Este árbol herido y milenario es un perdedor: ¡Apóyalo!
Desde que Trump ha perdido las elecciones en EE UU y se ha agarrado tremendo berrinche por no querer reconocer que es un ‘loser’, los perdedores se han puesto de moda frente al cansino ‘himno’ de los que triunfan y tienen éxito. Aceptarlo con dignidad. Para reivindicar el derecho a perder en la vida, para mejorar, aprender, seguir caminando, para ser más nosotros y no pegarnos el batacazo si caemos desde muy arriba. Desde ‘Bosques para siempre’, ‘El Asombrario’ quiere lanzar su apoyo a este árbol ‘perdedor’, una encina milenaria en Córdoba, en su admirable carrera en la competición Árbol Europeo del Año, algo así como la ‘Eurovisión de los Árboles’.
Lo primero, conozcámosla. Veréis cómo os encariñáis con ella.
Vive en un paisaje de dehesa y cortijos; cerca de un camino hacia un extenso olivar localizado en el Paraje de Arroyo Granadilla, en el término municipal de Rute, Córdoba. La encina de Rute es notable tanto por su forma y dimensiones, como por su edad. Mide 17 metros y medio. Con un perímetro del tronco en la base de 6,40 metros. El diámetro de la copa alcanza los 28 metros y medio. Y su edad está calculada entre 400 y 500 años, aunque a la gente le impresiona tanto su porte que le llaman “la encina milenaria de las Sierras Subbéticas». En su presencia, lo que más llama la atención es la proyección de su copa y que algunas de sus ramas bajas llegan a tocar el suelo e incluso apoyarse en él.
Además, ha sido testigo privilegiado de la historia de Andalucía. Cuenta la leyenda que pudo asistir en el año 1483 a la batalla de Lucena –o batalla de Martín González–, en la que las tropas cristianas de la Corona de Castilla apresaron al sultán nazarí Boabdil el Chico.
Además, este extraordinario ejemplar está herido. Lo explican los expertos de la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible de la Junta de Andalucía: “El principal peligro actualmente para esta encina es la disposición casi horizontal de sus ramas principales, presentando fendas o grietas en su parte superior y a escasa distancia del fuste, debido a la excesiva longitud y peso de las mismas. Las ramas principales debido a su grandísimo tamaño, peso y disposición están sometidas a unos importantes esfuerzos mecánicos de tracción en su parte superior y de compresión en su parte inferior, lo que ha motivado que en los últimos años, dos de ellas hayan sufrido roturas, al superar su resistencia mecánica. Estas heridas, con trayectoria principal horizontal y escalonada, suponen una puerta de entrada de enfermedades y pudriciones que pueden comprometer la persistencia y estabilidad del magnífico ejemplar. Como soluciones propuestas se encuentran la limpieza de las heridas y fendas, sellado de las grietas con producto fungicida y cicatrizante y relleno de las mismas con masilla y posteriormente el apuntalado de las ramas principales”.
Pues bien, esta sabia y herida encina se apuntó este año a la carrera para ser elegida Árbol Europeo del Año. Y como en Eurovisión o en los Oscar, antes de la competición internacional, cada país ha de elegir su representante nacional. Las votaciones populares por mail para elegir el representante español en el concurso europeo de 2021 Tree of the Year terminan este viernes, 20 de noviembre. Una semana después, el 27 de noviembre, se anunciará el ganador español que competirá a nivel europeo. Desde El Asombrario estaremos atentos, como ya hicimos en 2019. Las siguientes fases presentarán más o menos este calendario, con fechas aún no confirmadas del todo: A lo largo de diciembre y enero se preparará el concurso europeo. Durante febrero de 2021 se votará por el árbol europeo y en abril se presentará en Bruselas el ganador, el Tree of the Year.
Ganadores o perdedores aparte, este premio trata de sensibilizar a los europeos –y ahí entramos los españoles, claro, que no nos distinguimos por tener un especial respeto hacia nuestros abuelos vegetales– respecto al inmenso patrimonio biológico, etnográfico, paisajístico y hasta social y turístico que representan los árboles singulares. De su fragilidad y necesidad de protección. Así lo explica Gonzalo Anguita, director de FSC España, entidad patrocinadora del certamen español, que certifica la sostenibilidad de los productos forestales y que defiende la importancia de consumir madera certificada para garantizar la conservación de los bosques y de estos grandes ejemplares: “Esos árboles tan especiales son valiosos reductos de biodiversidad que ayudan a mejorar la vida de los seres, humanos y animales”. Y añade Susana Domínguez, consultora y directora de la ONG Bosques Sin Fronteras, promotora del concurso en España: “A través de ejemplares singulares, es una manera de enfocar la atención hacia los árboles, que la gente se sienta orgullosa de ellos, que se creen movimientos sociales en su defensa, que vaya calando ese sentimiento de respeto y admiración. Por eso, la mayoría de los candidatos muestran una vinculación especial con el territorio al contar con mucho apoyo popular, y son los que al final suelen ganar”. De la encina de Rute, a Susana le fascina “su estructura y su capacidad de resistencia y adaptación”.
¿Y por qué decimos que esta encina es un ‘árbol perdedor’?
Porque hasta la semana pasada estaba en el furgón de cola de los candidatos españoles (esta semana, para hacer la votación más objetiva e intrigante, en la web de la competición ya no pueden verse los votos que lleva cada aspirante). Por eso, en El Asombrario hemos apostado por ella, como reivindicación del loser. FSC también siente una cercanía especial con la encina de Rute porque está ubicada en una dehesa y así puede simbolizar bien el esfuerzo de esta organización por promover el sello de gestión forestal responsable con los pluses de biodiversidad y servicios ecosistémicos (valores ambientales).
Los 11 candidatos españoles a Árbol del año 2021 –todos merecen, por supuesto, el mayor de los aplausos, y cualquier finalista para esta Eurovisión vegetal será un muy digno candidato español–son: Por Asturias, el Carbayón de Cornellana, en el concejo de Salas, un estupendo roble de más de 500 años. Por Castilla y León, el Moral de Villoviado, pueblo de Burgos donde nació el Cura Merino, famoso guerrillero de la Guerra de la Independencia; y el Moral de la Iglesia Vieja, de San Silvestre, en Salamanca. Por Galicia, Sobreira do Loña, un alcornoque en Ourense; y la Magnolia de Santa Rita, en Narón, A Coruña, a la que se presenta como la más antigua magnolia de España. Por Aragón, la Carrasca milenaria de Lecina, un ejemplar plagado de simbología y leyendas en Huesca. Por la Comunidad Valenciana, la Garrofera del Bovalar, en Alaquàs, Valencia, un imponente algarrobo en la comarca de l´Horta; y el Pino de la Baia, en Elche, Alicante, muy querido por sus vecinos. Y por Andalucía, el Quejigo de Júrtiga, en Alhama de Granada, al que le calculan 800 años; las Moreras en la Cala del Moral, Málaga, símbolo de la lucha vecinal contra la tala de árboles; y nuestra herida encina milenaria, cuya edad le lleva ya a que tenga que apoyar algunas ramas en el suelo. Todos ellos ejemplares que representan memoria, historia y sabiduría vegetal, o paisaje o monumentalidad viva, o resiliencia, lucha vecinal, seña de identidad de un pueblo. “Testigos de la historia, del clima y del respeto de los pueblos”, como subraya el lema de la competición.
Los que ganaron otros años
El concurso Árbol Europeo del Año se creó en 2011 como continuación del popular concurso Árbol del Año de la Republica Checa a cargo de la Fundación Alianza. Ahora es organizado por la Environmental Partnership Association (EP).
Entre los ganadores españoles que han ido a competir con los europeos hemos tenido una encina navarra de más de 1.000 años (“el encino de las tres patas” en Mendaza), el pino-roble de Canicosa de la Sierra (Burgos), al que prestamos atención recientemente en El Asombrario; los olmos centenarios de Cabeza del Buey, Badajoz (que, por cierto, son los que han logrado la mejor puntuación para España en el certamen europeo, con un admirable segundo puesto en 2018; después, otro árbol ha conseguido un tercer puesto, el chopo cabecero del Remolinar, en 2015, en Aguilar del Alfambra, Teruel) y el Olmo de Navajas, Castellón.
Entre los ganadores a nivel europeo, los robles han sido los grandes favoritos. Han ganado un pino checo en la última edición, un almendro de Hungría, un alcornoque portugués, un roble polaco, un roble húngaro que en 2016 superó los 72.000 votos, un roble de Estonia, un olmo de Bulgaria, que tuvo récord con más de 77.000 votos en 2014… Vaya todo nuestro apoyo a esa encina de Rute. Los perdedores están de moda, porque ayudan a practicar dos ejercicios especialmente valiosos: la resistencia y la reinvención.
Comentarios
Por Leoncio Gil, el 17 noviembre 2020
Que permanezca. Midió muchas vidas!
Por GONZALO Anguita Alegret, el 17 noviembre 2020
Redondo, como todo lo que escribes. Mi más sincera gratitud. Eres un crack
Por Marita, el 17 noviembre 2020
Salvar en la naturaleza todo lo que esté a nuestro alcance