‘Glas’: El extraño corto sobre vidrio que ganó un Oscar (y otras ‘pelis’ verdes de premio)
Entramos en temporada de premios cinematográficos. Recientemente se han entregado los Globos de Oro, el primer fin de semana de febrero serán los Goya y el último fin de semana de ese mes, los Oscar. Aprovechamos la ocasión fílmica para rescatar un maravilloso y extraño corto documental (10 minutos), ‘Glas’, que tiene mucho que ver con esta sección apoyada por Ecovidrio y con los premios del celuloide, ya que ganó un Oscar en 1959. Y aprovechamos ‘Glas’ para repasar varias películas verdes que también se llevaron el Oscar.
Glass (Glas) es un corto holandés, no hablado, que recoge el concienzudo trabajo en la Real Fábrica de Vidrio de Leerdam. La película atrapa con una fotografía a lo caravaggio, que refleja la tenue luz emitida por los cristales saliendo de los hornos. Su director y productor, el holandés Bert Haanstra (1916-1997), se convertiría después en un famoso y muy reconocido cineasta en su país; estuvo nominado dos veces más a los Oscar, en los años 60 y 70, por otros trabajos documentales y fue muy premiado en Berlín con el documental Alleman, rodado con cámara oculta, sobre cómo vive la gente holandesa; firmó 35 trabajos y se especializó en los cortos documentales, una veintena. Se cuenta que para Glass se pasó tres meses ajustando sus equipos para lograr un material fílmico único y de gran belleza cromática -tanto su padre, maestro de escuela, como el propio Bert Haanstra eran muy aficionados a la pintura-, que en su época llamó mucho la atención, por el exquisito efecto hipnotizante conseguido.
Esta joyita de película se estructura en tres partes, que adaptan las imágenes a una cuidada y muy intencionada banda sonora. En la primera, más artesanal y rodada de manera más clásica, se muestra a varios hombres realizando el soplado de vidrio tradicional para crear objetos como floreros, copas y candelabros; el trabajo de los artesanos se acopla a la música de jazz, con saxo y piano como protagonistas; es muy directo el juego entre el soplado de los artesanos del vidrio y el soplado del saxofón. En una segunda parte, se cambia abruptamente el ritmo y, con lenguaje y música futuristas, de sintetizadores, nos adentramos en el mundo mecanizado de la producción industrial de vidrio. Pero de repente algo sucede, un error en la cadena de montaje introduce un elemento de acción: ¡las botellas se están rompiendo! Y pasamos así a una tercera parte en que la mano humana es la gran protagonista: primeros planos de manos que vienen a salvar del error a la máquina, con música de -claro- piano, para dar paso después a primeros planos de caras soplando, acompañadas por música de -claro- saxo. Como nota curiosa, el ensalzamiento que se hace del fumador, con imágenes idílicas de esos hombres que trabajan y fuman a la vez, como en perfecta armonía y concentración artesanal, frente al ruido frenético y el ritmo estúpido de la máquina que no sabe de pensamientos ni placeres. El cigarrillo como nota que distancia al ser humano de la máquina, que humaniza el proceso. Eran otros tiempos. Era 1958. Y sin embargo, hoy en día el proceso de fabricación de nuevos envases de vidrio continua siendo igual de espectacular.
Glas (1958)- Bert Haanstra from CINÉ-REAL on Vimeo.
Sobre Glass, Diana Callejas ha escrito en Cortosfera : «Cuando visionamos Glas, nos damos cuenta de que hasta el más trivial de los encargos audiovisuales, puesto en las manos de un gran artista, puede dar resultados de lo más sugerente. Este es el caso que nos ocupa, un breve documental sobre el trabajo en una fábrica de vidrio, que da lugar a una obra cinematográfica paradigmática y atípica». «El cortometraje del director holandés nace de la idea de un fabricante de vidrio que deseaba ver retratado el trabajo ejercido en su fábrica, la Royal Leerdam Glass Factory. A la hora de plantearse el proyecto, Bert Haanstra nos muestra dos realidades. Por un lado, la labor artesanal de los vidrieros, creando delante de la cámara piezas únicas, manufacturas a partir de la combinación de sus bocanadas de aliento y sus florituras manuales. Y por otro nos enseña la otra cara de la moneda, la fabricación en serie, realizada por máquinas implacables, generadoras de botellas impersonales pero altamente rentables. Todo ello aderezado por un acertadísimo acompañamiento musical de jazz, hecho especialmente para la película, por el cuarteto compatriota Pim Jacobs». «Fiel representante de la corriente fílmica denominada poema cinematográfico o documental poético -de hecho, Haanstra calificó Glas como un «cinépoème»-, las imágenes tienen tanta importancia como la música, funcionando juntas de una manera parecida a las palabras que conforman un poema creando rimas, ritmos, versos o estrofas audiovisuales».
Nos sirve Glas para no dejar pasar la oportunidad de rescatar varias películas ganadoras en los Oscar con evidente mensaje verde. La más reciente es una de horroroso título, El Renacido, que en la gala del año pasado obtuvo tres Oscar: al mejor actor (Leonardo di Caprio, un célebre activista además por el medioambiente); al mejor director, Alejandro G. Iñárritu, y a la mejor fotografía, donde los paisajes helados y nevados son los grandes protagonistas en un medio en el que el ser humano muestra su fragilidad frente a los elementos de la naturaleza. En esa línea de El Renacido, del hombre en contacto con la naturaleza a pelo, hay que destacar los siete Oscar que en 1991 logró Bailando con lobos, de Kevin Costner, incluidos mejor dirección, fotografía, guión adaptado y música, así como el Oscar a la mejor película de habla no inglesa a Dersu Uzala, en 1976, de Akira Kurosawa.
No podemos olvidar el extraordinario trabajo de dos mujeres en películas verdes. En Erin Brockovich, de Steven Soderbergh, Julia Roberts obtuvo un Oscar en 2001 como mejor actriz protagonista por dar vida a una humilde madre soltera que emprende acciones legales contra una poderosa compañía de energía por estar contaminando el agua de su población. Un Oscar para otro papel femenino de luchadora frente a grandes empresas en una película con claros tintes ecologistas fue el de Rachel Weisz en 2006 por El jardinero fiel.
Una más: las nominaciones a Oscar y Goya como mejor documental a la película francesa Nómadas del Viento, de Jacques Perrin, en 2003, en torno a las épicas migraciones de las aves.
Aquí y ahora, destacar que la película más verde de los últimos años en España, El Olivo , de Iciar Bollaín, cuenta con cuatro nominaciones a los Goya de este año: la merecidísima candidatura de su protagonista, Anna Castillo, en la categoría de mejor actriz revelación; mejor actor secundario para Javier Gutiérrez; mejor guión original para Paul Laverty y mejor música para Pascal Gaigne.
Comentarios
Por Lucía Alicia Flores, el 23 enero 2017
Gracias, de no ser por Uds. no lo hubiese conocido.¡Excelente!