Una fábrica de lavadoras ‘reciclada’ como vanguardista centro cultural
Una antigua factoría alemana en Núremberg hoy es el complejo AUF-AEG, un ‘barrio’ que aúna arte, artesanía, cultura, innovación y sostenibilidad. Desde el Centro Español al ‘campus’ de la energía.
Jornadas de cine español, conferencias de arquitectura, ferias de arte moderno, conciertos, talleres, exposiciones… Lo más innovador y creativo sobre los cimientos de un espacio que se creó para fabricar lavadoras. Este reciclaje a lo grande es lo que han hecho en Núremberg (Alemania) los propietarios de la antigua fábrica de AEG-Electrolux, una marca de electrodomésticos que llegó a ser motor de desarrollo en Alemania. Casi un siglo después, sus 168.000 metros cuadrados dan cabida a un gigantesco y peculiar barrio en el que empresas innovadoras, artistas, instituciones culturales y vecinos conviven y se complementan en torno, fundamentalmente, a la creatividad.
Atrás quedan los días de 2007 en los que el cierre de la factoría puso en pie de guerra a los nuremburgueses, tras la pérdida de 1.700 empleos. Ahí les quedaban, fantasmagóricos, los restos de una arqueología industrial que podrían convertirse en otra ruina de tantas que hay por Europa. Sin embargo, en una de esas apuesta de futuro que salen bien, la muniNúcipalidad decidió dar nueva vida a aquel lugar y hoy la antigua AEG es el nuevo complejo AUF-AEG, en el que conviven una animada mezcla de nuevos inquilinos y que forma ya parte de las rutas turísticas del arte en la urbe bávara. Electrolux aún mantiene allí su sede central alemana, pero también hay grandes salas de exposiciones y se han instalado empresas punteras de tecnología de la información, tiendas, talleres, artesanos, restaurantes y, sobre todo, un buen número de artistas que cuentan, además, con grandes áreas expositoras y que han convertido a AUF-AEG en un conocido enclave del arte.
De fábrica de juguetes de hojalata a símbolo del poderío industrial alemán
La historia industrial de este lugar se remonta a los albores del siglo XX. Los mapas históricos de 1862 muestran que por entonces eran pastizales. Fue en 1900 cuando se levantó allí una fábrica de bicicletas, que tras la I Guerra Mundial pasaría a producir juguetes de hojalata. En 1917, sus propietarios decidieron fabricar los innovadores electrodomésticos que llegaban al mercado (linternas, calentadores solares, fogones y planchas) y para 1922 se unieron a AEG, una empresa fundada en Berlín. Así se inició su despegue. Tras sobrevivir al crack de 1929, AEG siguió creciendo fabricando en Núremberg refrigeradores y cocinas, una bonanza que duró hasta que llegó la II Guerra Mundial y cambió su cadena productiva para suministrar material de guerra a los nazis.
En 1945, un ataque con bomba destruyó más de la mitad de su edificios, obligándoles a empezar casi de cero en la postguerra. Para la década de los 50, las lavadoras AEG hacían furor en Europa. Sólo en 1955 vendieron 255.000 unidades. En 1958, además, sacaron las primeras totalmente automáticas. No había hogar en el que no se soñara con tener una. AEG vendió en 1981 la lavadora número 10 millones, pero desde entonces inició un proceso de pérdidas que le llevó al cierre de su planta en 2007 para trasladarse a Polonia.
Y luego, resucitó. Tan sólo cinco años después de echar el candado, era inaugurado en el mismo enclave el innovador AUF-AEG, un barrio con una personalidad propia que en ocho años se ha ido diversificando a medida que se remodelaba y eran reconstruidos más metros cuadrados. Eso sí, siempre bajo un paraguas arquitectónico que conecta todas las estructuras de los edificios y los convierte en una sola unidad. No obstante, hoy lo que más caracteriza la imagen del conjunto es la antigua cinta transportadora de las lavadoras, el llamado Lange Dallmann, que se decidió mantener y que cruza casi toda el área a una altura de 15 metros.
Y luego, toda una comunidad de artistas
Para llevar a cabo la reconversión, desde el Ayuntamiento se hizo una licitación pública del terreno, que ganó la MIB Fifth Investment Company, especializada en la reconversión de fábricas, con la única condición de asumir la reubicación en unos 20.000 metros cuadrados de la sede central de Electrolux Alemania. Aun así, les quedaban otros 140.000 para poner en marcha el proyecto. “Había diferentes tipos de edificios, así que tenían potencial para acoger estructuras de usuarios muy diferentes, por lo que desde el principio se pensó en conservarlos casi todos y desarrollar un distrito que mantuviera su carácter urbano y, además, una alta calidad bajo un solo nombre: Auf AEG – Creación de comunidades”, señalan sus propietarios en un comunicado.
En la zona sur del complejo, sí que demolieron los 20.000 metros cuadrados de una planta de producción de electrodomésticos que se había levantado en la década de los 80, dejando así superficie suficiente para crear áreas verdes, aparcamientos y espacios de ocio al aire libre. Lo demás no se tocó para que conservara el aspecto reconocible de antigua fábrica.
Con las primeras fases ya reformadas, enseguida empezaron a llegar inquilinos, además de Electrolux. Los espacios más amplios de la zona sur, con alturas en las salas inferiores de hasta 5,5 metros, eran perfectos para galerías de arte o tiendas, mientras que los pisos superiores, con hasta cuatro metros de altura, resultaban adecuados para que diversos tipos de oficinas se integraran en su estructura tipo loft. Al final, muchos se han convertido en estudios donde trabajan artistas. En total, según su página web, ahora hay 84 artistas que trabajan allí en el campo de la pintura, la fotografía, la escritura, además de profesionales tan dispares como talladores de piedras o mecánicos de coches clásicos americanos.
Desde galerías de arte al Centro español y el ‘campus energético’
En la zona oeste, se han rehabilitado dos grandes salas que tienen 7.000 metros cuadrados y grandes claraboyas por las que entra mucha luz. Una de ellas, finalmente, está ocupado por la empresa Siemens, que fabrica allí transformadores ferroviarios, mientras que la otra se utiliza como una gran sala de exposiciones y eventos. Además, hay pequeños negocios, como artesanos del calzado, talleres de alta tecnología, el Café Pforte – que se ha instalado en el antiguo edificio de entrada de la fábrica-, una galería de la Academia de Bellas Artes, clubes deportivos y un restaurante japonés. Justo antes de que comenzara la crisis del coronavirus, acababa de inaugurarse una muestra sobre diseño en una de las salas.
Pero eso no es todo. Otro de los edificios, con más de 4.000 metros cuadrados, bautizado como el Kulturwerkstatt, acoge una academia de teatro, una escuela de música, una sala de arte para niños, el Centro Español, un salón de pedagogía teatral y una oficina cultural municipal. Su programa de eventos es tan amplio que hoy es uno de los imanes para el público de la ciudad. En este lugar, desde 2010 organizan un festival de arte llamado Open On AEG cada mes de septiembre, que regularmente recibe alrededor de 20.000 visitantes. Este año aún no figura como programado, a la espera de la evolución de la pandemia.
Toda esta cara cultural se completa con otra faceta en la que tiene mucho que ver la energía y la sostenibilidad. AUF-AEG es sede también de empresas que desarrollan iniciativas relacionadas con el medioambiente, como son el transporte eléctrico, así como un buen número de organismos de formación universitaria relacionados con la energía y la eficiencia. De hecho, se conoce también como “el campus energético” de Baviera.
Así, más de un siglo después de que los pastos fueran fábrica y tras muchas décadas en las que miles de lavadoras permitían tener más ocio a millones de mujeres, (entonces los hombres ni se acercaban a una), ahora quien visita Núremberg no puede evitar pasarse por este lugar de investigación y arte que, debido a sus dimensiones, siempre está evolucionando, como un organismo vivo que forma parte de la historia de Europa.
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