Florent Marcellesi: “En la crisis climática, el mayor problema son los retardistas”

Florent Marcellesi (Angers, Francia, 1979), una de las cabezas visibles de Verdes–Equo y eurodiputado entre 2016 y 2019.

Ya se ha dado el pistoletazo de salida a una precampaña electoral que se prolongará, al menos, hasta los comicios europeos de 2024. A lo largo de los próximos meses, los españoles deberemos ir a las urnas para elegir a nuestros representantes municipales, regionales, nacionales y continentales. Será una prueba de fuego para las formaciones políticas. Pero, sobre todo, para el movimiento verde. Estamos sufriendo una crisis ambiental a escala planetaria, que ya se está reflejando en nuestra vida. De hecho, los ciudadanos sitúan el calentamiento global como una de sus principales inquietudes. En muchos países europeos, la ecología política está escalando posiciones en los Parlamentos. Sin embargo, en España esta tendencia se muestra –todavía hoy– muy fragmentada. Hemos querido hablar con Florent Marcellesi (Angers, Francia, 1979), una de las cabezas visibles de Verdes–Equo y eurodiputado entre 2016 y 2019. Con él hemos analizado la situación ambiental actual, las propuestas a adoptar ante dicho problema y las posibilidades electorales.

En 2021 entró en vigor la Ley de Cambio Climático en España.  ¿Se han comenzado a notar los resultados de alguna de sus medidas?

Durante el periodo de aprobación de la norma, nosotros nos abstuvimos, porque pensábamos que no era lo suficientemente ambiciosa. Sobre todo, en lo que se refiere a la reducción de emisiones de cara a 2030. Y, por desgracia, los hechos nos han dado la razón. Esta normativa nació vieja. Acudiendo a los datos, estamos doblando el límite máximo del aumento de la temperatura que permitiría mantener al cambio climático controlado. Por tanto, tenemos que incrementar la ambición de España y revisar la reducción de emisiones. Pero, al mismo tiempo, también se distinguen cosas positivas en la ley, como el establecimiento de “zonas de bajas emisiones” para las ciudades de más de 50.000 habitantes. Se trata, además, de una medida de salud pública, porque muchas personas mueren a causa de la contaminación. En este sentido, la Comisión Europea ha vuelto a recordar que hay problemas de polución atmosférica muy importantes en grandes ciudades, como Madrid y Barcelona.

¿Qué es lo que se debería rectificar en dicha normativa?

Tenemos que alinear la Ley de Cambio de Climático española con la ciencia. El conocimiento científico nos ha puesto un objetivo, el mantenimiento del incremento de temperaturas por debajo de 1,5ºC. Sin embargo, la mencionada normativa marca una reducción de un 23% en la emisión de gases de efecto invernadero de cara a 2030, mientras que los especialistas establecen que el descenso debería ser del 55%.

Otras de las medidas adoptadas por el Ejecutivo de Pedro Sánchez ha sido eliminar el ‘impuesto al sol’. ¿Cómo ha afectado esta decisión al autoconsumo?

Dicho impuesto era contrario al desarrollo de las energías renovables en España. Por tanto, es una buena noticia que se haya eliminado. Gracias a esta medida, que se complementa con otras propuestas a nivel nacional y europeo, el autoconsumo energético se está desarrollando mucho más rápidamente. Ante la emergencia climática, debemos pisar el acelerador en propuestas climáticas y sociales. Y el autoconsumo es una pieza clave en este sentido.

Sin embargo, ¿no se debería primar la reducción de la demanda energética?

Totalmente de acuerdo. Existen tres pilares para conseguir una transición ecológica justa socialmente. El primero se basa en la reducción del consumo energético; el segundo, en la eficiencia energética; mientras que el tercero se vincula con el desarrollo de las renovables. Pero, sobre todo, hay que apostar por el decrecimiento, ya que en la actualidad consumimos por encima de lo que puede darnos el planeta. Y esto no es sostenible ni para nosotros ni para las generaciones venideras. Una medida que, además, no sólo es positiva para gestionar la emergencia climática, sino para afrontar problemas externos, como la guerra en Ucrania. Este conflicto ha puesto de manifiesto la relevancia de la energía. Si aumenta de precio, todo asciende de costo, generando inflación. Por tanto, el autoconsumo y el decrecimiento nos permiten hacer frente al cambio climático y a las consecuencias económicas de guerras como la ucraniana.

¿Cómo se podría estimular el comercio de proximidad en España?

Lo primero que debemos repensar es nuestro sistema alimentario, que actualmente es contrario a una transición energética socialmente justa. Gran parte de los comestibles que ingerimos a diario proceden de regiones muy alejadas, por lo que generan una enorme huella ecológica. Además, se ha de tener en cuenta la forma en que han producido, si se han obtenido de manera intensiva y con la utilización de productos agroquímicos… Por tanto, debemos orientarnos hacia otras alternativas, como la producción ecológica, que proteja el medio ambiente y la salud de las personas. Además, la generación alimentaria ha de ser cercana, por lo que se tiene que cambiar la cadena productiva. Se podría apostar por los grupos de consumidores, que se reúnen y compran coordinadamente a productores próximos. También debería haber un mayor compromiso por parte de las administraciones en el apoyo a los profesionales locales…

Uno de los sectores más contaminantes es el de la aeronáutica. ¿Se podría desincentivar su uso a través de una mayor tributación? Los trayectos internacionales se encuentran exentos de IVA, mientras que a los internos sólo se les aplica un 10%…

Debemos cambiar el modelo de aviación, que ahora mismo escapa a muchas medidas climáticas. ¡Esto es un escándalo! Tenemos que reducir el tráfico aéreo, lo que se podría conseguir a través de una tasación tributaria de los vuelos internacionales. Además, a nivel europeo, existe la alternativa del tren, reduciendo así el número de los vuelos más cortos. Y, por supuesto, hemos de poner un cerco a los jets privados, impidiendo que unos pocos ricos vuelen a su antojo, mientras que el resto estamos pagando el precio de la crisis climática.

España es uno de los países en mayor riesgo de desertificación. ¿La solución pasaría por implementar planes de reforestación de especies autóctonas?

Son muchas las medidas que se pueden adoptar para evitar la desertificación. Una de ellas es la reforestación, pero ha de estar bien hecha. Durante el siglo XX se impulsaron iniciativas similares, aunque con especies alóctonas. Algo que ya ha mostrado sus efectos negativos, como la inestabilidad de los ecosistemas o la debilidad frente a las enfermedades. Por tanto, se ha de reforestar de manera inteligente, atendiendo también a las necesidades de los ciudadanos.

Otro de los efectos del calentamiento global son las migraciones climáticas. ¿Cómo se puede gestionar este fenómeno?

A día de hoy, los problemas climáticos son la primera razón de los movimientos de personas a nivel mundial. Más de 20 millones de ciudadanos al año se desplazan por esas causas. Por ello, los países del Norte debemos reconocer la figura del refugiado climático. Además, se ha de cambiar el sistema energético, de movilidad y alimentario, para que los seres humanos no tengamos que emigrar. En este sentido, uno de los debates más importantes que se están desarrollando es quién paga la factura de las consecuencias de la crisis ambiental. Los países del Norte tenemos una deuda ecológica con los del Sur, por lo que nosotros debemos asumir esta factura. Sería una ayuda muy importante para gestionar los flujos de migración.

¿Cómo se puede gestionar el negacionismo climático que campa a sus anchas en determinados partidos y medios de comunicación?

Hoy en día, el mayor problema son los retardistas, aquellas personas, entidades, empresas, formaciones políticas o Estados que no niegan el cambio climático como tal, pero que buscan excusas para retrasar las actuaciones necesarias para atajar la crisis ambiental. No rechazan el fenómeno, pero no hacen nada por solucionarlo. Por ejemplo, la ayuda de 20 céntimos por litro de gasolina, vigente en España hasta el pasado 31 de diciembre, es una muestra de retardismo. Se estaba subvencionando a los combustibles fósiles…

2023 es un año electoral. ¿Qué expectativas tiene Verdes–EQUO en los diferentes comicios?

Va a ser un ciclo duro y apasionante. Desde Verdes–Equo pensamos que es el momento de reforzar un espacio capaz de poner la transición ecológica y la justicia social en el centro de las políticas públicas. Para la cita municipal de mayo de 2023, estamos robusteciendo nuestra coalición con Más Madrid, que puede luchar por la alcaldía de Madrid. También nos encontramos dentro de Compromís, en Valencia, donde esperamos repetir el acuerdo del Botánico y conservar la alcaldía, con Joan Ribó. Igualmente, nos encuadramos en Més, en Mallorca, donde hemos ostentado el gobierno… En cuanto a las elecciones generales, que tendrán lugar a finales de 2023, estamos viendo cómo impulsar –de forma cooperativa– un espacio progresista y verde, con todos aquellos actores que deseen defender unas políticas ecológicas y sociales.

¿Qué tal son las relaciones con Alianza Verde [una ‘escisión’ de Equo integrada ahora en Podemos]?

[Breve silencio]. Son las relaciones que mantenemos con Podemos, ya que Alianza Verde está coaligada con este partido. En los sitios que tengamos que hablar con la formación morada, lo haremos. En muchos lugares, las conversaciones son absolutamente normales. Nuestro objetivo es ensanchar el espacio verde con aquellos socios que han decidido apostar por ello, a imagen de los que se está haciendo en el resto de Europa, donde se observa una tendencia a construir un espacio verde autónomo, con influencia sobre las políticas públicas. Es lo que deseamos hacer de cara a las elecciones que se desarrollarán durante los próximos meses.

Por tanto, la ecología política, para que pueda tener ese impacto sobre las políticas públicas, ¿debería presentarse más unida a los comicios?

Hoy en día, lo importante es reforzar los espacios políticos, con capacidad de ser hegemónicos. Teniendo, además, como sentido común básico la ecología con justicia social. Un proceso que en España ya está ocurriendo. Y como muestra, el caso de la Comunidad madrileña, donde el actor principal de la izquierda progresista y verde es Más Madrid. Una realidad que también ocurre en la Comunidad Valenciana, donde destaca Compromís. En consecuencia, el futuro de ese espacio ecologista, amplio y plural pasa por la conformación de cuerpos políticos hegemónicos, con capacidad para cambiar las decisiones públicas.

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