Documental Empatía, un escéptico defiende los derechos de los animales
El documental ‘Empatía’ llega hoy a los cines para abordar nuestra relación con los animales con valentía y mucha información, pero también con humor y de forma entretenida. Persigue que las dudas y los miedos humanos se conviertan en coherencia y compasión. Hablamos con su director, Ed Antoja, que arrancó este proyecto con mucho, mucho escepticismo, y eso precisamente hace más valioso su trabajo.
Desde hoy puede verse en los cines de varias ciudades el documental ‘Empatía’, , una producción conjunta de la Fundación por el Asesoramiento y Acción en Defensa de los Animales (FAADA) y la productora La Diferencia. Podría tratarse de un trabajo más sobre nuestra relación (y explotación) con los animales, con imágenes impactantes y cámaras ocultas, pero no. Esta vez se ha querido ir más allá y centrarse en un público tal vez sensible al sufrimiento animal pero que aún no ha dado los pasos para cambiar sus hábitos de vida. Escépticos que, si bien pueden llegar a entender en algún grado las razones de los animalistas, nunca se han lanzado a la acción de aplicarlo.
Como igual de escéptico empezó el director en todo este asunto. Ed Antoja reconoce a El Asombrario que es “una persona que necesita cuestionarlo todo, que tira de la ironía y el cinismo para enfrentarse a ciertos temas”. Y este tema, nuestra relación con los animales, no iba a ser menos. Lejos de pensar que no era la persona adecuada por estar tan lejos de los razonamientos de FAADA, decidieron aprovechar este papel y convertir la distancia de Ed en un personaje. Así, se convertía en director, guionista y también en el protagonista. Como se trata de un metadocumental (el documental sobre cómo se hace el documental), necesitaba su antagonista: que no era otra que la amiga que le había llamado desde FAADA para hacer esta pieza con ellos. Jenny Berengueras se convierte a lo largo de la hora larga que dura el filme en la conciencia y abrir de ojos de Ed. Y, por extensión, de todos los espectadores que se ven reflejados en los miedos, dudas y falta de información del propio protagonista.
“El día que entró en la reunión preguntando ‘¿y miel tampoco?’ en referencia a lo que come una persona vegana, fue el día que decidimos que Ed debería estar en el centro de la trama”, comenta Jenny, coproductora de la película. “Vimos que mostrar las incoherencias e indecisiones en él de una manera natural y transparente ayudaría a enviar mejor el mensaje”, comenta Carla Cornella, que acompaña al equipo poco antes del preestreno en Madrid.
Nada más arrancar, Ed se pregunta más allá de la alimentación cómo impacta su vida en los animales. Dormir en almohadas de plumas, ducharse con el champú probado en animales, ponerse el jersey de lana, calzarse las botas de piel… “¡Y todavía no he salido de casa!”, exclama sorprendido el protagonista. Una lista interminable de objetos cotidianos que implican el uso de animales, que unidos a las cifras que se muestran en los créditos da un panorama muy desolador: 80 millones de animales usados para conseguir su piel, 115 millones de animales en laboratorios, 1.500 zoos en todo el mundo funcionando…
Datos racionales junto a ideas más emocionales. “A mí más que las cifras en sí lo que más me impresionó fueron conceptos. Como por ejemplo que las vacas lecheras no existen. Son solo madres. No dan leche porque sí ni se les hace un favor ordeñándolas”, comenta Ed, que sigue enumerando otra serie de creencias populares que se desmontan en la película, como que es algo natural esquilar a las ovejas o esquilmar el fondo marino. Para compensar un panorama tan negro, Empatía recurre a entrevistas con filósofos, antropólogas, psicólogas y un largo etcétera de mentes pensantes que arrojan un poco de luz sobre esto. “Queríamos hacer un documental de concepto, con un punto de vista muy enfocado en lo antropológico y en qué pasa cuando recibimos información nueva”, comenta el director, que resalta que desde un principio se rechazó la idea de usar imágenes desagradables o hacer un documental de investigación. Peter Singer -autor de Liberación Animal y Ética práctica-, Ursula Wolf -autora de Ética de la relación entre humanos y animales- o, ya en España, el profesor de la Universidad Autónoma de Madrid Jorge Riechmann, la antropóloga Mercedes Cano o la presidenta de Proda Mariví Vaquer, son nombres que van aportando luz a nuestras preguntas.
La profesora de psicología y sociología Melanie Joy, conocida por el best seller Por qué amamos a los perros, nos comemos a los cerdos y nos vestimos con las vacas, abre un tema muy cercano: las mascotas. “En un momento en el que estaba un poco perdido, sentí la necesidad de mostrar más mi historia para que se entendiera”. Ed se refiere a Sammy, una perra que adoptó sin saber muy bien qué significaba tener animales en casa y que acabó dando a una familia de amigos. “Es una de las decisiones más dolorosas que he tomado, más que cortar cualquier relación amorosa», bromea el director. Tomando la referencia de Sammy, a quien jamás se comería, ni querría ver encerrada de por vida, el protagonista se pregunta entonces por qué nos parece normal comer “bacon de Sammy, pechuga de Sammy, costillas de Sammy, huevos de Sammy”.
Entonces la acción se sitúa en un santuario, donde cabras, ovejas o jabalíes rescatadas de la industria cárnica, lechera o de la caza, se comportan como un perro. “Mucha gente que se considera amante de los animales nunca piensa en estos animales llamados de granja”, comenta Jenny. Las mascotas como un producto para satisfacer nuestra necesidad de cariño, de compañía o como propiedad. “Algo muy similar a lo que pasa en otro momento de la película en la que hablamos de los zoos”. Ed se refiere a esa idea de que, como nos gustan los animales, vamos al zoo. El psicólogo y ex-adiestrador de cetáceos, Albert López, lo deja claro: “Si te gustan los animales, al último lugar donde debes ir es al zoo”.
Una apreciación extensible a otros momentos de ocio como los circos con animales, los acuarios, la hípica, las atracciones turísticas con camellos, tigres o elefantes.
Muchos temas, muchos frentes, que se abordan de forma entretenida y tirando mucho del humor como recurso. También con el apoyo de unas magníficas ilustraciones que a la vez que facilitan la visualización de los datos y las complejas realidades, ayudan al espectador a seguir enganchado a la historia. Unas animaciones que también ayudan a reírnos de nosotros mismos, nos encasillemos en la etiqueta que nos encasillemos: veganos, vegetarianos, carnistas, flexitarianos… “Nos reímos del hecho de poner etiquetas, aunque sabemos que la realidad es mucho más compleja”, reconoce Ed.
Un humor y un entretenimiento que no deja de lado la rigurosidad del planteamiento. “El tema es que muchas veces no tenemos ni idea de que todo esto ocurre. Nadie piensa que tiene la respuesta errónea, casi siempre es porque le falta la información”. Por eso, se lanzan a hablar del efecto del consumo de carne o leche, por ejemplo, en el medioambiente. Siguiendo la estela de ‘Cowspiracy’ , Empatía relata con la ayuda de expertos en ecología que la ganadería es la primera causa de deforestación y que supone un altísimo porcentaje de gases de efecto invernadero y contaminación de aguas.
Con todas estas voces -incluidas las de amigos de Jenny y Ed, más escépticos aún que el propio director-, el documental intenta dar una visión integral de la relación de los humanos con los animales. En palabras del propio director: “Espero que se consiga, como mínimo, que el público se dé cuenta de que la postura de las personas que defienden a los animales es la coherente. Después, que cada uno haga lo que quiera”.
Comentarios
Por Tove, el 07 abril 2017
Me alegra que hayan hecho este documental. Comparto la noticia y espero que muchos de mis amigos, buena gente, compasivos pero que no entienden el daño que causan a los animales en su día a día, abran los ojos y cambien sus hábitos. Los animales están tan vivos como nosotros y tienen derecho a seguir estándolo.
Por Laura L. Ruiz, el 07 abril 2017
Gracias por comentar y por compartir Tove!
Por Fernando García, el 07 abril 2017
«Donde comen 1 o 2 carnívoros, pueden comer 10 vegetarianos»
Ergo, como ahora somos unos 7.000.000.000 de humanos en el planeta, podríamos llegar a ser 70.000.000.000. Lo cual sin duda salvará a la naturaleza…
El sufrimiento animal es importante, pero creo que es infinitamente mas importante la salvaguarda de los ecosistemas. Humildemente pediría a las veganas que no tengan hijos. Y a los carnívoros, tampoco.
Por Laura L. Ruiz, el 07 abril 2017
Hola Fernando,
Estoy de acuerdo con lo que dices del impacto y la superpoblación. Que es más importante o no, podemos discutirlo, pero lo importante es que la solución es la misma. Te animo a echarle un ojo a las comunidades antinatalistas y verás que es una postura muy extendida entre los veganos.
Gracias por comentar y compartir!
Por Fernando García, el 14 abril 2017
Gracias. No me parece la misma solución, pero se agradece la intención. Un saludo.
Por Adrián López Galera, el 07 abril 2017
Los animales no humanos precisan *respeto* no bienestar (concepto utilitarista, subjetivo). Para que exista un cambio social se requiere usar una terminología correcta, lo cual, obviamente, exige que quienes participan en este proyecto tengan un verdadero interés en las víctimas y no en explotar la explotación animal..
Para ser justos debemos rechazar toda forma de explotación animal porque ellos, como nosotros, poseen intereses inalienables tales como la libertad, la integridad y la supervivencia. Reducir a la cuestión al “sufrimiento” al puro estilo Peter Singer no cuestiona el problema de base: nuestra creencia de que somos seres superiores (especismo). Reducir el asunto al sufrimiento sólo nos exige reducirlo, no hacer nada por respetarlos como sujetos en sí mismo.
El sufrimiento es un simple medio para la supervivencia, ellos no solamente no desean sufrir; sino que quieren vivir. Peter Singer, cuyo pensamiento reflejáis vosotros, no reconoce el derecho la vida (es utilitarista) ni ningún interés más allá de la proporción placer/sufrimiento. El utilitarismo es una aberración ética; pero se comprende que sea tan fácil de asumir y promover; pues va de la mano con el antropocentrismo social.
Un saludo.
Por Juanjo_1981, el 08 abril 2017
Cada cual es libre de abogar por la extinción voluntaria de la humanidad, ahí no entro. En tu argumentación:
1) ¿Realmente crees que 7.000m de humanos comemos como come un carnívoro del primer mundo, tanto como para extrapolar y decir que el veganismo es contradictorio con el control de la población?
Eso es no entender un argumento.
De lo que se habla es del reparto del alimento que YA existe, para que 7.000m de personas puedan comer tres veces al día con un mínimo aporte nutricional.
No he visto a nadie usar el veganismo como argumento en pro de un crecimiento poblacional. Ser vegano y estar a favor de cierto control del aumento poblacional (incluso ser «decrecentista») es perfectamente compatible y coherente.
2) Si te importa la salvaguarda de los ecosistemas, en el veganismo encontrarás un estilo de vida coherente que contribuye a ello desde lo individual a lo global. Y no, no hablo de alimentarte de soja u otros monocultivos, sino de productos hortofrutícolas de temporada y cercanía tanto como sea posible.
Mi acercamiento al veganismo parte de cierta conciencia ecologista, por lo que también lo aproximo al ahorro de agua y energía, reciclar y reutilizar, al transporte colectivo…
Por Fernando García, el 14 abril 2017
Nunca he abogado por la extinción. Tal idea loca solo existe en la mente de personas completamente fuera de la realidad (WTF!?! estamos en plena explosión demográfica!).
Tampoco he dicho que el veganismo sea contradictorio con el control de la población.
He dicho que en mi opinión, es más importante la salvaguarda de las especies, la biodiversidad y los ecosistemas, tal y como son (también estamos en plena extinción masiva de especies), para lo cual, también en mi opinión, lo importante es la reducción significativa de la población, no sus hábitos de consumo.
El transporte colectivo, el veganismo, el consumo de proximidad, las tres R (red, reu, rec), las energías renovables… son el chocolate del loro. Absolutamente insignificantes, frente al consumo total de cualquier persona del primer mundo. Ergo, reduzcamos el numero de consumidores, no maquillemos el consumo.
Es mi opinión, perdón por el retraso en contestar (no lo vi antes) y gracias por vuestras aportaciones. Un saludo.
PD: Por favor, no tengáis hijos. Gracias.
Por Carmen Lucero, el 08 abril 2017
Muy interesante documental. En donde se puede ver todo el contenido? Voy a compartirlo. Estoy a favor de la lucha contra el maltrato animal, soy vegetariana.
Por Elpidio, el 05 mayo 2017
Que un docu sobre un tema tan duro lleve ya 5 semanas en los cines (al menos en Barcelona) significa algo, ¿no?
Y luego algunos quieren corridas de toros…
Por Landis, el 09 septiembre 2017
La ambición misantrópica de esta gente no conoce límites. Adaptaos a la realidad humana, sed mejor con el vecino y con el compañero de trabajo. Os gustan los bichos porque hacen lo que se espera de ellos; ni os discuten ideas, no os dicen lo miserables que sois. Si lo hicieran tampoco los bichos os gustarían. Nazis!!