‘Eugene Onegin’: la maldad fría y la muerte de la inocencia
El Teatro Real estrena este miércoles la nueva producción de la ópera ‘Eugene Onegin’, de Chaikovski, con dirección musical de Gustavo Gimeno y de escena de Christof Loy. Esta nueva versión escenográfica es una coproducción con la Ópera de Oslo, donde se estrenó en 2020 y el Liceu de Barcelona. Una extraordinaria aproximación a las contradicciones y la humanidad de los personajes. Desde la maldad fría y calculada a la más absoluta soledad.
En realidad, con Eugene Onegin nos encontramos ante una anti-ópera. Ante una respuesta de Chaikovski a la ampulosidad y el artificio de la ‘Gran Ópera’ que triunfaba en Occidente a finales de los 70 del siglo XVIII. Por eso el músico quiso denominar a esta obra ‘escenas líricas en tres actos y siete cuadros’, y construir con ella un universo sincero e intimista donde los personajes pudieran mostrarse con honestidad y verdad envueltos en una música tierna y comprensiva, aunque arrebatada en ocasiones. Se trataba nada menos que de llevar al teatro musical una novela que Pushkin publicó por entregas entre 1823 y 1831 –casi por entero en verso– y que ya se había convertido en uno de los pilares de la literatura rusa cuando Chaikovski encargó el libreto a su hermano Modesto y al joven escritor Konstantín Shilovski.
Tanto fue así que Chaikovski confió el estreno de Onegin a los estudiantes del Conservatorio de Moscú. Fue en el Teatro Mally el 29 de Marzo de 1878. Desde entonces, como si fuera el centro de una bella ciudad arrasada por el efecto de la turistificación ramplona y previsible, la obra ha sufrido todo tipo de dislates escenográficos y musicales que la han convertido en un título de repertorio en el que el público, casi siempre, espera la ampulosidad, el artificio y los oropeles de la alta sociedad rusa.
El director artístico del Teatro Real, Joan Matabosch, ha explicado en la presentación a la prensa que, para enfrentarse con acierto a un título como Eugene Onegin, hay que aproximarse a él como quien quiere representar un compendio de las mejores obras de Chéjov. Dejando todo el espacio a las contradicciones y la humanidad de los personajes. Y de esta manera parece que ha enfocado su puesta en escena Christof Loy, dotándola además de un sentido conceptual que incide, sobre todo, en el viaje interno del protagonista de la obra, desde la maldad fría y calculada hacia la redención en un periplo donde la contradicción infectada por la culpa y la aceptación de los sentimientos sólo puede tener un destino posible: la soledad.
No es lo mismo la soledad buscada que la soledad que asuela.
Curiosamente, la composición de esta obra está perfectamente documentada a través de la correspondencia de Chaikovski, que explica con bastante lujo de detalles cómo se siente interpelado por las vicisitudes de los tres personajes protagonistas y cómo la composición de esa maravillosa partitura –que Gustavo Gimeno comparó con Mozart y Verdi– es una especie de espejo en el que el compositor permite que le veamos reflejado en una especie de confesión musical.
Pushkin, que probablemente se sentía muy identificado con su versión del personaje de Eugen Onegin, el intelectual, seductor, ególatra y virulento poseedor de un alma de una frialdad patológica, es capaz de separarse del resto de personajes envolviéndolos en un sarcasmo crítico. Chaikovski es más generoso con su obra y sus personajes. Los comprende porque se ve identificado en todos y cada uno de ellos, y por eso los trata con comprensión y ternura, escribiendo para ellos una música compasiva y hermosa, sutil y emocionante.
Sobre todo en el personaje de Lenski, el poeta y gran amigo de Eugene Onegin, poseedor de un alma pura y crédula capaz de creerse los peores embustes tramados con premeditación y alevosía. Un hombre que todavía confía en la honestidad, el amor y la compasión. Un ser incapaz de aceptar la maldad del ser humano y la traición de la amistad, y que morirá de un certero y estudiado disparo de su amigo Onegin en un duelo. Por capricho, necedad, comodidad y despecho, Onegin se interpone entre él y su amor por Olga, la hermana de Tatiana de la que previamente ya ha rechazado sus sentimientos amorosos.
La muerte de Lenski significa el final de la inocencia y la fe en la bondad humana y el principio del infierno personal de Onegin, quien, consumido por la culpa, termina por ser conocedor de que la maldad y el hastío se han extendido por todo su ser como un cáncer irreversible. Incapaz de amar. A la deriva. Solo.
Para el director de escena Christof Loy –que en el Real ha dirigido Ariadne auf Naxos (2006), Lulu (2009), Capriccio, (2019), Rusalka (2020), Arabella (2023), La voz humana y La espera (2024)–, los tres actos de la ópera rompen su estructura de simetrías –dos hermanas, dos parejas, dos ancianas, dos paisajes, dos cartas, dos bailes…– que su dramaturgia recupera dividiendo la ópera en dos partes con distintas escenografías, protagonistas y temáticas: la primera, con un decorado casi cinematográfico, representa la soledad buscada (estar solo); en la segunda, con una estancia cerrada por un muro blanco, los protagonistas sufren con la soledad que los enfrenta a sí mismos (sentirse solo).
Gustavo Gimeno, que asumirá la dirección musical del Teatro Real a partir de septiembre, volverá a dirigir una ópera rusa, tras el gran éxito obtenido con El ángel de fuego, de Serguéi Prokófiev, en 2022. Estará al frente de un selecto reparto –con Kristina Mkhitaryan (Tatiana), Iurii Samoilov (Eugene Onegin), Bogdan Volkov (Lenski), Victoria Karkacheva (Olga) y Maxim Kuzmin-Karavaev (el príncipe Gremin/Zaretski) en los papeles protagonistas–, que actuarán junto al Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real.
Comentarios
Por Noticias musicales de enero de 2025 | Beckmesser, el 21 enero 2025
[…] EL ASOMBRARIO: ‘Eugene Onegin’: la maldad fría y la muerte de la inocencia […]
Por Eugene Onegin: la soledad como único destino de un malvado, el 24 enero 2025
[…] director de escena Christof Loy recoge el guante y trata este Eugene Onegin que Chaikovski estrenó con alumnos del conservatorio de Moscú, casi exactamente como lo definió el músico: […]