Gabriel Moreno, el éxito como ilustrador de enamorarse 20 veces al día
Este cordobés ha pasado de diseñar catálogos y folletos de aceite y maquinaria agrícola en su estudio de Baena, su pueblo cordobés, a convertirse en uno de los ilustradores españoles con más encargos y proyección a nivel internacional. Y este año ha estado en boca de aún más gente al ganar el premio Feroz a mejor cartel de cine por su trabajo para ‘El hombre de las mil caras’. Además, Gabriel Moreno está dando ahora el salto desde la ilustración a la pintura. Él mismo nos cuenta en ocho pasos el irresistible ascenso de su trayectoria y varias recomendaciones para quienes entran en el llamado boom de la ilustración en España.
Habla por los codos; le encanta recordar anécdotas, éxitos, malentendidos y contratiempos que han compuesto su carrera. Seguramente, cuando coge confianza y carrerilla, habla de una forma tan convulsiva como cuando dibuja y pinta. Cuando dibuja y pinta sobre todo mujeres, porque confiesa que se «enamora 20 veces al día»; un enamoramiento artístico de un cuello, unos ojos, unos labios, una línea de clavícula; trazos que necesita aprehender con sus lápices y pinceles. «No se me entienda mal, es un enamoramiento más romántico que sexual; como disfruto es trasladando al papel o lienzo esos rasgos que tanto me han atraído».
Me recibe en el precioso estudio de casa antigua junto a la plaza de la Ópera de Madrid en el que lleva 12 años y que está a punto de dejar para trasladarse a otro espacio próximo a Tirso de Molina, donde montará su casa familiar (está casado y con cuatro hijos) y su taller.
Y ahí, entre sus enormes y sensuales mujeres dibujadas, me va contando su trayectoria a golpe de suerte, también de talento y trabajo. Cuando terminó Bellas Artes en Sevilla en 1998, no se le ocurrían muchas salidas para poder vivir de lo que le gustaba y había estudiado -entonces, sobre todo la salida era la restauración, apenas se hablaba de la ilustración en plan profesional- y decidió montar un pequeño estudio de diseño gráfico en su pueblo, para hacer… pues un poco de todo. Se le cruzó una mujer en la playa, y por ella se marchó a vivir a Madrid, y, como reconoce «una incapacidad total para tener jefes», montó su estudio en la capital, trabajando principalmente para sus clientes de Córdoba.
La suerte y su buen trabajo empezaron a sonreírle. Con 34 años descubrió que existía el mundo de la ilustración para publicaciones y que quizá hasta se podría vivir de ello. Entonces, lo que se llevaba, lo que la gente pedía, era ilustración vectorial, y él, con su dibujo a mano, a lápices y acuarelas, resultaba distinto. Era, simplemente, lo que sabía hacer. Y eso era tanto…
Se percató rápidamente de que la mejor manera de encontrar clientes era montar un buen portfolio y moverlo, y una buena web para darse visibilidad. «Tuve un golpe de suerte, porque entonces no había mucha competencia a nivel nacional, estaban Silvia Prada, Berto Martínez…, pero no había la competencia y facilidades para darse a conocer de ahora». Solo un mes después, la revista londinense Computers Arts le incluyó entre los 20 nuevos talentos de ilustración a nivel mundial. Y así, sin haber hecho nada importante, empezaron a llamarle de agencias de creativos y de publicidad. El primer encargo serio fue una portada para Calle 20. Hasta que después la prestigiosa editorial Taschen también lo incluyó entre los 100 mejores ilustradores de publicidad del mundo.
«Era mayo de 2007 e iba a pasar de hacer logos en Baena a recibir encargos de Repsol, de Mahou, Movistar, Nike, Adidas… Veo ahora esos dibujos y no terminan de gustarme, los veo muy recargados, muy góticos, con demasiados elementos. Pero llamé la atención, se fijaron en mí…». Y hasta aquí. «Ya ves, si se me hubiera dado bien el dibujo vectorial, quizá no habría llegado tan lejos…».
En España llegó pronto la crisis, en 2008-2009, así que Gabriel Moreno empezó a trabajar prácticamente todo para fuera, a través de sus agentes en Reino Unido y EE UU. ¿Nota diferencias? «Diferencias obvias en el trato; fuera recibes un trato más respetuoso que en España, donde creo que a menudo se abusa del colegueo. Hay un mayor respeto entre profesiones, mayor respeto hacia el trabajo intelectual y hacia la cultura en general, aquí en España hay mucha costumbre de marear al creativo a cambio de nada. Si no se tienen las cosas claras en los encargos y te piden mil cambios, deberán considerar que el tiempo, como en otras profesiones, es trabajo que se ha de pagar. Porque si te piden una cebra y dibujas una cebra, no te pueden venir luego con que quizá era mejor un colibrí, que se lo cambies por el mismo precio».
Desde hace dos años, Gabriel Moreno ha decidido dar un paso más y apostar por trabajos menos efímeros, más reposados y a largo plazo. Tras una década volcado en la ilustración, se ve maduro para entrar en el arte, y sus primeros exitosos pasos a través de una galería de Australia le han animado. Pero como tampoco va de sobrao, quien salió de un pequeño estudio de Baena ha tomado buena nota de las apreciaciones que le han hecho: que si su arte era demasiado ilustración, demasiado comercial… Y lo confiesa, es consciente de que seguramente lo que ha hecho hasta ahora puede entenderse más como decoración que como arte, y por eso está trabajando en otra manera de pintar, en darle profundidad, otras capas, a esos múltiples y fructíferos enamoramientos.
Sí, con 43 años, Gabriel Moreno sabe que, aparte de su talento, ha tenido golpes de suerte, de encontrar a su mujer en esa playa y de venir a Madrid, de apostar por un tipo de dibujo que en ese momento llamó la atención, de, a pesar de las dudas, creer en lo que haces. Le pedimos tres recomendaciones prácticas para quienes quieran dedicarse a esto:
- «Prepararse un portfolio serio, muy serio, bien currado».
- «Dar una imagen de seguridad y confianza al presentarse ante posibles clientes, ya que ellos a menudo dudan cuando se mueven en territorios que no controlan del todo y necesitan fiarse del profesional».
- «Y hacer presentaciones del trabajo propio siempre de una manera muy seria y profesional, aprovechando hoy día las facilidades de las redes», algo que cuando él comenzó a despuntar no existía. Es decir, cuidar una imagen pulcra, seria y profesional.
Y una petición más, que nos resuma su carrera en ocho hitos, ocho pasos que para él hayan sido fundamentales. Este es el resultado; éstos han sido los ocho trabajos que Gabriel Moreno ha elegido, y él mismo explica por qué:
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