El fascinante universo de Moneo se instala en el Thyssen
El museo Thyssen de Madrid acoge, en su 25 aniversario, la exposición ‘Rafael Moneo, una reflexión teórica desde la profesión’, la mayor retrospectiva dedicada a uno de los mejores arquitectos de España y autor de la remodelación del palacio de Villahermosa, sede de la pinacoteca. Una muestra apasionante basada en 52 de los proyectos más emblemáticos del arquitecto navarro.
En las primeras salas de la exposición Rafael Moneo, una reflexión teórica desde la profesión, se escuchan salir desde un monitor de televisión las notas de la suit inglesa número dos de Bach en la versión del pianista Glenn Gould, y entonces uno se da cuenta de que esa banda sonora es la perfecta para una muestra que narra la belleza que ha sabido transmitir un matemático del espacio como Rafael Moneo a través de sus más de 50 años de trabajo. Una belleza incontestable, una genialidad que le llevó a ser el primer arquitecto español en conseguir el premio Pritzker en 1996, aunque –como las interpretaciones del pianista canadiense- en ocasiones rodeada de polémica.
Fue tremenda la que se armó en San Sebastián cuando se conoció el proyecto de construcción del Kursaal en la desembocadura del río Urumea. Hubo manifestaciones y hasta una asociación ciudadana en contra de su proyecto, al que se atacaba casi por brutalista e invasivo. Hoy, 18 años después de su inauguración, esos dos bloques de hielo que parecen abandonados por el mar en la playa de la Zurriola y que se iluminan, como el fuego cuando cae la noche, se han convertido en uno de los iconos más apreciados de la ciudad. Y qué decir de la lluvia de críticas a su proyecto de ampliación del Museo del Prado de Madrid que incluía la reforma del claustro de la iglesia de los Jerónimos, por poner tan solo dos ejemplos.
“Siempre he sido reticente a las exposiciones de arquitectura; sin embargo, tal vez estoy más en las paredes de este museo que sentado en esta mesa”, dijo ayer Rafael Moneo durante la presentación de la exposición en el Museo Thyssen de Madrid. Una muestra que desde 2014, gracias a la Fundación Barrié, ha enseñado la genialidad de Moneo primero en A Coruña y más tarde en Lisboa, Ciudad de México y Hong Kong. “Era lógico que terminara su periplo en el Thyssen”, dijo Guillermo Solana, director artístico de la pinacoteca, “justo cuando se cumple el 25 aniversario del Museo en el palacio de Villahermosa, cuya remodelación es obra también de Moneo; celebramos una especie de paradoja en la que el autor se ve colgado de sus propias paredes”. Moneo expuesto en un edificio de Moneo.
Rafael Moneo. Una reflexión teórica desde la profesión. Materiales de archivo (1961-2016) está comisariada por Francisco González de Canales, profesor de la Universidad de Sevilla y de la Architectural Association de Londres. La exposición ha sido coproducida por la Fundación Barrié, el Estudio Rafael Moneo y el Museo Thyssen, y reúne una selección de 121 dibujos, 19 maquetas y 152 fotografías de un total de 52 proyectos emblemáticos del arquitecto. Además, coincidiendo con el cumpleaños del museo, la exposición cuenta con una pequeña muestra, comisariada por el arquitecto José Manuel Barbeito, que recoge la historia del Palacio Villahermosa desde mediados del siglo XVIII hasta su transformación, en 1992, para convertirse en el Museo Thyssen-Bornemisza.
Guillermo Solana, que calificó a Moneo como “el arquitecto más relevante de España”, recordó, además, cómo esta exposición permite al espectador escuchar los ecos de una obra de Moneo en la siguiente. “Es innegable que el Museo Romano de Mérida –una de las obras clave en la carrera del arquitecto- es un pariente decisivo para que el museo Thyssen sea lo que es hoy. Tras la visita del barón Thyssen a Mérida, regresó con la decisión de que sería Moneo el encargado de proyectar y realizar el edificio que albergaría su extraordinaria colección de arte en el centro de Madrid”. “Nuestro zaguán, que es nuestra imagen en todo el mundo”, continuó Solana, “se reconoce en algunos rasgos del edificio Audrey Jones Beck de Houston y la luz en los lucernarios de los Museos de Arte Moderno y Arquitectura de Estocolmo”.
La exposición se articula en seis secciones biográficas donde se muestra, de forma cronológica y centrada fundamentalmente en el dibujo, la evolución de un artista que no solo ha dejado su impronta en las ciudades más relevantes del planeta sino, además, como profesor en las universidades de Madrid, Barcelona y algunas de Estados Unidos como Harvard o Princeton, en la formación de cientos de arquitectos.
La muestra es apabullante. Es mucho y variado el material recopilado. Tanto que el ritmo de las obras colgadas en las paredes prácticamente no da descanso al espectador. Es una exposición para dedicarle tiempo y en la que destacan impresionantes dibujos a mano alzada, como el del concurso para un edificio de la Ópera Nacional en Madrid de 1962, tan solo un año después de que Moneo terminase la carrera. Pero también maquetas como la gigantesca del Kursaal de San Sebastián o la de la ampliación de la estación de Atocha de Madrid. Podremos ver cómo dialoga la gran catedral de Los Ángeles, California, con la pequeña parroquia en las Riberas de Loiola en San Sebastián, y cómo cambió la fisonomía de una parte de Barcelona el edificio L’Illa Diagonal.
Una retrospectiva en la que se hacen visibles las palabras del arquitecto cuando habla de libertad y continuidad. “Son dos conceptos muy importantes, ya que las obras no suelen ser tan autónomas como creemos. Hay que construir ciudad y por eso la noción de continuidad es una de las respuestas en un momento en el que la arquitectura se debate entre las figuras y los hitos individuales. Una arquitectura más atenta a exacerbar su personalidad que preocupada por un futuro de ciudad deseable que, desde hace unos años, parece que ya casi no tuviera importancia”.
Exposición ‘Rafael Moneo. Una reflexión teórica desde la profesión. Materiales de archivo (1961-2016)’. Del 4 de abril al 11 de junio de 2017. Museo Thyssen-Bornemisza.
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