Cómo el Festival de Teatro de Almagro nos ayuda a actualizar mitos y ritos
Lope de Vega, Calderón, Cervantes, Tirso de Molina, Góngora, Quevedo… Con toda su artillería de honor y honra, señores, reyes y vasallos, amos, amas, criadas y criados, enredos de amor y engaño. Pero los clásicos por algo son clásicos: de su médula podemos extraer tanto que en cada época los vivamos como actuales. Es el eje principal en el que quiere insistir Ignacio García, que se estrena este año como director del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro en su 41ª edición, que arrancó el fin de semana y durará hasta el 29 de julio: Más inclusivo, más accesible, más mujeres, más América, más conectado con los jóvenes y con la sociedad actual y sus retos y preocupaciones.
¡Barroco para todos, señoras y señores! Pero un barroco más femenino, más americano y “más accesible e inclusivo” (uno de los lemas del festival 2018). Las pautas ya las dejó también marcadas Natalia Menéndez, directora del festival entre 2009 y 2017, y cuya labor fue reconocida incluso por el ministro de Cultura y Deporte, José Guirao, que acudió a la inauguración y subrayó que este es un festival que en los últimos años no ha hecho sino crecer y crecer, en calidad, prestigio y proyección.
El Asombrario estuvo el fin de semana en el arranque de esta 41ª edición del festival y allí pudo comprobar su buen estado de salud y buen ambiente, en ese placentero y cuidado pueblo manchego de las 3 enes –encajes, encurtidos y entremeses teatrales- que es Almagro (Ciudad Real). Su director, Ignacio García (Madrid, 1977), que ha llevado muchos montajes barrocos al otro lado del Atlántico, nos destacó lo que quiere que sean los tres ejes de su manera de entender el festival. Vamos con el primero: “Siglo de Oro en español, no español, sino en español, lo que ha de incluir todo lo escrito en América, un Barroco de ida y vuelta, que ponga en valor el patrimonio de los casi 600 millones de personas que hoy en día hablan español, un intercambio de iguales a iguales, sin el estigma colonial, porque somos herederos tanto de Calderón como de Sor Juana Inés de la Cruz”. De ahí, que este año Colombia sea el país invitado al festival, con protagonismo en diversos escenarios.
Precisamente el cartel de esta edición, con una oronda Infanta Margarita del pintor Fernando Botero, extraída de Las Meninas, une esa apuesta por América/Colombia con el segundo pilar: un festival más femenino. El concierto del sábado de la soprano colombiana Betty Garcés (con canciones de Turina, Granados, Mompou… que ponían música a versos de Lope de Vega, Góngora, San Juan de la Cruz…), acompañada al piano por Alejandro Roca, volvió a unir esos dos empeños: el americano y el femenino. “Este año contamos con 15 espectáculos dirigidos por mujeres, en torno a un tercio del total”, subraya Ignacio García.
En ese protagonismo de la mujer y el intercambio con América destacamos doce funciones (sirvan también de recomendación para quienes este mes quieran acercarse a Almagro):
Desengaños amorosos (representada el fin de semana en ese Corral de Comedias que ha cumplido la friolera de 390 años, y da calenturas de oírlo), una ágil y entretenida obra de Nando López en torno a la guerra de sexos, sobre textos de María de Zayas Sotomayor, gran escritora del Siglo de Oro cuyas obras prohibió la (maldita) Inquisición; dirigida con limpieza por Ainhoa Amestoy e interpretada con mucha, mucha gracia.
Uno de los grandes éxitos de los primeros días del festival, en Patio de Fúcares: El banquete, dirigido por dos mujeres, Catherine Marnas y Helena Pimenta, toda una experiencia llevada a buena mesa por la Compañía Nacional de Teatro Clásico, muy bien acogida por el público sobre la pervivencia de ritos y mitos en torno a textos clásicos universales.
Una Celestina (el gran mito español femenino), en versión de Jaime Policarpo (Estival producciones, Corral de Comedias, días 13-15).
Mestiza, obra de Julieta Soria con dirección de Yayo Cáceres, en la que un jovencísimo Tirso de Molina entrevista a la anciana Francisca Pizarro Yupanqui, primera mestiza del Perú, hija de Francisco Pizarro y la princesa inca Quispe Sia, que vive como dama española en el Madrid del siglo XVI. El en principio inocente diálogo desemboca en un viaje personal y crítico por la historia española de aquellos años (Emilia Yagüe Producciones, Corral de Comedias, días 20-22).
La Baltasara, de Inma Chacón, con dirección de Chani Martín: la historia de una mujer que quiso ser libre en la España del siglo XVII; actriz de renombre que en mitad de una representación abandonó los escenarios para convertirse en ermitaña (Compañía La Baltasara, Corral de Comedias, 28 de julio).
Dos clásicos con protagonistas femeninas: La dama duende, de Calderón de la Barca, con dirección de Helena Pimenta, en torno a una curiosa, enérgica y osada doña Ángela (Compañía Nacional de Teatro Clásico, Hospital de San Juan, días 20-29). La dama boba, enredo de Lope de Vega, con dirección de Alfredo Sanzol, que muestra la astucia e inteligencia de las mujeres (Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico; Patio de Fúcares, 18-21 julio).
Sin duda Sor Juana Inés de la Cruz (mujer de lo que hoy es México) es una de las estrellas más brillantes de esta edición del festival. De ella podremos ver Los empeños de una casa, con dirección de Pepa Gamboa y Yayo Cáceres (Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico, Patio de Fúcares, 12-14 julio). En su vida y obra está inspirada Yo la peor de todas (sueño de monja) (Teatro La Vox, de Suiza; Patio de Fúcares, 26-28 julio). Además, una hermosa producción de danza y música, Nacida sombra, dirigida por Rafaela Carrasco, hará que el baile flamenco se encuentre con grandes creadoras del Siglo de Oro en España e Hispanoamérica: Teresa de Jesús, sor Juana Inés de la Cruz y María de Zayas (Palacio de los Oviedo, días 19 y 20).
En el Almagro Off, otra pieza se acerca, a modo de collage, a esta monja dramaturga: Juana Inés: paráfrasis de sí misma (Teatro Estudio TEES y Teatro Nómada, de México; Silo, día 24). También en el Off, Leonor, versión libre de Valor, agravio y mujer, de Ana Caro Mallén (Teatro a7, Silo, día 18), “una comedia aparentemente típica en la que, a través de la búsqueda de justicia por parte de una mujer, se pone en cuestión una estructura social y teatral que parece ser tan limitante como inmodificable”.
Sin embargo, los aplausos de la apertura de esta edición del Festival de Almagro fueron para el enérgico montaje de Josep Maria Mestres con la Compañía Nacional de Teatro Clásico de El Burlador de Sevilla, de Tirso de Molina, germen del mito de Don Juan, cruel maltratador de mujeres, representado por un soberbio Raúl Prieto, con una carga gestual de macarra que sirve a las mil maravillas al propósito; muy bien acompañado por Pepe Viyuela en papel de criado de ese despreciable don Juan Tenorio. (El burlador de Sevilla, Hospital de San Juan, hasta el día 15).
Por cierto, en uno de los encuentros entre gentes del buen vivir teatral, actores, críticos, periodistas y estudiosos del teatro, uno en torno a los grandes mitos españoles, las periodistas Prado Campos y Mari Sierra (cómo con estos nombres no citarlas en una revista que cuida la cultura y cuida la naturaleza y el medioambiente) quisieron añadir a los ya sabidos –el Quijote, el Lazarillo, el don Juan– a dos mujeres creadas por Lope de Vega, para reivindicarlas como mitos en una manera nueva de mirar la historia y la literatura, desde nuestra perspectiva 2.0: La Diana de El Perro del Hortelano, una mujer que decide darse placer, aunque suponga marear a los hombres; justo será reconocerle su osadía en aquellos tiempos. Y la Laurencia de Fuenteovejuna, quien, tras ser violada, no decide callarse, clama justicia y se convierte en lideresa que mueve al pueblo a decir ¡basta! Muy actual.
América, mujeres… El tercer eje –que no nos olvidamos, aunque esto nos vaya quedando largo- del festival, según lo que nos indicaba su director, es la accesibilidad e inclusión, el empeño en adaptar los espectáculos a todo tipo de discapacidades, y no solo como público, como receptores, sino también como parte activa de la programación. En este sentido, comprobamos los esfuerzos en el pueblo, en los espacios para las representaciones y en las producciones para llegar a personas con limitaciones de movilidad, auditivas y visuales; incluido el taller infantil organizado por la ONCE. Todo en ese empeño para que quepan cuantos/cuantas más, mejor; “miradas inclusivas, humanistas, integradoras de los clásicos”, que recalca Ignacio García, en una constante reinvención de los clásicos, que es lo que quiere decir la cita eslogan de la edición de este año, tomada de Segismundo en La vida es sueño, de Calderón de la Barca: “Soñemos, alma, soñemos otra vez”.
Por lo demás, y vamos ya acabando, que cansar no quiero a cuantos lectores en El Asombrario recalan, séanme permitidas unas cuantas anotaciones más de lo que dieron de sí los primeros días del festival almagreño. Muy recomendable la exposición El arte de crear ilusiones (Iglesia de San Agustín, hasta el 14 de octubre), organizada por el Museo Nacional de Teatro, con fidedignas reproducciones de ingenios que se usaban en los corrales de comedias de nuestro Siglo de Oro para crear sonidos de tormenta, viento, lluvia y terremoto; así como la pequeña exposición con trajes creados por ese maestro de la labia y la aguja que es Lorenzo Caprile (Museo del Encaje y la Blonda, hasta el 29 de julio). Dejar aquí constancia del Premio Corral de Comedias, que se lo dieron este año con todo merecimiento al gran actor Carlos Hipólito, y de otro reconocimiento, en forma por primera vez de Berenjena de Plata, a una de las periodistas más queridas del mundillo de los titiriteros en España, Rosana Torres, redactora de El País. Dediquemos tres líneas a ensalzar la recuperación de un nuevo espacio para el festival, el generoso patio del Palacio de los Oviedo, que fue Cine de verano y últimamente andaba lleno de maleza y abandonado. Y unas cuantas palabras a recordar que trajín y enredos de esta 41ª edición comenzaron con un José Guirao como ministro anunciando que Amaya de Miguel, otrora, allá por los noventa, directora de este festival, será la nueva encargada del Inaem.
Revivamos los clásicos, pues, “soñemos, alma, soñemos otra vez”, y no dudéis, si vais por esas tierras manchegas, de darle al pisto y a la berenjena, a los duelos y a los quebrantos, a la siesta y el buen folgar a la sombra de las higueras, sin perder ni el tono ni el tino.
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