Fira de Tárrega: el espectáculo está en la calle y en la gente
Una ciudad que se transforma durante cuatro días. Sus calles se llenan de polvo de colores, antorchas de fuego, alas de mariposa, caras pintadas, escenarios, aplausos, silencios atentos, música, danza, circo, teatro… Esta ciudad es Tàrrega (Lleida) y entre sus secretos para mantener durante 36 años la Feria de Artes Escénicas (Fira Tàrrega) se encuentran la pasión de quienes la organizan, la acogida de la ciudadanía, el apoyo de las administraciones y el arte de quienes la hacen latir con sus espectáculos. ‘El Asombrario’ estuvo en su última edición, la 36, el pasado fin de semana.
Puede ocurrir que acabes dentro de un ataúd-cuna balanceándote suavemente. Es The last cabaret, de Kiku Mistu, una instalación performance con 12 ataúdes rediseñados que nos aproxima al tabú de la muerte para celebrar el ciclo de la vida. O puede ocurrir que acabes bailando desenfrenadamente junto a los actores de Crotch (entrecuix), una pieza de danza que reflexiona sobre la identidad de género, visibilizando los cuerpos desobedientes, la sexualidad libre y el pensamiento disidente. Una pieza en la que participan también voluntarios del colectivos LGTBI locales. O te puedes poner unas gafas para aumentar la percepción acústica y adentrarte en un viaje sonoro con el Teatro del Sonido. O podrías incluso acabar comiendo lo que cocinas junto a otros espectadores en La Cocina Pública, de la compañía chilena Teatro Container.
Todo sucede en la Fira Tàrrega, que este año ha celebrado su 36ª edición del 8 al 11 de septiembre. “Es un honor para nosotros estar aquí, Tàrrega es un lugar muy conocido en el teatro de la calle del mundo. Nosotros empezamos hace dos años a hacer en Punta Arena, en el Sur de Chile, nuestro espectáculo de cocina de barrio, cocina de calle, una cartografía gastronómico-cultural de los lugares a los que vamos, donde los vecinos, que son los cocineros, eligen sus platos y nosotros les ayudamos a prepararlos con el público”, explica Williams Luttgue mientras organiza todo junto a Dolors, la cocinera de Tàrrega que comparte su receta de cassola de tros.
Esta compañía chilena considera que el arte de la cocina no es un arte menor, sino un arte común, por eso se prepara entre todos. “Queríamos sacar el teatro de las salas, acercarlo a la gente, todos sabemos cocinar, criticar un plato, disfrutar de la comida”. A Ernest, que ha venido desde Barcelona, le ha encantado la experiencia. “Nunca había cocinado así colectivamente, lo he disfrutado muchísimo. Más que comer, que también porque estaba muy bueno, ha sido la experiencia de cocinar con gente que no conoces”.
Para Oriol Martí, director ejecutivo de Fira Tàrrega, la participación es una de las claves que han consolidado esta feria profesional como gran mercado de artes escénicas junto a su vertiente de festival para el público. “La salud actual del proyecto se explica porque la Fira está sabiendo escuchar y entender qué está pasando en el mundo contemporáneo”. Puesto que el paradigma escénico se ha transformado, las artes de calle son una herramienta fundamental para entender estas nuevas realidades y transformarlas. “Todo se resume en gobernanza. La ciudadanía se empodera y quiere participar en cosas en las que antes no participaba, como la política. Estamos hablando de un re-pensamiento de todo y, o entendemos y vemos qué es lo que está pasando, o esto se hubiera convertido en un reducto de lo escénico sin sentido”.
Así, la programación de la feria está conectada con la gente en obras como El Diván de la peluquería de Sienta la Cabeza, la última creación de los valencianos El Pont Flotant, o la #ciutatvisible de los catalanes Colordellop. “Junto a espectáculos blancos, familiares, de entretenimiento con máxima calidad, encontrarás espectáculos que apelan al espectador, teatro comunitario, reflexión política, crítica, otras miradas… Se está empezando a terminar también el rol pasivo de los espectadores. Les decimos que hay otra forma de relacionarse con las artes escénicas”.
En total, 57 compañías nacionales e internacionales han participado en la Fira con 263 sesiones en 26 espacios de exhibición, grandes y pequeños, para un gran público o para grupos reducidos. Como Libelul-la, donde el clown Toti Toronell recrea un pequeño teatro con la esencia de circo de maravillas, de las cosas hechas a mano. “Todos mis universos están en esta pieza. Hacemos también un taller de construcción para que la gente pueda ver cómo elaboramos todo lo que utilizamos”. Artefactos como una caja de música o una divertida decoración que salen de sus manos. “Viajo con mis espectáculos por el mundo, lo bueno es que en esta feria hay contacto, cercanía. Venimos, claro, a que nos vean programadores, pero es muy bueno poder ver la reacción del público”.
También hay opciones para relajarse en el asiento disfrutando de la elegancia de Marçal Calvet i Clara Poch en Amigoo, fragmentos de la vida de un hombre y una mujer junto a un contrabajo, instrumento protagonista de músicas, bailes y acrobacias. O deleitarse con Oskara, de Kukai Dantza, dos universos coreográficos de la cultura vasca entre raíces y vanguardia.
Lo local y lo universal coexisten, como señala Oriol: “Somos un servicio público, con sentido de lo público muy importante, pero desde un punto de vista organizativo trabajamos con una empresa privada, decidimos hace unos años impulsar la presencia internacional, con compañías internacionales, generando vínculos con Latinoamérica y los países asiáticos. Nuestra apuesta es romper fronteras y no quedarnos en algo estanco. Nuestro target es el mundo en cuanto a programadores y compañías”.
El director destaca que esta feria se ha mantenido viva gracias a la pasión del equipo organizativo a lo largo de los años, el apoyo de las administraciones y la complicidad de la ciudad. “Tenemos una ciudad de 16.000 habitantes volcada en la feria. La ciudad se transforma y mira únicamente a la cultura, las artes escénicas y las artes de calle”. Uno de los trabajadores, en el área del transporte, es Cucurull. Se encarga de trasladar a los participantes. “Esta feria se ha mantenido porque esta ciudad la ha acogido, si no, sería imposible”. Incluso los vecinos acogen en sus casas a artistas, programadores y periodistas porque los alojamientos escasean. María lo lleva haciendo cinco años junto a su marido Joan. “Escuchamos por la radio un anuncio para quienes quieran acoger a gente en casa porque no hay suficientes hoteles en Tàrrega. Tenemos dos habitaciones vacías y durante este tiempo han venido personas muy majas, nos gusta mucho conocer gente y son experiencias muy divertidas. Yo no salgo mucho a la fira”. En cambio a su marido, Joan, le encanta. “A mí sí me gusta que venga gente a las calles, ves cosas nuevas, también hay espectáculos de gente que viene por libre, en la calle, eso da mucho ambiente, es bueno para la ciudad, los restaurantes, los bares, las tiendas”.
Ver una plaza con 2.000 espectadores que están en la calle durante una hora con un silencio absoluto, con una conexión mágica entre público y espectáculo es una de las imágenes que impulsan a Oriol a seguir con esta apuesta. “Ni la creatividad ni la cultura están en crisis, lo que está en crisis es justamente lo que está fuera de este ámbito: la concepción que tienen de la cultura quienes tendrían que apoyarla y darle espacios”.
Asegura el director que estamos en un momento de hibridación de formatos, de puesta en duda de todo lo que se ha hecho, de explosión creativa. “Aunque sea durante cuatro días, la gente habla de algo más que de fútbol, es maravilloso caminar por la ciudad y escuchar cómo se habla y se opina sobre cultura y artes. Al menos se constata que es posible si se generan las condiciones adecuadas para ello. El ágora escénica puede existir, la gente sí tiene interés. La cultura es algo demasiado frágil y necesario como para que tenga un trato ordinario por parte de las instituciones”.
Comentarios
Por kareeman, el 02 diciembre 2016
No sé si se puede enviar fotos y vídeos de los modelos de los famosos teatros tener, así como lo que hay de nuevo