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Esa irresistible posibilidad de crear algo bello

Por manuelcuellardelrio, el 21 de abril de 2017, en entrevistas Sin categoría

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Luis del Gozo.

Luis del Gozo.

Luis del Gozo se autoentrevista para el blog de la Escuela de Escritores, a propuesta del profesor del mes, Javier Sagarna. Confiesa que se autoentrevista alguna vez en la intimidad y que una de las cosas que le faltan por aprender es la disciplina, “y eso que ya sé que esto es trabajo, trabajo y trabajo”.

¿Cuál fue tu primera experiencia con la escritura?

Cuando era pequeño, nueve o diez años, escribí algunos cuentos. Solo recuerdo uno en particular en el que un científico loco modificaba unas plantas para acabar con el mundo. Seguramente por eso estudié Biología.

Un poco extraño, ¿no?

¿Tú crees? A mí no me parecía raro. Lo más probable es que ya se estuviera destilando por ahí mi “optimismo” radical. Me encantaba todo lo que tuviera que ver con el terror, los monstruos, lo anómalo. Además, mis padres nunca controlaron mis lecturas, excepto una vez, con 12 años y hartos de mis insomnios, en que me “secuestraron” El exorcista.

 ¿Y después?

Luego nada. Durante muchos, muchos años no escribí. Algún verso vergonzante durante la adolescencia y poco más. Seguí siendo un apasionado de la lectura, eso sí, sin demasiado filtro ni criterio. Pero con el tiempo empezó a nacer ese gusanillo que hacía que me preguntara si podría crear algo similar a esas historias que me apasionaban.

¿Por qué un curso de escritura?

Lo tenía muy claro: si quería empezar a escribir, necesitaba aprender a escribir. Era, más que una intuición, una necesidad para poder sumergirme en un mundo que me era totalmente desconocido.

¿Cómo llegaste a la Escuela de Escritores?

No soy muy resuelto, pero parece que sí que soy pesado, porque a base de repetir “Debería apuntarme a un curso” varios centenares de veces, en unas Navidades de hace ¡ya nueve años! los Reyes Magos me trajeron un curso virtual de iniciación: “El gozo de escribir”. ¡Ah! ¿qué dices de la inexistencia de la monarquía tripartita? Pues entonces la del regalo tuvo que ser mi mujer. A partir de ahí un par de trimestres de Escritura Creativa, un año de Relato y varios mensuales, todos por Internet. Después, por la situación coyuntural, ¡ay!, tuve que dejarlos durante algunos años en los que lo único que practiqué fue el microrrelato. Y desde hace un curso y medio, en clases presenciales, Javier Sagarna me embarcó en este velero del Relato. Y aquí seguimos, sorteando tormentas.

¿Qué te aportan las clases?

Un montón de cosas. En lo técnico, cantidad de herramientas, recursos y una visión enriquecedora de los textos, propios y de los otros alumnos. Mirar el mundo de otra manera. El descubrimiento de los diferentes métodos de los grandes maestros y porque funcionan los relatos que funcionan. Pero sobre todo la pasión y el entusiasmo contagiosos de los profesores por la literatura y la escritura. Los que yo he tenido, Berna, Javier, Mariana, transmiten ese placer de enseñar que hace que las clases, virtuales y presenciales, sean pura diversión. Y si a eso sumamos el compartir con los compañeros las inquietudes, dudas, decepciones y alegrías que da este oficio de escribir con unas cañas en la mano después de clase, ni te cuento.

¿Sigues algún método para escribir?

¿Método? Soy puro caos. Una de las cosas que me faltan por aprender es la disciplina, y eso que ya sé que esto es trabajo, trabajo y trabajo. Necesito tener una imagen como mínimo para sentarme a escribir. Un atisbo de historia o algo similar. Si no, el miedo al folio en blanco se convierte en pánico a que la hoja me devore las yemas de los dedos y ni me acerco. Creo que tiene algo que ver con una lacra que tengo, que es la ausencia de subconsciente. En serio, todavía no he conseguido que escribir me resulte algo natural y, aunque no descarto que eso suceda alguna vez, cada texto es una montaña cada vez más alta. ¿Autoexigencia?, ¿autocensura?, ¿demasiado autocontrol? No sé, desde luego es algo que empieza por auto.

Entonces ¿por qué escribir? ¿Merece la pena el esfuerzo?

Yo también me lo he preguntado (me autoentrevisto de vez en cuando en la intimidad). Creo que la voluntad de escribir, de escribir mejor, tiene que ver con mi idea de lo que somos como seres humanos, con lo que en realidad nos hace humanos: el conocimiento y la creatividad. Esas dos ramas con la misma raíz, y que seguramente sean la misma de maneras diferentes, llevan a algo tan universal como es la belleza. Y la posibilidad, probablemente remota en mi caso, de crear algo bello es algo a lo que no me puedo resistir. Y luego el hecho de que, al acabar un texto, sea bueno o malo, hay algo sobre el papel que nunca antes había existido, algo nuevo. Eso sí que es magia.

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Comentarios

Hay un comentario

  • 21.04.2017
    Carmen Roiz dice:

    Estupendo Luis!! y muy de acuerdo con todo lo que aportan las clases, la pasión y el entusiasmo de los profesores y compañeros……………

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