Wadada Leo Smith, el soplo libre del jazz
Toda historia oficial tiene su contrahistoria. También la del jazz. Aunque habitualmente se nos presentan jazz y libertad como sinónimos, la realidad es que también la versión “oficial” de la historia de esta música la escriben los “vencedores”, los (en el jazz pocos) agraciados con el reconocimiento mediático y social, no siempre amigos de la expresión libre del arte. El trompetista Wadada Leo Smith es uno de los más importantes creadores del lado oscuro de esta historia. Inventor de su propio lenguaje musical, el ‘Ankhrasmation’, ha conseguido ser uno de los tres finalistas en la última edición de los Pulitzer musicales. Un reconocimiento que pone el foco sobre un músico de 71 años cuyo poderoso soplo impacta casi tanto como su humildad.
Texto: CARLOS PÉREZ CRUZ / Fotos: jesusmoreno
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“En este momento de la historia, ser finalista cambia mucho las cosas para mí y también para la comunidad jazzística”, reflexiona Wadada. “Es un gran logro. Significa que ahora otros músicos con ideas diferentes se animarán a hacerlo”. Y es que no resulta fácil abrirse un hueco cuando lo que se hace está al margen de lo que la ortodoxia sanciona como válido y correcto. Máxime cuando esa ortodoxia la encarna alguien considerado en su día por la revista ‘Time’ como una de las 25 personalidades más influyentes de los Estados Unidos y guía espiritual de muchos festivales en todo el mundo: el también trompetista Wynton Marsalis. Pero los Pulitzer, que hasta 1997 no se abrieron al jazz, le tenían reservada una pequeña ironía del destino al líder supremo. Después de concederle el premio en 1997 por su Blood on the fields, obra sobre la esclavitud negra en Estados Unidos, han reconocido trece años después, en calidad de finalista, a Wadada Leo Smith por Ten freedom summers. Casi cinco horas de música recogidas en cuatro cedés, más de treinta años de trabajo, que son una historia de la lucha por los derechos humanos que arranca en 1857 (con el caso del esclavo Edgar Evers) y discurre hasta nuestros días (con las consecuencias del 11-S). Temáticas similares, expresiones ciertamente diferentes. “Para mí lo mejor de ser finalista es que eleva las posibilidades de que los artistas creativos logren este premio”. El premio, claro, de poder hacer de la música una expresión personal, de lograr con ella lo que Wadada denomina el momento musical, “que es escaso, auténtico y perdura. Si existe en la música de otros, si está clonado, entonces no lo es”.
Gran conversador, coqueto en el posado fotográfico, Wadada Leo Smith (Leland, Mississippi, 1941) charló durante hora y media con un servidor sobre el escenario del Centro Cultural ‘El Matadero’, de Huesca. La pequeña ciudad aragonesa fue la única cita ibérica de su reciente gira europea y allí reflexionó sobre lo divino (“el ‘Ankhrasmation’ es algo que el Creador puso dentro de mí para que me expresara”), lo humano (“deberíamos negarnos a pagar a los políticos de por vida una vez han abandonado su cargo”) y lo musical. Como cuando descubrió que era un compositor: “Empecé el primer día en que cogí una trompeta. Conocía cuatro notas y compuse con ellas. Entonces fui a ver qué hacían los compositores y descubrí que escribían música. ¡Eso es todo lo que hacen! Así que yo era un compositor”. Todo tan sencillo y tan complejo a la vez cuando de lo que se trata es de no seguir los dictados de la ortodoxia: “Yo no toco be bop o progresiones armónicas o swing ni nada de eso. Decidí no hacerlo. Podría aprender a hacerlo. ¡Es más sencillo de lo que hago! Tengo 71 años y, por el hecho de no haberlo hecho, no es algo que me haya hecho daño sino que me ha ayudado”.
Wadada Leo Smith ofreció en Huesca un concierto de trompeta sola, un formato casi insólito en nuestro país cuando el músico interpreta un instrumento que no es armónico como lo puede ser un piano. “Hay música en el instrumento que sólo puedes descubrir si tocas por ti mismo. Es una forma de descubrir quién eres”. Algo que a él le sucedió muy pronto, cuando tuvo que pasar el trago de ser aceptado a finales de los 60 por la legendaria AACM de Chicago (Asociación para el Fomento de la Música Creativa): “Cuando empecé un solo, todos los demás, uno a uno, fueron abandonando el escenario hasta que no quedé más que yo. Se hizo muy duro pero no me detuve. Toqué y seguí adelante. Eso me enseñó mi propia fortaleza”. Ese solo le sirvió para aprender sobre sí mismo, pero un solo de trompeta les puede resultar difícil de concebir a los espectadores: “Les resulta más duro y difícil porque los instrumentos armónicos les ofrecen una especie de colchón. Pero la gente debería experimentar aquello que le resulta difícil. Hay recompensa para ese esfuerzo, pero se necesita coraje”, advierte. Y es que a muchos todavía les cuesta asumir que la cultura implique esfuerzo, que no siempre sea un mero ocio: “Piensan que la cultura es algo con lo que se nace. Pero no, la cultura implica algo y te permite aprender sobre ti mismo. Estas cosas marcan la diferencia en nuestras vidas, si les prestamos atención. Yo me enriquezco con ellas. Cada día”.
Que la cultura cuesta lo sabe cualquier artista que dedique sus desvelos a la creación. Por eso, aunque las ventas de discos de jazz son numéricamente marginales, Wadada también padece los estragos de la piratería: “Personalmente lo odio. Las corporaciones están convirtiendo a todo el mundo en ladrón”. El grado de coherencia de Leo Smith es tal que en sus clases en la universidad CalArts, de California, les compra a sus alumnos su propia música: “Saco mi tarjeta de crédito, hago que mis alumnos se conecten y compren mi música. ¡Música que de hecho ya tengo! Está en mi casa pero les ayudo a comprarla. Me preguntan por qué lo hago, por qué compro mi propia música. Y les digo que así es como debería ser”. Y es que el arte no brota como un maná divino y difícilmente se vive con una cultura desprotegida: “No hace daño al resto de la sociedad que yo sea el propietario de lo que he creado. ¡Va a ser de dominio público en algún momento! Y cuando lo sea, ¿quién sacará mayor tajada con ello? ¡Las corporaciones! No las personas normales”, concluye.
Frente a ese lugar común que sentencia que el arte es arte, Wadada cree que la música es también una expresión política. “¿Por qué no tocar en casa y jamás en otro sitio?”, desafía a quienes de entre sus compañeros niegan la expresión política del arte. “Porque quieres el contexto social, quieres la posibilidad de influir en la vida de la gente. Y la música lo hace. Por eso también social, política y todas las dimensiones del ser humano a la vez”. Dimensiones que requieren una educación que el trompetista defiende inspirado por Martin Luther King: “Cualquiera debería poder ir a cualquier clase, sin examen de acceso, sin tener que pagar por ello, que los profesores rotaran y no permanecieran en el mismo campo. Y que, si quieres, puedas ir a estudiar a las cinco de la mañana. Eso le daría a todo el mundo la oportunidad de involucrarse y educarse. Eso sería nuevo. Eso sería radical”. Y a Wert le daría un síncope, añado.
Escucha la entrevista completa con Wadada Leo Smith en ‘Club de Jazz’:
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