Entre la nueva Isabel la Católica y una cabra, que me represente la cabra
Los que vivís de alquiler sois todos unos okupas, y Pedro Sánchez –ese gobernante comunista– también. Sois unos muertos de hambre que encima queréis que os regalen la educación y la salud. Y jijí, jajá, aborto va, aborto viene, que nos sobran los niños. Palabra de la nueva Isabel la Católica. (Pues muchos madrileños ya lo hemos decidido: preferimos que nos represente una cabra).
Estoy aterrado. De un momento a otro vendrá a buscarme la policía de la Comunidad de Madrid. Vivo de alquiler y soy un delincuente, engaño a los propietarios, destrozo las viviendas que okupo, pinto las paredes y rompo los inodoros y la cocina. Luego me llevo las tuberías y los cables de la luz para venderlas al chamarilero. Total, con lo cara que está la electricidad, ¿para qué sirven? Lo hago desde que a los 19 años me vine a Madrid a estudiar Periodismo.
Lo confieso: no tengo ningún piso en propiedad y siempre he vivido de alquiler. He ido por el mal camino. En lugar de comprarme un piso, como las personas decentes, como los madrileños de bien, he preferido vivir del cuento e instalarme en una vivienda que me regala a precio de saldo el dueño. Una obra de caridad. Por tres o cuatro meses de fianza y varios avales me deja firmar un contrato. Y una mensualidad de nada. Es verdad que después de pagar, apenas me queda dinero para vivir, pero más sospechoso es que en todos estos años no haya tenido dinero para dar una entrada y comprarme un piso, como se decía antes. Soy un pecador, lo reconozco, como todos los inquilinos de este país, salvo si el dueño es Kike Sarasola.
Nadie nos había descubierto. Hasta ahora. No contábamos con que gobernara esta gran nación que es Madrid alguien como Isabel Ayuso, la mesías que esperábamos, la salvadora de la libertad y de la patria, amenazada por los comunistas y por Pedro Sánchez, otro okupa. Él ni siquiera tiene contrato de alquiler. ¿Quién le ha dado permiso para instalarse en la Moncloa? Seguro que no ha leído a Vargas ni tampoco a Llosa. Si lo hubiera hecho, sabría que en una democracia los votos no valen igual porque hay quien no sabe votar. Es como la libertad. No es para todos. Algunos, los grandes de España, nos tienen que guiar porque no damos mucho de sí. Acabaríamos sacando a los muertos de las cunetas. Qué obsesión tenemos con los muertos, con el tiempo que ha pasado ya. Por eso nos pasamos el día abortando, de fiesta en fiesta. Si al menos nos supiéramos la letra de La novia de la muerte.
Pero Ayuso, nuestra Isabel Católica, nos tiene bien calados. Y no solo a los inquilinos. También a los inmigrantes, a los indígenas americanos, al Papa, a quienes llevan a sus hijos a colegios públicos o los que no tienen un seguro médico privado. Por supuesto a quienes piensan que los toros no son cultura, ni quienes rechazan que la Comunidad de Madrid la gobiernen los fondos buitre. ¿Y encima se llaman ecologistas? ¿No les gustan tanto los pajaritos y montar en bicicleta? ¡Ja! Menudos hipócritas que somos.
La lista de enemigos de la libertad es muy larga. Se nos reconoce porque no vamos de compras a Nueva York ni nos hacemos selfis en la Gran Manzana como si fuéramos Sarah J. Parker. Tampoco acudimos al desfile del Día de la Hispanidad. Ni siquiera lo vemos por televisión. La gente que le gritaba e insultaba al presidente del Gobierno, esa sí que habla bien español, qué coño. El verdadero idioma es el que se habla en Madrid, que para eso es España y de paso América y Filipinas. Qué sabrán los mexicanos, por ejemplo. Apenas son 130 millones. Y además no son personas. Son indígenas con taparrabos gobernados por uno. Hay que recolonizarlos, mostrarles de nuevo lo que es la civilización. Mejor si se dejan, pero si se resisten la letra con sangre entra. Nuestro himno es instrumental, es verdad, pero contamos con la versión de Marta Sánchez.
Y si esto no es suficiente, con las pirámides de Nacho Cano, mejores que las de los aztecas. Gracias a dios que ahora tenemos además a Toni Cantó. Él les enseñará cómo se habla el español en Madrid, el de verdad. ¡Que aprendan lo que significa la palabra chiringuito, hombre! Esa sí que es española de España. Y volviendo al desfile, no va Alfonso Guerra y dice que hay quien abuchea a un presidente y aplaude a una cabra, que cada uno elige quién le representa mejor.
Sigo aterrado, pendiente de la puerta, de que me echen de nuevo, pero la verdad es que si lo pienso bien, entre Abascal, Monasterio, Ayuso o Casado yo prefiero que me represente una cabra.
Comentarios
Por Octavio Rodríguez Gonzalez, el 17 octubre 2021
Nunca babía visto un título tan evidente u CLARO.
Por Pepe Pérez, el 17 octubre 2021
Jod….! y a mi !, prefiero que me represente la cabra ante el mundo.
Por M F, el 17 octubre 2021
Miedito dá saber que es real. Gracias por este artículo.