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Un abuelo con un ojo azul y otro verde gana el concurso de marzo

Por manuelcuellardelrio, el 24 de marzo de 2017, en curso

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Foto. Pixabay

‘La mitad de su mirada’, de Paz Alvar, es el relato ganador de este mes del Concurso Escuela de Escritores / El Asombrario. Karla Suárez, que ha ejercido como profesora del mes y presidenta del jurado, destaca que cuando lo leyó la primera vez “el personaje se me quedó grabado en la mente de manera tal que, unas horas después de haber terminado mi primera lectura de todos los textos, yo seguía ‘viendo’ a este hombre como si lo hubiera conocido”. Publicamos a continuación el texto ganador con el comentario de la profesora, como si de una clase se tratara. El autor ha conseguido un mes gratis en cualquiera de los cursos de la Escuela de Escritores, tanto presenciales como por Internet.

LA MITAD DE SU MIRADA

Tenía en su mirada el color de Asturias cuando atardece. Un ojo era el mar y el otro era el prado. El azul navegaba entre mareas y espumas, siempre en movimiento. El verde era un paisaje detenido de lomas deslizándose a la costa.
Yo no conocía a nadie más con ojos distintos. Solo a él. Mi abuelo. Cuando todavía era un niño, un accidente en la mina le robó uno de ellos y en su lugar, se instaló un impostor de cristal verde. En la tienda de miradas se habrían agotado los azules, supuse. Me preguntaba también si vería la vida a doble color, pero él me explicó que con el de cristal no podía ver nada. Aquel ojo usurpador era un auténtico fraude.

Se frotaba las manos todo el tiempo. Su piel era blanca y se deshacía en escamas de azúcar. Cuando se casó con mi abuela castellana la llevó a ver el mar. Le dijo, ya verás qué grande y azul es el mar. Y cuando llegaron a la playa de Gijón, mientras mi abuela saltaba las olas y reía en la orilla, él tuvo que apoyarse en la baranda del paseo para no caer hacia atrás, abrumado por aquel gran cielo que llegaba hasta la arena. Y ella nunca supo que también era la primera vez que él lo contemplaba, pues mi abuelo era hijo del carbón, de linternas en la frente y de monos de trabajo de color azul.

Me enseñó a pescar por la ventana del salón con una caña hecha de cuerda verde de persiana, y a ignorar las miradas divertidas de la gente que pasaba por la calle. Siempre picaba algún pez que sacábamos del mar imaginado muy despacio, aunque a veces mi impaciencia hacía que en el último momento se nos escapara la cena. Y entonces nos reíamos alto y corríamos a la cocina donde él siempre tenía algo preparado para merendar, por si la faena no se daba bien.

Los domingos se ponía guapo para ir a misa. Traje gris, camisa blanca y corbata oscura. Por las tardes era inexcusable seguir por radio las evoluciones deportivas del Sporting. Me sumé a la Mareona. Fui una nieta rojiblanca. Aprendí a comer las fabes por la veriquina, a tomar la mermelada de ciruelas con cuchara y a reconocer sin ninguna duda que John Wayne era el mejor vaquero del oeste americano.

Le gustaban las novelas de Marcial Lafuente Estefanía y siempre había una durmiendo en su mesilla, junto al vaso de cristal que se tragaba cada noche la mitad de su mirada.
El día que murió, me convertí en huérfana, como aquel ojo verde naufragado. Y ese día, dejé de ser una niña.

Comentario de Karla Suárez

La propuesta de trabajo consistía en crear un personaje y presentarlo. Como el texto debía tener unas 500 palabras de extensión, bastaba con escribir una escena donde el personaje se hiciera bien visible ante el lector. Hubo muchos textos buenos, pero he seleccionado este por una razón muy sencilla: cuando lo leí la primera vez el personaje se me quedó grabado en la mente de manera tal que, unas horas después de haber terminado mi primera lectura de todos los textos, yo seguía viendo a este hombre como si lo hubiera conocido. Esto quiere decir que el personaje está bien logrado porque, a pesar de que el texto no es largo, al final el lector sabe muchísimas cosas sobre este hombre y no logra olvidarlo.

En el texto tenemos a una narradora-personaje que es la nieta. Ella es quien nos presenta a su abuelo y comienza dándonos un importante detalle físico: el abuelo tiene los ojos de colores distintos, uno es azul, porque así eran sus ojos, y el otro es verde, porque es un ojo de cristal que sustituye al que perdió siendo un niño. Este detalle es muy difícil de olvidar, primero porque al leer “azul” y “verde” estamos viendo los colores, la imagen nos llega nítida. Luego, porque tener los ojos de colores distintos es una característica que diferencia al abuelo de la mayoría de las personas, lo vuelve único y esto es muy funcional a la hora de construir un personaje que el lector identifique y recuerde fácilmente.

Con un detalle tan singular, la narradora no necesita de más descripciones físicas, entonces continúa presentado al abuelo a través de sus gustos. Y también aquí se detiene de detalles particulares: el abuelo viste elegante los domingos, toma la mermelada de ciruelas con cuchara, adora las novelas de Marcial Lafuente Estefanía y admira a John Wayne. De manera general podría decirse que a alguien le gusta leer, ir al cine, vestirse bien y tomar mermelada. Sin embargo, en este texto esos detalles están particularizados y eso nos da una idea más precisa de cómo es el personaje.

Por último, me han gustado mucho ciertos momentos. Cuando el abuelo lleva a la abuela a ver el mar, pero no le dice que para él también es la primera vez, o cuando enseña a la nieta a pescar con una caña por la ventana del salón. Aquí no hay necesidad de decir que el hombre es de este modo o de este otro, porque el lector lo está viendo en plena acción y entonces puede hacerse una idea más precisa de cómo es él. La narradora nos cuenta esas escenas y, a través de ellas, el lector va comprendiendo.

En conclusión, me parece un magnífico retrato de un personaje. Además de ser un texto muy hermoso. ¡Enhorabuena!

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Comentarios

Hay 4 comentarios

  • 24.03.2017
    Elena dice:

    Un relato precioso, tierno y único como el vínculo que ata a dos personas. Un texto sencillo, conciso, que repara en lo particular y en el recuerdo. Donde los colores y la mirada conducen al lector con tranquilidad y delicadeza hacia la memoria y la vida de los que marcharon sin irse del todo. Felicidades Paz!

  • 26.03.2017
    Victoria dice:

    Un bello personaje, que se hace real en las primeras líneas. Mi enhorabuena a Paz, que ha llenado de sentimiento y simpatía este relato.

  • 27.03.2017
    Emilia dice:

    Hola Paz. Magnifico, sutil, delicado, es un relato que en alguno de sus momentos nos hace recordar a nuestros abuelos, consiguiendo asi llegar a nuestro corazon. Gran figura la del abue@, hay que disfrutarla cuando se tiene y dejar que nuestros hijos la vivan y disfruten. Como siempre cuanto consigues expresar con tan pocas palabras!!
    ENHORABUENA!!!!
    Emi

  • 13.04.2017
    Irina Alexandra dice:

    ¡Felicidades! Es uno de esos textos que me gustaría haber escrito yo. Y me imagino que no soy la única. Me encanta.

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