A las fotografías de Steve McCurry no las miras tú, te miran ellas
El fotoperiodista estadounidense Steve McCurry lleva décadas atrapándonos con sus retratos. Las miradas que transmiten emociones y los colores llenos de fuerza son la nota predominante en sus imágenes. “Me gusta fotografiar simplemente confiando en mi capacidad de observación; puede suceder en cualquier lugar. Si confías en observar, generalmente sucederá algo interesante; si sabes esperar, la gente se olvidará de tu cámara y entonces su alma saldrá a la luz”. Así opina Steve McCurry de su trabajo. Ahora esta afirmación puede comprobarse en ‘ICONS’, la retrospectiva que puede verse hasta el 13 de febrero en el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM).
En rueda de prensa, plagada de fotógrafos, como no podía ser de otra manera, el propio McCurry explicó la semana pasada: “Cierto trabajo que se puede ver en esta exposición se remonta 30 años atrás y refleja mis viajes por distintas partes del mundo, desde India a Europa y América. La mayoría de las personas que se ven en los retratos son gente que me he encontrado en la calle, que me llamaban la atención por su aspecto o presencia”.
En ICONS se exhiben, como su propio nombre indica, algunas de las imágenes más icónicas de McCurry, como el recordado retrato de la niña afgana Sharbat Gula. Pero no sólo. La comisaria de la muestra, Biba Giacchetti, indicó durante la presentación: “A medida que avanzamos por la exposición hay gran mezcla de temáticas: algunas de estas fotos son dramáticas, otras son más poéticas, hay una parte dedicada a la guerra, otra a los niños…”.
De esta manera, dijo Giacchetti, ICONS propone “un recorrido en varias direcciones, en el que las personas pueden circular, volver atrás y pararse donde quieran”. “Queremos dejar al público solo frente a las imágenes para que cada uno interprete lo que considere”. Destacó también que la exposición es un maravilloso viaje por los cinco continentes: “Un recorrido que lleva de Afganistán a la India, del sudeste asiático a África, de Cuba a Estados Unidos o de Brasil a Italia: un fascinante repertorio de imágenes en las que el elemento humano siempre es el protagonista”.
En los últimos 30 años, su trabajo ha podido verse en decenas de portadas de revistas y libros, en más de una docena de publicaciones propias e innumerables exposiciones a lo largo de todo el mundo. Sus imágenes abordan conflictos, culturas en extinción, tradiciones antiguas y sociedades contemporáneas, pero siempre conservando su especial forma de capturar a las personas. Cien de estas fotografías se pueden ver en esta retrospectiva.
La exposición comienza con una galería de retratos que te miran y te interrogan. Un elemento hipnótico se apodera de uno y no puede dejar de mirarlas. “Busco el momento inesperado”, explicó McCurry, “el alma esencial que asoma, la experiencia grabada en el rostro de una persona. Cuando encuentro la persona o el tema adecuados, puedo regresar una o dos veces, o incluso media docena, siempre en espera de ese momento perfecto. Algunos miran desde lugares que no quiero recordar. Todos representan vínculos casuales en un mundo marcado por la resistencia. Retratos que miran y establecen un diálogo con el espectador”.
A pesar de cierta reiteración en la gestualidad de sus retratados, salvo en algunas de sus fotografías donde el campo de las emociones se amplifica, McCurry demuestra una gran maestría en la complicidad entre el fotógrafo y el retratado. Maestría también en el color y en la composición, que en algún momento de su vida profesional fue puesta en duda, al descubrirse la utilización del retoque mediante fhotoshop en algunas de ellas. Tal vez por eso en estos momentos prefiera la calificación de documentalista a la de fotoperiodista. “Hay muchos fotoperiodistas en el mundo que muestran lo malo y lo bueno que sucede. En mi carrera he optado por proyectos más personales. Hago mis propios autoencargos de asuntos que me interesan. Contar mis propias historias. Sacar mis imágenes, hacerlo a mi manera. Aquella polémica no ha cambiado mi manera de trabajar”, alegó McCurry. “Todos cometemos errores, tanto en la vida personal como en la profesional”. Unos errores o diferencias que quizá le hayan distanciado de la legendaria agencia Magnum, para la que no ha realizado ningún encargo desde 1999.
A partir de los primeros planos de sus retratados, la exposición se abre al mundo y se despliega en paisajes llenos de personas, formas de vida, culturas en definitiva… Al comienzo de la exposición, le hace un guiño también a España con una foto realizada en Andalucía. Un complejo mundo de experiencias y emociones que conectan al espectador con diferentes realidades y formas de entender la vida.
Para el fotógrafo, “hay temáticas más amables, otras más dramáticas, desde los paisajes hasta los niños”, protagonistas de su último libro. “Me dejo llevar por la curiosidad y la pasión para acometer un trabajo personal. Me realizo autoencargos, como la serie de retratos de niños, sobre el budismo o sobre muros de todo el mundo que tengo en marcha”.
La niña afgana, su imagen más famosa
Preguntado por su más icónica fotografía, la de Sharbat Gula, y si esta se ha convertido en un inconveniente o en una ventaja, respondió que está muy agradecido a esa imagen, ya que ha sido muy valorada, incluso por la protagonista. “Refleja la resiliencia del país afgano. Teníamos esperanzas de que las cosas cambiasen en Afganistán, pero ahora ni siquiera sabemos qué deriva tendrá, especialmente para las mujeres. Estoy horrorizado por lo que pasa. Mi esperanza es que el país tenga un futuro mejor para sus niños, niñas y sus mujeres, que son las grandes víctimas de la situación. Es terrible ver cómo ha perdido las libertades que había conquistado y nadie sabe qué le deparará el futuro”.
Cuando hizo la fotografía a Sharbat Gula, esta tenía 12 años. En 1984 McCurry la retrató en un campo de refugiados de Pakistán; nunca antes le habían hecho una foto. El retrato de Sharbat Gula fue portada de National Geographic en 1985. En 2002 siguió su pista hasta Peshawar, en Pakistán, y el mundo por fin conoció su nombre. De hecho, 17 años más tarde la volvió a retratar, ya convertida en mujer adulta, casada y con hijos.
Nacido en los suburbios de Filadelfia (EE UU) en 1950, McCurry estudió cine en la Pennsylvania State University, antes de trabajar para un periódico local. Tras varios años trabajando como freelance, realizó el primero de sus muchos viajes a India y Nepal. Cubrió los trágicos sucesos en su ciudad natal tras el atentado al World Trade Center el 11 de septiembre de 2001. Justo el día anterior, había regresado del Tíbet, donde había realizado un trabajo para National Geographic. McCurry vive actualmente en Nueva York.
‘ICONS’, de Steve McCurry. En el COAM (Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, calle Hortaleza, 63). Hasta el 13 de febrero. Entrada general: 10 €; reducida: 5 €.
No hay comentarios