Hoy arden las Fallas: la ganadora es una preciosidad llena de agudas críticas
Esta noche (domingo 5 de septiembre) arderán los monumentos de esta atípica edición de Fallas 2021. La ganadora ha sido la falla Convento Jerusalén – Matemático Marzal , dedicada al Carnaval de Venecia, pero que esconde todo un universo reivindicativo. Repasamos visualmente sus agudas críticas a la crisis climática, a la violencia de género, al hartazgo por el eterno rifirrafe político… Analizamos también la Falla del Ayuntamiento, de Escif, que se ha convertido en un símbolo de resiliencia frente a la pandemia y que también contiene mucha carga de profundidad.
La Falla ganadora es un monumento imponente. Mide 14 metros en su parte más alta, que va rematada por un espectacular león alado, símbolo de la Sabiduría, sobre cuya melena viajan tres niños que simbolizan el Futuro. Está compuesta por más de 70 figuras o ninots y ha costado 210.000 euros. Es la falla Convento Jerusalén – Matemático Marzal, que en esta atípica edición de Fallas (celebradas en septiembre en vez de en marzo) se ha alzado con el primer premio en la Sección Especial, la reina de las categorías falleras.
Desde bien lejos queda claro que su tema principal es el Carnaval de Venecia, uno de los más famosos del planeta. A simple vista, resulta colosal e inofensiva, pero con las Fallas pasa como con casi todo en la vida: muchas veces la primera impresión resulta errónea y prejuiciosa. Los árboles no dejan ver el bosque. Entre antifaces, plumas, pelucas de época, abanicos, arlequines, lujosos tocados, puentes, gondoleros, caros y recargados peinados, ropajes y disfraces… Entre el colorido, el asombro y la prosopopeya se esconde un mensaje de fondo y una fuerte reivindicación sobre graves y preocupantes problemas que acechan a la sociedad. Más allá de la mordaz sátira política inherente casi al quehacer fallero, la mejor Falla de este año no es solo una escultura espectacular, sino toda una declaración de intenciones. Casi una pancarta.
Bajo el lema Desenmascarados, los artistas falleros Pere Baenas y Carlos Corredera traen a Valencia el Carnaval de Venecia con el Sol y la Luna como invitados y “amantes sin fortuna”. Una perfecta excusa para desenmascarar graves problemas que preocupan a la sociedad española.
Reivindicando el amor verdadero
Una simpática pareja de jubilados viajando en góndola es la protagonista de las figuras que rodean el monumento principal (estas se suelen utilizar para lanzar mensajes, críticas o escenas satíricas de todo tipo). Los ancianos que pasan por debajo de un puente sirven a los autores de esta Falla para realizar un alegato a favor de las buenas condiciones de vida de las personas mayores, comenzado por unas pensiones justas. Los dos abuelos regresan a Venecia, donde pasaron su luna de miel, para celebrar sus bodas de oro en la ciudad de los canales. Un homenaje a la generación que ha cuidado, y en muchas ocasiones mantenido, a sus hijos y nietos y que debería ser capaz de tomarse un merecido (y soñado) respiro “de un país indignado” en el que la crispación y el ruido van camino de convertirse en algo insoportable e insano.
Dando visibilidad al cambio climático
“Si el clima sigue cambiando, Venecia se inundará y esa góndola con encanto en arca se transformará”. ¿Qué ciudad sino Venecia se ha convertido en símbolo de la subida del nivel del mar? “Las cosas son arrasadas, los bosques quemados, las aguas contaminadas y los animales aniquilados”. Es lo que se puede leer en carteles entre los ninots de una dramática especie de Arca de Noé. “La juventud busca un mundo en condiciones, porque el clima está jodido y el agua les llega a los co…». Un mensaje más que oportuno. Una fuerte gota fría ha puesto en serias dificultades la plantá de estas Fallas. Mientras los monumentos falleros luchaban por sobrevivir a la tormenta –unos con mayor fortuna que otros–, en los telediarios veíamos con preocupación las imágenes de tremendas inundaciones en Alcanar, Toledo, Vinarós, Benicassim, Sagunto…
La violencia de género es cosa de todos
El drama de las mujeres maltratadas y asesinadas víctimas de la violencia de género también tiene un hueco en esta Falla ganadora. “Hemos de desenmascarar al violento maltratador que se solía esconder con disfraz de señor. Hay gente que siempre muestra una máscara imponente cuando realmente se demuestra que es un malvado indecente”. El conjunto de figuras muestra una bestia maltratadora encadenada que un hombre y una mujer, en clara metáfora de toda la sociedad, intentan mantener a raya. La violencia de género no es solo una lacra privada y personal.
Desenmascarando la invasión de la comida basura
“A Venecia ha llegado una moda engordante que se ha desenmascarado como una dieta invasora. El payaso sonriente y un repartidor veloz llevan comida basura a los niños de todo el mundo. Las costumbres americanas se han impuesto y a la comida mediterránea se han merendado”, puede leerse en la Falla ganadora, que se preocupa también por el auge de la comida basura, con todo lo que conlleva: alimentos de una calidad más que sospechosa proveniente de macroexplotaciones en las que el maltrato y abuso animal quedan justificados en aras del mayor beneficio económico. En la Falla destaca una figura de un pollo mutante con tres cabezas y un enorme personaje con sobrepeso que preside toda la escena.
El hartazgo por la tensión de las dos Españas
La polarización, el enfrentamiento y la crispación preocupan a los españoles y también están representadas en este monumento. Dos ancianas disfrazadas escenifican una boda como símbolo de concordia entre las dos Españas. Sin embargo, los artistas falleros escriben: “A los políticos de los dos bandos no les gusta esta boda porque viven de crear en nosotros la discordia. La solución más humilde para una España deshecha es una boda civil de la izquierda y la derecha”. La figura de dos perros con collares con las banderas republicana y nacional tiran con fuerza de los trajes de las dos mujeres para separarlas. “Tras la careta de manera habitual la política fracasa por un odio radical”.
La gigantesca metáfora de la falla del Ayuntamiento
Cambiamos de Falla. La meditadora del artista urbano Escif se ha convertido, sin duda, en el símbolo de resistencia frente a la crisis sanitaria de la covid-19. En palabras del propio creador, se trataba de “una mujer majestuosa, elegante, profunda. Una mujer empoderada, solida, contundente. A primera vista, esta meditadora se nos presenta impasible, como una montaña. Sin embargo, algo en ella nos hace sospechar que se mueve. Efectivamente, un mecanismo escondido en la base del monumento permitiría su rotación en una latencia que reproduce el intervalo de tiempo de rotación de la tierra”. Pero… Pero horas después de comenzada la instalación de este monumento, el 13 de marzo de 2020, el Gobierno de España declaró el Estado de Alarma y las Fallas fueron canceladas. La meditadora quedó partida por la mitad en el suelo de la plaza. A puerta cerrada se quemó el cuerpo y al busto, a la cara, se le colocó una mascarilla gigante convirtiéndola en el vivo mensaje de que esto también pasará, como el tiempo trasciende al fuego que año tras año da la bienvenida a la primavera valenciana.
La historia de la meditadora dio la vuelta al mundo, convirtiéndose en un símbolo de resiliencia, esperanza y ecuanimidad. ‘Esto también pasará’, nos dijo… Como todo en esta vida. Lo que conocemos y lo que no conocemos. La naturaleza no distingue elementos, ni materias, ni tiempos. Todo es efímero. Ahora… y siempre.
Así, más de un año después, cobra mucho sentido regresar al proyecto original de Esto también pasará de 2020 que no ha podido colocarse como estaba previsto. Según podemos leer en un cartel expuesto junto a las figuras que completan a la meditadora, la idea de Escif suponía el reto de convertir toda la icónica Plaza del Ayuntamiento en una gigantesca Falla repartiendo otras pequeñas figuras en emplazamientos escogidos del espacio.
Cuatro migrantes encaramados a la jaula metálica en la que se realizan las mascletás evocarían, desde el epicentro de la fiesta fallera, el drama de las vallas de Ceuta levantadas para contener la llegada de migrantes de África a Europa. A la estatua de Francesc de Vinatea, caballero del Reino de Valencia, que se alza en un extremo de la plaza, se le añadiría una maleta para convertirlo en símbolo de “la plaga turística” a la que no se pone freno. En el balcón del Ayuntamiento, reservado a políticos y autoridades, se instalaría un teletubbie “bien envuelto de autoridad”. Un oso polar navegaría por la fuente de la plaza como denuncia del calentamiento global…
Estas Fallas atípicas, en septiembre, con toque de queda, con medidas sanitarias y de seguridad, con mascletás de extrarradio y a medio gas, son, sin duda, una llama de esperanza: fueron las primeras fiestas populares en suspenderse en España y han sido las primeras en regresar como buenamente han podido. Un faro para empezar el curso. Pero también, paradójicamente, constituyen la reflexión, la denuncia y la alerta. Esperemos que también la autocrítica y una mirada diferente.
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