Generación 20/20 de artistas: resistir a futuros oscuros y fanáticos

Gala Knörr (Vitoria-Gasteiz, 1984) indaga en ‘Good Bad Not Evil’ en la naturaleza de las imágenes digitales, los ‘memes’ y los ‘deep fakes’. Fotografía: R.R.

Arranca la semana del arte en Madrid, y en ‘El Asombrario’ nos acercaremos a las tendencias artísticas a nuestro estilo. Como siempre, a nuestro aire. Comenzamos con la exposición ‘Generación 2020’, inaugurada recientemente en La Casa Encendida, que nos muestra una ponderada visión de qué están haciendo los jóvenes –entre 25 y 35 años– en nuestro país. Desde los sueños de los guajiros al ‘cruising’ en la costa portuguesa, desde la obsesión por los selfis al ombliguismo del Brexit.

Generación 2020 recoge los ocho proyectos seleccionados en la convocatoria Generaciones de Fundación Montemadrid, que cumple 20 años en su apoyo y promoción del arte emergente español. ¿Y qué vemos en la selección de este año? Así lo explican en La Casa Encendida: “Las ideas y los proyectos realizados por los artistas premiados en Generación 2020 están influidos por la visión de futuros distópicos, por la oscuridad, el fanatismo y la actual obsesión por el control y la vigilancia. Sin embargo, son proyectos que actúan como resistencia a estas visiones”. Según Ignacio Cabrero, que lleva ocho años comisariando generaciones, “los trabajos muestran de alguna manera una crítica al mundo actual, pero también llevan implícita la posibilidad de construcción de nuevos sentidos que hay que intuir y cultivar mediante la acción política y el arte”.

El jurado valoró más de 300 propuestas recibidas. El proyecto de los ocho artistas seleccionados se ha dotado con 10.000 euros. De esta manera, la convocatoria Generaciones de Fundación Montemadrid cumple 20 años en su apoyo y promoción al arte emergente español. Desde su primera edición, más de 16.000 artistas han participado en esta convocatoria, que se ha convertido en un referente dentro de la comunidad artística

Retales de paisajes de antaño

Frente a esas distopías, Oier Iruretagoiena (Errenteria, Gipuzkoa, 1988) propone en Paisaje sin mundo una retrotopía, según el concepto del filósofo Zygmunt Bauman, que entendía este término como una negación de la negación de la utopía, señalando que el ser humano proyecta las utopías en el pasado preindustrial en lugar de proyectarlas en el futuro. La nostalgia por tiempos pasados, conceptualizados de un modo mucho más positivo de lo que realmente fueron, lleva a una serie de trabajos articulados a partir del corte y el cosido de pinturas abandonadas y recuperadas, con una presentación muy artesanal. “Me interesaba”, dice el artista, “transmitir esa idea retro, de simplicidad y de torpeza en la ejecución”.

Oier Iruretagoiena (Errenteria, Gipuzkoa, 1988) propone en ‘Paisaje sin mundo’ una retrotopía, según el concepto del filósofo Zygmunt Bauman. Fotografía: R.R.

Los sueños de los guajiros

Con esa misma mirada nostálgica hacia mundos en trance de desaparecer, Cristina Mejías (Jerez de la Frontera, 1986) se ha fijado en los wayúu, o guajiros, que habitan desde épocas precolombinas un territorio entre Colombia y Venezuela. Estas comunidades relatan cada día lo que sueñan la noche anterior, con la intención de que les ayude a interpretar lo que sucederá en su siguiente jornada, su día a día y su cosmovisión. Formalmente, la artista ha optado por una técnica, el tapiz, que remite a tiempos pretecnológicos; y para que lo leamos como un cuento, por partes, ha introducido su obra en una habitación totalmente a oscuras –estamos hablando de sueños nocturnos-, para que los visitantes, linterna en mano, vayan leyendo lo que les quiere contar poco a poco, foco a foco, no de un simple golpe de vista globalizador, como solemos contemplar las obras de arte.

Pesca y ‘cruising’ en la noche

También en la oscuridad, y conectando con ambientes nada sofisticados ni virtuales ni digitales, Elisa Celda (Madrid, 1995) nos introduce en una noche de sensaciones a través de un vídeo de 20 minutos, O arrais do mar, rodado en la costa portuguesa de Caparica, zona en la que ella solía veranear con su familia cuando era pequeña. La película registra una jornada nocturna de la última comunidad de pescadores del arte de xávega, un tipo de pesca tradicional desaparecida en el litoral español y en proceso de extinción en Portugal, que apenas ha evolucionado a lo largo de siglos, mientras cerca, en la noche, parapetados en la oscuridad, hombres van al encuentro sexual de otros hombres en una conocida zona de cruising. Ambos grupos echan las redes y tientan lo que cae, y cae de todo. Una experiencia sensorial y caleidoscópica, que juega con la dualidad entre varios escenarios, difuminando la frontera entre lo que se ve y lo que no se puede ver. 

De las Spice Girls al Brexit

En el otro extremo entre esa tensión de miradas hacia pasados idealizados y hacia futuros oscuros y fanáticos, Gala Knörr (Vitoria-Gasteiz, 1984)  indaga en Good Bad Not Evil en la naturaleza de las imágenes digitales, la imagen pobre, los memes y los deep fakes, para transmitir “la absurda pero poderosa naturaleza asociativa de las imágenes de internet y cómo han transferido su poder de la realidad digital a la realidad vivida”. Y todo con una envoltura muy pop en la que los grandes protagonistas son la ex spice girl Geri Halliwell y el pro y post Brexit Boris Johnson, alumno aventajado de Trump, al frente de un Reino Unido que se mira más que nunca el ombligo. “Knörr investiga y analiza esas reacciones compartidas de manera colectiva a partir de sucesos reales, y cómo el lenguaje post internet y la simbología millennial se traducen al medio artístico”.

La danza del selfie y la cámara de vigilancia

Y Nora Silva (Madrid, 1988) propone, a través de la performance No Fall Games, “una coreografía de acciones y gestos tomados de los sistemas de seguridad, la violencia suave y la cultura de la autovigilancia”. La performance se desarrolla dentro de una instalación que propone el miedo como entorno, un mundo saturado que nos restringe a una claustrofobia estresante. “Plantea el estado de pánico como infraestructura y excusa de la imposición de la hiperseguridad, la prevención de riesgos a costa de nuestra privacidad, la anulación de cualquier variable que suponga una amenaza a nuestra búsqueda compulsiva de certeza”. “Los performers, envueltos en ergonomías diseñadas para prevenir cualquier peligro, monitorizan incansables todos sus movimientos entre selfi y selfi, creando un autodiseño mediado por algoritmos para la recopilación de datos de usuario y la producción de un valor de marca propia a la que, sin embargo, no tenemos acceso”.

Generación 2020 se completa con los proyectos escultóricos de Claudia Rebeca Lorenzo (Logroño, 1988), Miguel Marina (Madrid, 1989) y Javier Arbizu (Estella, Navarra, 1984), que nos muestra figuras en bismuto, “en una suerte de dialéctica entre lo humano y lo metálico, entre lo líquido y lo sólido, lo frágil y lo imperecedero”, entre ese pasado idealizado y ese futuro hecho, más que nunca, de incertidumbres, que a todos nos afectan, pero más a quienes nacieron entre 1984 y 1995 y tienen alma de artista.

Elisa Celda (Madrid, 1995) presenta el audiovisual nocturno ‘O arrais do mar’ (2020).

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Comentarios

  • Lu

    Por Lu, el 27 febrero 2020

    Gracias. Buen tip. Iré a verla. Con lo que no puedo de esta semana es con Arco. En la Feria Flecha hay mas arte del que interesa a la gente normal y además es gratis.

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