La expo de Navidad: animales mutantes con tripas de basura humana
Una expo ideal para estas fechas en que la Navidad se ha convertido en la gran hoguera de las vanidades capitalistas. Una expo para reflexionar sobre el despilfarro. Está en el Círculo de Bellas Artes de Madrid y sigue abierta hasta finales de enero. La vimos a comienzos de otoño, pero en ‘El Asombrario’ hemos querido traerla ahora, durante la gran bacanal de las compras. Hablamos de ‘Especies mensajeras’, del artista catalán Álvaro Soler-Arpa, con extrañas e inquietantes criaturas apocalípticas cuyas entrañas están hechas de desechos, de la basura que los humanos tiramos con tanta despreocupación.
Especies mensajeras. Mensajeras ¿de qué? ¿Cuál es el mensaje? ¿El atroz futuro que nos espera si no cambiamos? ¿Que la distopía ya esta aquí, que habita entre nosotros ya?
En una cartela en la pared nada más entrar a la sala leemos que la exposición nos convierte en testigos “de los desafíos existenciales a los que nos enfrentamos como especie”. “Luz, sombra, vida, muerte, belleza y deformidad se combinan”.
Dice la comisaria de la muestra, Marián Boadas: “Inspiradas en los principios de la evolución, las esculturas de Álvaro Soler-Arpa representan animales mutantes, cuya extraña morfología es el resultado de mutaciones genéticas provocadas por la contaminación. Estos seres ficticios, ubicados en un futuro próximo, juegan con los límites entre lo posible y lo imposible, lo real y lo imaginario, lo grácil y lo tortuoso”.
Explica Soler-Arpa: “Llegar a estas esculturas ha sido un camino muy largo. Desde siempre me ha gustado la anatomía y los huesos. Conecté con la naturaleza a través de los huesos de animales. Al principio los rescataba de restaurantes, después de mataderos, de muladares. Aprendí a tratarlos y a limpiarlos con un taxidermista. Me he pasado horas limpiándolos; eso te hace reflexionar sobre la vida y la muerte, sobre la huella que dejamos en nuestro planeta”.
Las esculturas de Soler-Arpa son víctimas ficticias de la irresponsabilidad del ser humano moderno, reflejando la trágica realidad de muchas especies en peligro. En ese futuro imaginado –que nos resulta hoy bastante verosímil– encontramos elefantes con plumas, ovejas bípedas, reptiles peludos, anfibios rumiantes, lagartijas bicéfalas y topos con ojos luminosos…
Impresionantes seres apocalípticos que nos esperan en la oscura sala de la planta baja del Círculo de Bellas Artes, en Madrid. Criaturas hechas de huesos de avestruz, cerdo, caballo y oveja, con cráneos de zorros, carneros, perros y antílopes, más alambres, tornillos, varillas de hierro… y, ¡horror!, tripas que son residuos plásticos, desde bolsas a envases de yogur y detergentes, pero también envoltorios de cartón de galletas y latas de refrescos, paquetes de cigarrillos, incluso móviles. ¿El futuro distópico ya está aquí?
Escribe el artista en el mini-catálogo que pueden coger los visitantes de tan espeluznante zoológico: “La industrialización, la emisión de gases de efecto invernadero, la deforestación, la contaminación… Los factores que nos han llevado a la actual crisis medioambiental son muchos y diversos, pero hay un causante anterior y original que condiciona la conducta de nuestra especie y que informa mi trabajo: vivimos de espaldas a la naturaleza porque hemos perdido nuestra conexión espiritual con ella”.
Un mundo descreído, sociedades occidentales que cada vez creen menos, y tienen menos en lo que creer, que igualan bulos con verdad, que parecen ensimismadas, abotargadas, mientras el planeta gira ajeno a nuestras codicias.
La muestra es el resultado de más de una década de trabajo e investigación. Reúne una selección de piezas de cuatro series: Evolución tóxica, Esculturas del fin del mundo, Naturaleza devastada y Diseño-metástasis, algunas de las cuales nunca se han mostrado.
En palabras de Boadas, la comisaria: “Especies Mensajeras es una invitación a contemplar nuestra posición como habitantes de un planeta en transformación. A través de la mirada visionaria de Álvaro Soler-Arpa, somos testigos de la convergencia entre la belleza intrínseca de la naturaleza y los desafíos existenciales que enfrentamos como especie”.
En la serie Evolución tóxica “especies mutantes de hueso, metal y basura nos hablan de las consecuencias que están teniendo los agentes tóxicos producidos por el ser humano en la naturaleza y la biodiversidad”. “En esta arqueología de un futuro desastroso, el artista reclama que aún tenemos la oportunidad de cambiar nuestra relación con el mundo natural y encontrar un equilibrio sostenible que permita prosperar a todas las formas de vida”.
Álvaro Soler-Arpa (Girona, 1974) se licenció en dibujo en la Escuela de Artes y Oficios de Olot y más tarde en ilustración en la Escuela Llotja de Barcelona. Luego siguió una carrera en publicidad y cine que incluyó dibujar storyboards para directores como Woody Allen, Alejandro González Iñárritu y J. A. Bayona. Desde 2005 centra su trabajo en las artes visuales, principalmente en la creación de esculturas e instalaciones de aire futurista, combinando en su obra escultórica sus conocimientos de anatomía y dibujo con su interés por las formas orgánicas.
Sus inquietantes criaturas –algo así como especies que han evolucionado hacia un tipo de dinosaurios cibernéticos y apocalípticos, o dragones o medievales monstruos híbridos en la mente calenturienta de Brueghel– nos incomodan al pasar a su lado, a la vez que “dan testimonio de la evolución de la naturaleza en respuesta a la toxicidad de nuestro desaforado consumo”.
Con Soler-Arpa hablamos durante la presentación de la muestra, en octubre: “Es una exposición que habla de sufrimiento y resiliencia. Debemos mover conciencias para despertar, para reaccionar. Y en esa labor creo que el arte puede cumplir una función importante. Yo comencé hace 10/12 años un camino como artista del reciclaje y creo que he llegado a un punto en que me siento un artista ecologista, un artista activista. Espero que estas piezas hagan pensar a quienes las contemplen. La gente espera mucho de los Gobiernos, pero yo creo que la palanca de la transformación pasa por cambiar nuestras rutinas del día a día, que esos pequeños cambios vayan contagiando al entorno más cercano y así vaya creciendo la bola, se vaya haciendo más y más grande. Me he percatado de que si tú ejerces un cambio en tu comportamiento, influyes en tu entorno”.
Poco antes de abandonar la sala, leemos una cartela más: “Esculturas del fin del mundo nos transporta a un mundo yermo, en el que el ser humano ha sido vencido por sus monstruos: su ego, su arrogancia y sus miedos. Preocupado únicamente por su comodidad y satisfacción, se consume a sí mismo cuando olvida que, para su supervivencia, debe velar también por la de todo su entorno”.
Y leo las últimas palabras del artista en el catálogo: “Propongo volver a mirar el mar, el desierto y las montañas. Es de allí de donde venimos y es allí donde el hombre se ha dejado algo muy valioso: Que dediquemos más tiempo a sentirnos naturaleza cuando estemos entre su vegetación. No estoy hablando de una perspectiva teórica, sino de una actitud ante la vida…; de saberse, no dueño, sino parte de la totalidad. Utilicemos nuestra inteligencia con humildad para entender y dar de nuevo cabida al misterio que encierra lo que nos rodea. Dediquemos tiempo a buscar ese espíritu que habita en todas las cosas”.
‘Especies mensajeras’. Álvaro Soler-Arpa. Hasta el 26 de enero de 2025. Círculo de Bellas Artes. Madrid
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