecedor o una batalla interestelar confluyen en lo que algunos han calificado como «terrorismo musical». La adopción del nombre a partir de un poema de Filippo Marinetti, reconocido fascista en la Italia del siglo pasado, autor del Manifiesto Futurista, también ha generado evidentes antagonismos.
Desarrollo industrial más allá de lo artístico. Componer. Ediciones domésticas. Copiar cada tema con grabadoras caseras hasta dar forma a una casete. Repicar cada una de estas de una en una. Pintar a mano cada portada. Empaquetar. Ir a correos. Enviar. Interactuar con seguidores de todo el mundo. Autogestión hace tres décadas y media, cuando hablar de proyectos comunes y compartidos era una visión libertaria de un futuro soñado, inalcanzable.
El Festival In-Edit proyecta estos días Geometría del Esplendor, revisando su historia y visibilizando su independencia creativa con un impactante formato de “música visual” que renueva los códigos del género documental.
Dirigido por el cineasta, documentalista y videoartista José Ramón Da Cruz (Tánger, 1961), fundador del grupo TAU de cine experimental y ganador de numerosos premios, uno de los máximos exponentes del videoarte narrativo. Dirige y produce para TVE la serie documental Futuro y las primeras series españolas para telefonía móvil: Tercer Territorio y Feroces. En 2005 emerge en el cine independiente con Púbol (2005), codirigiendo con Pedro Costa Los que quisieron matar a Franco (2006) e Historia de una foto (2008). En 2012 estrena su largometraje Tangernación y el documental Mapa Emocional de Tánger (2013). En 2014 regresa al videoarte con Madre Quentina y en 2015 con Madrid-Cochabamba.
En el guión ha participado el escritor y articulista Pablo Cerezal (Madrid, 1972), autor de Los Cuadernos de Hafa (2012) y coautor, junto al escritor boliviano Claudio Ferrufino-Coquieugniot, de Madrid-Cochabamaba (cartografía del desastre). Colaborador en numerosas publicaciones como Frontera D (España) y La Razón (Bolivia), entre otros.
Con ellos hemos conversado con motivo del estreno del documental que tuvo lugar el pasado día 29 en Barcelona y que se podrá ver en los Cine Golem de Madrid este viernes día 4, a las 20 horas.
¿Qué os llevó a trabajar juntos?
José Ramón Da Cruz. Yo creo que de una forma u otra fue el puto Burroughs.
Pablo Cerezal. En principio podría parecer que fue Tánger. Pero efectivamente, fue Burroughs. Porque Tánger es múltiple. Pero el Tánger de Burroughs sólo era suyo, y creo que los dos lo descubrimos desde disciplinas artísticas diferentes.
¿Tánger, Madrid, Cochambamba… firman un viaje común?
JDC. No, y también de alguna forma sí. Hay una rara convergencia, porque salvo Cochabamba, que es una intoxicación cerezaloferrufina, los Madrid y Tánger que hemos vivido cada uno son completamente distintos, y ese es el misterio. Lo que hila son los lugares transtemporales que Pablo maneja tan bien. Yo creo que al final es la mirada a Burroughs, y no de Burroughs. Es una forma de entender la memoria del tiempo y la pulsión creativa.
PC. Forman parte de un viaje común en la medida en que ambos comprendemos las ciudades como entes vivos dispuestos a devorar o defecar lo que pongamos en ellas, desde el punto de vista creativo. En realidad esas ciudades tal vez sólo sean cruces de caminos en que tomar un descanso y mirar alrededor.
¿Adónde se dirige? ¿Hay final de trayecto?
PC. Aún queda mucho que caminar, y muchos cruces en que tomar un descanso.
¿Qué os lleva a hacer un documental sobre Esplendor Geométrico?
JDC. La primera idea era hacer un videoclip del último álbum, Ultraphon. No era un encargo. Acabábamos de terminar el videoclip de Adrian Timms y nos apetecía hacer algo así. Esplendor había sido siempre el grupo que estaba ahí, sin caras, reinventándose y muy en sintonía con nuestro universo creativo. Yo había hecho antes, hace más de 20 años, un documental sobre la visita de los Beatles a España, fue un encargo de TVE.
PC. Creo que existe un componente importante en la decisión, el ejemplo de pulsión animal que significa la música de Esplendor Geométrico. Crear algo nuevo, dentro de un género antiguo…, aplicarle algo de víscera.
¿Por qué pensáis que el relato de EG está fuera de la narración oficial de los 80?
JDC. Los ochenta están totemizados por el pop y alrededores. En cine es todavía más evidente y en literatura es un agujero negro. Mediáticamente cierto pop lo ocupó todo, y ese no era el paisaje real, por lo menos no era el paisaje completo. Francisco López lo cuenta muy bien en el documental: había una parte de creadores que no tenían la necesidad freudiana de ser famosos. Grupos como Esplendor no se quemaron ni hacia fuera ni hacia dentro, probablemente porque no les hacían caso ni les hacía falta. Partían de una diabólica necesidad de crear, automática, casi irracional… No tuvieron una relación con la sociedad mediática de su tiempo y lo que hacían era moderno en todo momento. No sé si se adelantaron, pero marcaban el paso, y sin muchos coyotes alrededor. Pertenecían a lo que Karín Ohlensláger llamaba «los subterráneos creativos» que fueron introduciendo y formalizando mucho de lo que ahora funciona culturalmente.
PC. Por poner un símil literario… Esplendor Geométrico serían a la oficialidad cultural de los 80 lo que fue Rimbaud a la oficialidad poética del París de su juventud, todos aquellos simbolistas que le recibieron con los brazos abiertos sólo para que él se carcajease en su cara. Esplendor Geométrico son el disparo en la muñeca de la movida, como lo fue el de Rimbaud en la muñeca de Verlaine. Yo no viví aquella movida. Viví los estertores, y ahí ya se veía de qué había servido toda aquella supuesta modernidad en que unos cuantos disfrutaban de su ración de absenta cómodamente apoltronados en los sofás de salones exclusivos, como los simbolistas parisinos, o sea. Para moderno, Rimbaud, que aun traficando armas en Abisinia era más moderno que todos los poetas oficiales.
¿Similitudes entre vosotros y EG?
JDC. De alguna forma mi videofilmografía va en paralelo a Esplendor, tenemos más o menos la misma edad, y hemos mantenido esa sangrante necesidad de libertad creativa.
PC. Por mi parte existe el vínculo inevitable de la pulsión creativa, independientemente de lo que dicten los tiempos.
¿Deben primar una cierta ética y coherencia ante efectismos al uso?
JDC. Habría que definir el efectismo. Si el efecto es novedad, fascinación por el efecto, está condenado a apagarse muy pronto. Si efectismo es la utilización narrativa de unas herramientas nuevas, ya depende de cómo lo hagas. Luego está lo voluble de la ética y las necesidades de coherencia, que creo que es el armazón narrativo de cualquier cosa. Una de las claves de coherencia, sobre todo en el arte, es ser mutante aunque se haga incomprensible o invisible.
PC. No considero que exista más ética y coherencia, en lo creativo, que la sumisión a las propias contradicciones. Si un día te sientes obligado a ser efectista, sea…, pero siempre habrá un discurso coherente y ético detrás, porque desde el momento que asumes tus propias contradicciones dejas de traicionarte.
¿Independencia, autoproducción y radicalidad garantizan libertad?
JDC. Garantizan una libertad de enorme importancia, que es la pobreza. Además habría que distinguir, porque hay autoproducción que no es independiente porque depende de una idea de venta, y hay radicalidad que tampoco lo es. Hay independencias que no solo no te garantizan libertad creativa sino que te quitan la casa. Para garantizar libertad en un arte tan caro como es la imagen hay que desarrollar un instinto y una inteligencia de producción descomunal, es el santo grial.
PC. Yo, por tocar el plano literario, periodístico, mi labor de escritor…, la independencia puedo asegurar que conduce casi con total seguridad a la indigencia. Pero es que en este caso, aun sin autoproducirte, estás en lo mismo. Hoy el autor es su propio editor, su propio agente, el hombre orquesta de las letras. Libre, claro. Pero siempre al límite. Llegados a este punto, creo que la radicalidad se expande, y eso no significa que seas más libre, dado que libertad económica no vas a tener.
¿Elitismo, vanguardia o simplemente diversión?
JDC. Es la madre de todas las diatribas de la interpretación del arte, desde el primordial «esto lo hace mi hijo» hasta algunas explicaciones curatoriales que entran en la simple falta de vergüenza. Hay muchísimo hecho que no se conoce o se conoce muy poco, y esto –ese grado de conocimiento- marca las interpretaciones. Si no hay educación, ni por lo tanto memoria cultural, no se puede entender muy bien si lo que tienes delante es vanguardia, diversión, una trampa o una estafa. Hay gente que le pueden parecer simple diversión y actitud epatante cosas que tienen detrás un recorrido muy largo, y que pertenecen y encajan en un segmento artístico muy determinado, pero no lo conocen y no saben que no lo conocen, y por lo tanto no son capaces de comprender y disfrutar ese ejercicio… También ese mismo desconocimiento hace que constantemente estemos inventando cosas de hace un siglo. La vanguardia solo se consolida como tal desde una perspectiva histórica, cuando ya se ha despojado de la inmediatez de la moda y ya no lo es.
PC. Para llegar a la vanguardia es preciso haber hecho un largo recorrido. Para convertir tu obra en vanguardia, hay que haber experimentado con todo, tener un conocimiento previo a prueba de bombas. Si no es así, se cae en la farsa. Y la vanguardia no debería ser elitista, menos hoy que tenemos todas las herramientas necesarias para adquirir conocimientos y poder subvertirlos con algo nuevo. Eso sería vanguardia. Elitismo es divertirse repitiendo lo ya existente de forma que crees la sensación de que sólo tú y los de tu círculo pueden comprender eso nuevo que has creado.
El ruido se hace música, se convierte en imagen, conviven… ¿Geométrica del Esplendor es la visibilización del terrorismo musical?
JDC. En algunos momentos sí, en los momentos en los que el discurso audiovisual se rompe. Pero tampoco he tratado de construir un edificio complejo. Muy a lo Esplendor, he creado ritmos de imagen rodeando a una explicación cronológica, que es el soporte primordial y clásico de cualquier documental.
PC. Como todo acto terrorista, Geometría del Esplendor puede crear cierto pánico cuando subvierte el discurso audiovisual establecido. Pero como todo acto terrorista coherente (sí, los hay) tiene una reivindicación detrás.
¿Hay narrativas mutantes en el documental?
JDC. Pocas. Hubiera desgarrado más el discurso, pero no se habría entendido y habría perdido el efecto documental. El relato de los entrevistados está estructurado como un coro de diálogo inventado y la línea explicativa del off tiene una representación epistolar distante porque había que alejar la percepción temporal.
PC. Hay enriquecimiento de las estructuras propias, esas a las que nos hemos acostumbrado. En el documental, como en todo género artístico, aún hay fronteras que traspasar, sin perder, como indica José Ramón, el efecto documental.
¿Lo tribal y lo industrial enlazados o enfrentados?
JDC. Enlazados, diría. Lo industrial es una cierta intelectualización de lo tribal, y es intelectualización porque se ejecuta desde la consciencia.
PC. Nada más tribal que la propia naturaleza de lo industrial.
¿Hay salida para los documentales musicales en España?
JDC. El mercado documental ya es mínimo. El especializado es ínfimo. No se puede instalar en la misma estructura de la industria del entretenimiento porque cada vez puede competir menos, y porque no es lo mismo. Las claves de mercado no funcionan, no existe el patrocinio ni el mecenazgo, ni las instituciones, ni la memoria. Existe una televisión global castrante… Sin embargo, sí hay público. Lo que ocurre es que aquí el público se cuenta en unidades de millón. En el fondo es la misma dicotomía de siempre: cultura y espectáculo establecidos en la misma hoja Excel.
PC. Hay público, muy amplio, que reclama el producto. Lo que no hay es ningún tipo de apoyo, porque los documentales musicales son tan peligrosos como el resto de categorías del género. Porque recuerdan, refrescan la memoria, recuperan la historia. Además, el género musical… en realidad muchas de las convulsiones sociales del pasado siglo han surgido amparadas en movimientos musicales. Luego el mercado y la uniformidad las ha deglutido y asimilado. Explicar su origen, su génesis, es peligroso, no interesa a los poderes establecidos. ¿Cómo vamos a pretender que tenga un apoyo?
¿Cómo lo habéis financiado?
JDC. En principio, desde una productora moribunda, después a partir de un club de producción que es el futuro de este tipo de obras.
¿España y Europa están muertas?
JDC. Artríticas. A mí me aburre muchísimo el pesimismo, pero qué le vamos a hacer; Europa ha sido un fraude colosal y España es una provincia indocta. Cultura artística, cultura política, científica… Cuando la palabra cultura es sinónimo de pedantería, aburrimiento, subvención y antisubvención… Bueno, no todo es malo, estamos pasando de la marca toro a la marca fútbol.
PC. A nivel institucional están en la UVI. A nivel social prefiero dejar de lado el pesimismo. Puedo observar que hay más interés ahora que hace unos años en no quedar postrados, frente a la cama del moribundo, rezando por su recuperación. La sociedad está tomando la iniciativa para volver a la vida, distinguiendo muy bien las instituciones de las personas. Se esconde, se criminaliza, pero existe. Y tal vez sea la clave para que las instituciones abandonen la UVI… o mueran definitivamente para dejar paso a otras más adecuadas.
¿Adónde miráis?
JDC. Siempre sobre las lecciones inmediatas. Ahora el examen de Geometría y después, aprovechando la experiencia, duplicar el esfuerzo en las próximas producciones.
PC. Yo vuelvo a Rimbaud: adelante, siempre adelante. Pero sin perder la perspectiva, eso nunca.
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