Comienza la expedición del Trineo de Viento al hielo que más se calienta

El Trineo de Viento se pone de nuevo en marcha. La plataforma impulsada por cometas, que hace más de 20 años comenzó a diseñar el explorador Ramón Larramendi, regresa al Ártico tras un parón de tres años.

El extraño e innovador vehículo polar bautizado como Trineo de Viento se pone de nuevo en marcha. La plataforma impulsada por cometas, que hace más de 20 años comenzó a diseñar el explorador Ramón Larramendi, regresa al Ártico tras un parón de tres años. Y vuelve a hacerlo con varios proyectos científicos a bordo en la que es una de las zonas más frías del planeta y, a la vez, la que se está calentando a una velocidad mayor. El nombre de la expedición no puede ser más claro: ‘SOS Arctic 2022’.

La nueva aventura de Larramendi con su Trineo de Viento, que está previsto que arranque hoy, 5 de mayo, tiene por delante un mes y medio y 1.500 kilómetros de navegación sobre el gran desierto helado del interior de Groenlandia. Será la única expedición española con objetivos científicos en esta isla que tan bien conoce el explorador. En esta ocasión, forman parte de su tripulación otras cinco personas, entre ellas la primera mujer científica que se sube al vehículo polar más sostenible del mundo, la española Lucía Hortal.

Por lo pronto, el pasado 22 de abril, una gran tormenta de nieve al llegar a la capital groenlandesa, Nuuk, ha retrasado unos días la salida de la expedición, prevista a 70 kilómetros de Narsarssuaq. Desde allí, se trasladarán hacia el norte en una ruta triangular que les devolverá al mismo sitio a mediados de junio. Si nada lo retrasa de nuevo, el plan es comenzar a moverse hoy mismo, tras ser depositados en el hielo por un helicóptero en las cercanías de los nunataks (como se llaman los picos rocosos en el hielo) más altos del interior de Groenlandia.

Más de 20.000 kilómetros recorridos, en una decena de expediciones exitosas por la Antártida y Groenlandia, avalan el futuro de un vehículo que ya  está previsto que forme parte del programa antártico español. “Con esta expedición al sur de Groenlandia queremos poner el foco en la divulgación sobre lo que está pasando en el Ártico. He visto cómo se ha transformado con mis propios ojos en los últimos 40 años, afectando a la vida de sus habitantes y del resto del mundo. A la vez, se trata de retomar el Trineo de Viento como un proyecto puntero a nivel mundial para la investigación polar, eficiente, económico y, además, nada contaminante porque funciona con cometas gigantes. Esta vez llevamos una de 250 m2. Tras el parón de la pandemia, volvemos a estar en marcha”, señalaba con entusiasmo Larramendi poco antes de la partida.

En esta ocasión, la química Lucía Hortal, que trabaja en el departamento de Ciencias Planetarias de la Universidad Libre de Berlín, será la responsable de la parte científica. En concreto, del proyecto MicroAir Polar de la Universidad Autónoma de Madrid, que ya ha participado en el pasado en otras expediciones del Trineo. Hortal pescará en el aire polar todo tipo de virus, bacterias y algún que otro tardígrado que capture. El objetivo de MicroAir Polar es comprobar cómo se distribuyen los microorganismos por el aire en ambos Polos, comprobar su capacidad de supervivencia en condiciones extremas y cómo les afecta el cambio climático.

También con la vida extrema tiene que ver el otro proyecto para el que recabarán datos, en este caso del Centro de Astrobiología (INTA-CSIC) y dirigido por Víctor Parro. En él, la tripulación perforará el hielo ártico para recoger muestras que analizará posteriormente el Signs Of LIfe Detector (SOLID), diseñado para buscar vida en otros planetas.

“Todo ello lo traeré fresquito de vuelta a los grupos de investigación que han confiado en mí para esta increíble tarea. Habrá muchas más mediciones y todas son parte de proyectos de investigación públicos. Con ellas, llegaremos a entender, por ejemplo, cómo podrían afectarnos patógenos nunca antes vistos, ocultos en las profundidades del hielo ártico y que ahora con el rápido calentamiento global pueden ser liberados a nuestra atmósfera”, ha explicado Hortal.

Con Hortal viajan también la polarista y licenciada en Ciencias Ambientales Begoña Hernández, que tendrá a su cargo el alineamiento de la expedición con los Objetivos de Desarrollo Sostenible; el periodista vasco Juan Manuel Sotillos; el alpinista de castellonense Carlos Pitarch, que grabará las imágenes de la aventura; el explorador venezolano Marcus Tobías, como responsable técnico, y liderando la expedición, el propio Larramendi, uno de los más reconocidos exploradores polares a nivel mundial.

El Trineo de Viento en el atardecer del paisaje helado.

Desde que Larramendi inició los primeros bocetos de su trineo eólico en el mismo Ártico, hace dos décadas, se ha derretido allí mucho hielo: el 30% de la capa marina que había entonces en invierno ha desaparecido y los glaciares han perdido 7.500 km2 de extensión, según investigaciones recientes. La idea de este vehículo, recuerda, le surgió tras convivir con los inuit en una aventura polar que es legendaria: recorrió 14.000 kilómetros en tres años, atravesando del Ártico desde Groenlandia a Alaska en trineo, en kayak y caminando. Fue entonces cuando conoció, y sufrió, los fuertes vientos polares y pensó en utilizar esa energía, adaptando la tecnología ancestral que le habían enseñado.

Tras una decena de expediciones –en Groenlandia y la Antártida– y varios prototipos que han ido creciendo, su Trineo de Viento es hoy una plataforma de madera articulada, y desmontable, que tiene 14 metros de largo por casi cuatro de ancho y que es capaz de mover más de dos toneladas de peso con cero emisiones. Su última gran aventura culminó en febrero de 2019, cuando recorrió más de 2.500 kilómetros en 52 días por la Antártida más inexplorada, hasta el Domo Fuji.

En aquella ocasión, a bordo del Trineo de Viento viajaron 10 proyectos científicos punteros; entre ellos, los de la Agencia Espacial Europea, la Universidad de Maine (EE UU), varios de instituciones del CSIC y otros de diversas universidades españolas. A su regreso, el entonces ministro de Ciencia, Pedro Duque, dio su apoyo al vehículo polar, propiciando la apertura de una convocatoria oficial para proyectos científicos antárticos, ahora en sus primeras fases. También entonces se celebró el I Simposio Científico del Trineo de Viento, con la participación de decenas de investigadores polares, para poner en valor los resultados obtenidos.

Ramón Larramendi, con una de las cometas al viento detrás.

En 2021, Larramendi ya trató de sacar adelante una expedición a Groenlandia, que acabó frustrándose por la pandemia. Ahora ha vuelto a la carga. “El Trineo de Viento es un proyecto que está muy vivo. En el horizonte más lejano, tenemos la vista puesta en otra gran expedición antártica para el año que viene para seguir recogiendo datos para la ciencia. En el más cercano, la ruta que iniciamos ahora,  SOS Arctic 2022, que además quiere dar a conocer el terrible deshielo en esa zona del mundo. En las expediciones de 2014 y 2016 ya vivimos las consecuencias de unas temperaturas muy altas en el interior de Groenlandia, que nos complicaron la navegación por el hielo. Esperemos que esta primavera tengamos pocos problemas”, nos comenta.

En esta ocasión, la expedición ha sido financiada con el apoyo del Gobierno vasco y con las aportaciones que ha conseguido, individualmente, cada uno de los participantes, ya sea a través de donaciones o crowdfunding. Sus resultados, podrán ser de utilidad para la ciencia que estudia el cambio climático polar y, por lo tanto, para todos.

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