Perdona bonita, pero Dunia Ayaso quería a Félix Sabroso
El escritor y periodista Luis Roca publica ‘La Isla Interior’, el primer libro sobre Félix Sabroso y Dunia Ayaso, editado por Filmoteca Canaria y que tiene su punto de partida en el fallecimiento de la carismática directora en febrero de 2014. El volumen, que se presenta en el Festival de Málaga-Cine Español el miércoles 27 de abril, nos descubre las claves de una compleja relación personal y profesional, que nos dejó películas inolvidables como ‘Perdona bonita, pero Lucas me quería a mí’, ‘Descongélate’ y ‘La isla interior’.
El libro incluye el guión de la película La isla interior (2009), una amplia entrevista con Félix Sabroso, el álbum de fotos de la pareja, su filmografía y colaboraciones firmadas por reconocidoss actores, actrices, cineastas y diseñadores vinculados a Sabroso y Ayaso. Entre ellos, Candela Peña, Pepón Nieto, Javier Cámara, Boris Izaguirre, David Delfín, Antonio de la Torre, Cayetana Guillén-Cuervo, Alberto San Juan, Elena Benarroch, Goya Toledo, María Pujalte, Ángel Burgos, Mar Flores, Carmen Ruiz, Miren Ibarguren, Jorge Calvo, Javier Fernández, Pepe Reyes, Juan Antonio Castaño, Paco Arroyo y los hermanos Ayaso Formoso.
Perdona bonita, pero Dunia me quería a mí es el título genérico del homenaje a Dunia Ayaso. Además, el libro se completa con ocho versiones del cartel de La isla interior, realizadas por Juan Gatti, la crítica cinematográfica de la película escrita por Jordi Costa y todas las fotografías que la distribuidora Alta Films usó para la promoción de esta película protagonizada por Alberto San Juan, Candela Peña, Geraldine Chaplin, Cristina Marcos y Celso Bugallo, que obtuvo importantes reconocimientos, como la Navaja de Buñuel a la Mejor Película del Año del programa Versión Española. Fue, también, el último de la pareja antes de que la muerte sorprendiera a la directora el 28 de febrero de 2014, a los 52 años.
El libro se presentará en Málaga en un acto abierto a público y prensa. Será en el Museo Thyssen a las 18.00 horas con la presencia de Luis Roca y Félix Sabroso.
Publicamos aquí fragmentos de la entrevista de Luis Roca Arencibia a Félix Sabroso, más el texto escrito por el actor Javier Cámara.
¿Desde cuándo se conocen Félix Sabroso y Dunia Ayaso?
De niños estudiamos en el mismo colegio, aunque entonces no llegamos a conocernos. La conocí cuando tenía 16 años. Ella vivió siempre en la calle Tomás Morales de Las Palmas, al lado del cine Capitol, y yo vivía en el edificio Campo España, en el mismo barrio, aunque en el otro extremo, junto la Clínica del Pino.
Ella al lado de un cine y usted junto a un hospital.
Los dos coincidimos en una compañía de teatro que se organizaba en el Instituto Pérez Galdós, Farándula Macaronésica, dirigida por el profesor de literatura Paco Arroyo, una persona que nos enseñó a amar la literatura, el teatro, que nos subió por primera vez a unas tablas, y que nos hizo aficionarnos al cine. Éramos solo estudiantes con anhelos artísticos. Con Farándula Macaronésica llegamos a hacer giras por las islas, representamos los entremeses cervantinos en el Festival de Teatro Clásico de Almagro. Éramos actores, pero también construíamos los decorados, pintábamos telones, yo me encargué muchas veces de diseñar el vestuario.
¿Cómo nacían sus proyectos cinematográficos?
Yo me he ocupado siempre más de la fase inicial, de la creación del guión, la invención de la historia. Ahí Dunia participaba de forma más pasiva, leyendo lo que escribía, aportándome ideas. Su proceso era más técnico y frío. Yo podía lanzarme a traicionar las reglas del género, ella me ponía los límites. En todo el proceso posterior ella era capaz de sostener ese entusiasmo inicial mío, desde la negociación con los productores al rodaje.
¿Era fácil la convivencia?
Ella era una mujer con mucho carácter y yo tampoco soy flojo, así que ha sido una unión fructífera y enriquecedora, pero también muy sufrida. Porque nuestras discusiones eran sonadas. Cuando discutíamos reventábamos las casas, rompíamos cosas, la gente que estaba delante de nosotros alucinaba. Eso ocurría porque no nos pasábamos una, los dos queríamos ser y queríamos estar, y queríamos vivir, y necesitábamos llevar al día la relación desde el punto de vista personal, emocional y profesional. Hemos sido muy bestias. Ahora, con el tiempo, pienso que debía haberme ahorrado algunas discusiones. Pero también creo que nos hemos sabido hacer felices el uno al otro.
¿Pensaste en que ibas a ser pareja artística de Dunia Ayaso para siempre?
Después de cada rodaje, Dunia necesitaba unos días sin verme, se iba normalmente a Canarias con su familia. Y decía: “¡Una y no más, Santo Tomás, esta es la última!”. Pero no era verdad. Cuando yo planteaba un nuevo proyecto, ni la excluía ni ella se sentía así. Seguíamos adelante juntos. Siempre fantaseábamos con la posibilidad de hacer algo en solitario, pero luego eso no sucedía, un día después ya estábamos hablando por teléfono cinco veces al día. Porque Dunia y yo básicamente hablábamos, nos pasábamos hablando todo el día, desde que nos levantábamos hasta que nos acostábamos, analizando la realidad, lo que nos pasaba. Tengo la sensación de que con mi pasión y mis excesos he podido ser invasivo para ella; ella a veces necesitaba apagar el ruido alrededor, no por mí, sino por su exceso de preocupación con los demás, con hermanos y amigos.
Ustedes son directores muy apreciados por actores y actrices.
Nunca le agradeceré lo suficiente a un actor que ponga piel y voz a lo que he escrito. Es cumplir un sueño. Cuando un actor decide hacer una película normalmente son gente generosa, te brindan su entusiasmo y fe con especial intensidad. Esa es la razón por la cual también me preocupo de escribir personajes con enjundia, que a ellos les hagan sentirse felices. Es como devolverles el regalo. A los actores les gusta el disfraz, que les hayas hecho un personaje a medida. Al final hay algo del director que tiene que ver con complacer a niños en una especie de juego raro. Crearles un personaje, que entren en su piel y lo desarrollen de manera divertida con nosotros, no solo durante el rodaje, sino en los ensayos, en descansos.
La vinculación con Pedro Almodóvar ha sido una pregunta recurrente.
Obligatoria, no solo en España, en cualquier festival del mundo. Pero al margen de las referencias directas, es más un asunto de cercanía. Y esto no se ha entendido bien. Tenemos una cultura similar, bebemos de referencias parecidas. Él fue un gran alquimista, ha conseguido unir el melodrama clásico, Buñuel, la españolada, Mihura, la cultura pop. Esas eran las mismas fuentes de las que bebíamos nosotros, algunas veces tomadas, sí, directamente de la manufactura de Pedro Almodóvar y otras veces de forma original. Como decía Dunia, lo que nos ha pasado es que hemos tenido una vida almodovariana.
Con ‘Perdona bonita, pero Lucas me quería a mí’ (1996) reventaron las taquillas.
Lo curioso es que no lo vivimos como un éxito. Veíamos colas de gente en los cines de la Gran Vía, pero pensábamos que eso era lo que pasaba cuando uno hacía una película, que te entrevistaban mucho, salías en muchos medios y después había colas de gente para ir al cine. No interpretamos que estábamos teniendo éxito en comparación con la posibilidad de fracasar. Era nuestra primera película y teníamos unas altas dosis de ingenuidad.
¿Qué piensa de la España de hoy?
Creo que el cineasta, el artista, tiene hoy más responsabilidad que nunca, las cosas están caminando hacia un conservadurismo extremo y hacia una idiotización de la sociedad basada en una cultura orquestada para sostener al sistema, procurando que la gente lea menos, sea menos reflexiva, se apueste por el entretenimiento en lugar de la reflexión. Todo eso es muy sintomático de una sociedad que cada vez sabe menos teniendo más fuentes de información. Creo que hay un acto de responsabilidad en los creadores de hacer películas más concienzudas. Estamos creando una sociedad escéptica, descreída, con menos calidad en los valores, individualista e infeliz, porque no hay mayor herramienta para la felicidad que la capacidad de cultura y reflexión.
Meciéndonos juntos
POR JAVIER CÁMARA
No recuerdo exactamente cuándo conocí a Dunia. Lo cierto es que la recuerdo siempre como un tándem armónico, creativo y explosivo con Félix Sabroso. Siempre estaban juntos. Nunca vi a Dunia sin que no estuviera Félix. Si ha habido un matrimonio artístico cerca de mí, sin duda han sido ellos. Me resulta difícil separarles.
Seguramente llegaríamos en los mismos años a Madrid. Yo llegué en 1988, pero fue bastante más tarde cuando nos conocimos. Es cierto que Dunia siempre ejercía una labor más de organizadora ante el descontrol desbordante de Félix como creador, pero eran indisolubles y a la vez difícilmente mezclables. Eran un combinado explosivo, una aleación poderosa y fueron montones las noches que se hacían día hablando, proyectando, creando, ¡soñando juntos! ¡Y yo junto a ellos!
Leimos El tiempo de los monstruos los tres, fue lo último que hicimos juntos. Mientras Félix leía entusiasmado en voz alta, Dunia y yo nos mirábamos estupefactos ante lo arriesgado de la propuesta. Dunia me sonreía, porque sabía que difícilmente iba a entender una primera lectura de un guión tan críptico como fascinante. Era la hora de la siesta, Dunia y yo nos íbamos meciendo por las palabras de Félix, el sol entraba por las ventanas y Dunia seguía sonriéndome. «Confía», parece que me decía…
No volví a verla. Unos días después se quedaba en la cama de un hospital en su tierra natal y mortal.
Es la primera persona de mi familia ficticia que se me va. La ficción, por si no lo saben, se vive más intensamente que la realidad…
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