El fotógrafo que logra que nos encariñemos incluso más con los gorriones
Ayer hablábamos del vencejo como Ave del Año. 2021 será también el año en que el fotógrafo madrileño Antonello Dellanotte exponga sus fotografías sobre la que fue Ave del Año 2016: el gorrión, esa humilde ave que acompaña al ser humano, siempre muy cerca, desde hace miles de años. Mientras llega el momento de la exhibición, los gorriones de Antonello nos seducen desde las redes sociales de este vecino del Retiro, creador del proyecto gorriones.org, que tendrá su máxima visibilidad con la exposición. Dellanotte quiere llamar la atención así, desde el arte, sobre esta especie que tanta ternura despierta y que, como nos alertan desde organizaciones como SEO BirdLife, está desapareciendo de nuestros pueblos y ciudades.
Antonello Dellanotte agarra su equipo fotográfico casi todos los días y con él un paquete de pipas de girasol peladas. Enfila hacia el Retiro. En casa ya ha dejado bien nutrido el comedero del alféizar de la ventana con montones de arroz sin hervir para sus “compañeros de piso”. Ahora toca ir a visitar a sus amigos del parque, a los de las “pandillas” que habitan las inmediaciones del Palacio de Cristal y del Estanque, principalmente. De camino, saluda a los que rondan una terraza de la calle Sainz de Baranda donde suele tomarse un café, que también le conocen y le buscan.
Una vez llega al parque, empieza el rito. A veces ni le da tiempo a sacar las semillas y ya tiene a varios posados en los brazos, en los hombros. Les silva, les habla, y ellos a él con su pío pío, cuenta. Un Francisco de Asís contemporáneo. Pronto desenfunda la cámara y, sin necesidad de utilizar el teleobjetivo, consigue planos cercanos, incluso detalles. Y ellos se dejan retratar cual celebrities en la alfombra roja.
En las instantáneas de Antonello (fotógrafo profesional que prefiere proteger su anonimato tras este pseudónimo de ecos italianos) los gorriones despliegan, cada uno, su personalidad. Y así se constata en las imágenes que podemos ver en Instagram con la etiqueta #gorrionesantonello o en cualquiera de las cuentas en redes sociales que gestiona y que, entre todas, suman casi 100.000 seguidores. Los hay más bravos, más tímidos, más extrovertidos; los hay con carácter de líder, otros ejercen de vigilantes y dan la alarma ante cualquier peligro que aceche al grupo… El fotógrafo, sin sentirse un experto en la materia, ya distingue cuando se trata de hembras o machos, la edad aproximada, si están criando o sus ciclos vitales…, tanto los ha observado, y ha leído y sigue leyendo sobre ellos.
Dos momentos confirmaron la pasión de Antonello Dellanotte por los gorriones. De contexto familiar ya le venían el amor y el contacto fluido con la naturaleza, especialmente con las aves, pues se había criado en el campo, en un pueblo cercano a Madrid. Siempre había algún gorrión por el jardín, algún pollo, estaban los nidos de los árboles. A él, niño avezado, se le daba especialmente bien relacionarse con ellos, como a su padre; mucho mejor que a sus hermanos, explica. Uno de esos dones con los que nacemos… O no. Como venir al mundo con oído absoluto, se tiene o no se tiene.
Y este amor se aceleró en su vida el día que se cruzó con Cirilo. Era verano de 2016 precisamente el año en que el gorrión fue declarado Ave del Año por SEO BirdLife para concienciar sobre la decadencia de sus poblaciones. Asfalto y calor en Madrid. Caminaba por la calle Doce de Octubre rumbo al Retiro cuando se encontró con un pequeño gorrión junto a un alcorque. Un pollito, casi un recién nacido. “A veces no hay que recogerlos, porque los padres acuden a buscarlos al rato”. Pero estos tardaban y tardaban y el pajarito cada vez parecía más deshidratado y respiraba peor; estaba abandonado. Así que Antonello lo cogió entre las manos y lo llevó al cercano Retiro. Allí, en el frescor del parque, le dio de beber como pudo y por un momento el animal pareció reaccionar… Pero murió. “Ver la serenidad con la que se estaba yendo me dejó muy tocado. Fue asistir a la transición entre la vida y la muerte de una manera muy natural. Parecía que me estaba diciendo ‘no pasa nada, la vida es esto también”.
El impulso inmediato de Antonello fue enterrar al pajarillo a los pies de un roble cercano. Y ahí es donde tuvo una revelación: se dio cuenta de que el árbol se alimentaría del cuerpo del gorrión y que así este pasaría a formar parte de él. Ese pensamiento le tranquilizó y le hizo ver la vida bajo un nuevo prisma que gobierna su existencia hasta hoy. Le bautizó Cirilo, el único gorrión al que le ha dado nombre. “No les trato como a personas, me relaciono con ellos como un todo, como parte de la misma vida, pero sí respetando su individualidad”.
Tras este encuentro, Antonello empezó a fotografiar los gorriones del Retiro incansablemente. Desde sus distintas cuentas en redes sociales (incluida una de referencia, @parque_del_retiro) empezó a mostrar la belleza y personalidad de estos junto a instantáneas de los árboles y los monumentos del parque. La comunidad de seguidores fue creciendo hasta convertirse en una base muy sólida que, comenta, difunde y apoya su trabajo. Los gorriones comienzan a convertirse en pequeñas estrellas en el firmamento de Instagram.
El otro momento decisivo para Antonello fue el confinamiento de marzo a mayo de 2020 por la pandemia. Lo pasó solo. Únicamente salía a hacer la compra y, unas cuatro o cinco veces, estuvo haciendo fotografías en el Retiro, contratado para dar testimonio con sus fotos de la excepcional situación y de la manera en que se vivía ésta en el parque.
En esos largos días de encierro, Antonello empezó a poner arroz en el alféizar de la ventana. Se acordaba, preocupado, de sus gorriones del Retiro. ¿Cómo estarán? ¿Tendrán comida?
Poco a poco, fueron llegando pajarillos al olor del arroz. Un día dos, al siguiente tres, días después cinco… Pronto empezaron a juntarse más y más hasta sumar 20, casi 30. “Vivo solo y estos gorriones que acudían a mi ventana cada día se convirtieron en mis compañeros. Para mí era la manera de seguir conectado a la naturaleza, al parque y también era una lección de humildad. Éramos nosotros los que por una vez estábamos en la jaula y ellos volaban libres. Los admiraba”.
El confinamiento y la pandemia supusieron para él, como para tantos, un nuevo punto de inflexión en su vida. Ya no podía dar clases de fotografía ni desarrollar las rutas que llevaba a cabo por el Retiro. Se había quedado casi sin trabajo y se hallaba encerrado. ¿Qué hacer? La respuesta debió de llegarle en sus diálogos diarios en su ventana con los gorriones, que con su energía positiva algo le debieron susurrar al oído, porque Antonello decidió crear gorriones.org, enmarcado en RetiroExperience, una plataforma divulgativa del parque madrileño que fundó en 2015. Con gorriones.org, Dellanotte quiere despertar la conciencia sobre la grave situación que atraviesa un ave que lleva conviviendo con el ser humano miles de años y cuya permanencia está cada vez más amenazada.
Una vez que dibujó la idea en su mente empezaron a llegar colaboradores caídos del cielo: María Otero, una artista plástica, le ofreció pintar acuarelas basadas en sus fotos de los gorriones; se sumó una bióloga, Estefanía Alonso, que aporta el rigor científico. Gorriones.org también atrajo a una historiadora del Arte y a más profesionales que creen en esta causa. Sin patrocinadores de por medio, Gorriones.org se sostiene, de momento, gracias una pequeña tienda online que vende las acuarelas de María, las fotos de Antonello, tazas, calendarios, etc…
¿Por qué despiertan tanta ternura?
¿Qué tiene el gorrión común que gusta tanto, que despierta tanta ternura? Son pequeños, su plumaje no llama especialmente la atención, a veces incluso se confunden con el asfalto pero… ¿También eres tú uno de esos que deja, de cuando en cuando, unas miguitas, unas semillas en la ventana? ¿Que se sienta en una terraza y tira trocitos de comida alrededor? ¿También eres una de esas manos invisibles, instrumento involuntario de la Providencia, que alimenta a los gorriones?
Llevan tanto tiempo con el ser humano en nuestras granjas, en nuestros jardines, en nuestras ciudades, que han evolucionado con nosotros y casi los hemos humanizado. “Con ellos tenemos un componente de comunicación extra”, dice Antonello. Eso no impide que antaño, a veces, se les matara a pedradas porque picaban los frutos de los árboles, o a perdigonazos para asarlos en una parrillada. Pero no es esto lo que amenaza actualmente la supervivencia de los gorriones. Según datos de la organización SEO Birdlife, la población de gorriones se redujo un 21% en España entre 2008 y 2018. Un declive que en esta organización tildaron entonces de “alarmante”. Contaminación del aire, electromagnetismo, podas de árboles indiscriminadas, falta de zonas verdes y de lugares poco adecuados para nidificar, la predación, la competencia de especies invasoras… Veremos cómo habrá afectado a las aves ciudadanas, especialmente a los gorriones, el paso de la borrasca Filomena, a principios de 2021. Aún no hay datos, pero seguramente habrán visto reducidas sus poblaciones.
Los expertos alertan de que lo que le pase al gorrión le ocurrirá con casi total seguridad al humano, ya que este ave es un potencial indicador de la salud en las ciudades. Lo que está acabando con ellos podría estar afectando también al resto de los habitantes de las urbes, con los humanos a la cabeza. Eso, por ejemplo, incluye la comida basura. Como consumimos este tipo de alimentos, los gorriones, al alimentarse de nuestros restos, también lo hacen, y se ven afectados por las grasas trans, el exceso de azúcares y los conservantes y aditivos de la comida procesada, tal y como nos vemos afectados nosotros. Eso incluye algunas barras de pan industrial o el pan de molde que tan alegremente comemos, cuyos restos les damos, y que a veces son productos con azúcares, exceso de sales y demás ingredientes que ni nos sientan bien a nosotros ni a ellos.
¿Te imaginas una ciudad, tu ciudad, sin el canto de los gorriones? En el confinamiento fue su música lo que sostuvo a tantas personas, una brecha de luz en la monotonía. Cuántos descubrieron con sorpresa que los gorriones estaban ahí, que siempre habían estado ahí, en realidad, con sus nidos en nuestros tejados, en los voladizos de las casas, en el escuálido árbol de enfrente. Eclipsados por el ruido de los motores, ignorados por nuestra prisa, por nuestra prepotencia.
Démosles la oportunidad de seguir cantando. Démonos la oportunidad de seguir escuchándolos. Dejemos que sigan cerca de nosotros.
COMPROMETIDA CON EL MEDIO AMBIENTE, HACE SOSTENIBLE ‘EL ASOMBRARIO’.
Comentarios
Por Ángela, el 03 febrero 2021
Los adoro, aunque aquí en Madrid, cada día veo menos. Tengo dos perros y cuando los saco ahora en días de pandemia, cuando los bares cierran antes, también en la gran nevada..etc llevo una bolsa con alpiste para canarios y unos cuencos de plástico, me sorprendió al cabo de unos días ver algún cuenco más que no eran los míos. También el pan sombrante va para ellos aunque las palomas se adelantan y a veces nobles dejan » ni las migas» .
Empezaré a seguir tu organización, personas como tú, son lo que estos pequeñajos adorables necesitan.
Un saludo
Por Paito. Hace años que me asombro y me admiro observando y amando a esos gorriones revoltosos., el 04 febrero 2021
Cada dia docenas de gorriones (y tambien varias tórtolas) vienen a mi patio a alimentarse con semillas y los restos que no aprovecha Jordi (una cotorra adoptada) tambien se haryan de quitarle a nuestros bodegueros todo el pienso que pueden, bajando con desparpajo sobre los comederos caninos ante la aburrida mirada de los perrillos. Tambien hemos sacado adelante a muchos pollitos caidos del nido y sin opción de ser rescatados a sus nidos. Vivimos en un pueblo pequeño y todavía podemos disfrutar de estas maravillas volanderas.
Por Fernando, el 04 febrero 2021
Yo llevo años dándoles de comer con la mano en un rincón mágico del Retiro. También doy de comer a los carboneros comunes, carboneros garrapinos y herrerillos comunes, me conocen mucho y se suben hasta encima de la cabeza. Todos me comen en la mano. En mi colonia hay más de 200 gorriones . También las hago fotos y congelaciones en el vuelo. Desde pequeño siempre me han encantado los gorriones. Incluso críe uno y me duró 9 años. Ahora que el parque está cerrado lo sigo dando de comer por las verjas. Cómo me conocen salen a comer fuera de la calle,tengo una amiga que es maestra catedrática y me ha dicho que tenemos que hacer una exposición increíble con todas las fotos que tengo. Pero yo lo hago sin ámbito de lucro. Están desapareciendo y tenemos que ayudarlos.