Hay un hombre en España que lo hace todo

antisistema

RELATOS

EL SEÑOR ENRIQUE ESTÁ ESPECIALIZADO EN ARREGLARLO TODO. LO MISMO DESATASCA UN FREGADERO QUE SE VA A FUKUSHIMA A MEDIR LA RADIACTIVIDAD. A VECES PARECE QUE NO DA ABASTO. PERO SU GRAN VALOR ES QUE NO COBRA POR HORAS Y OBAMA CONFÍA EN ÉL.

SERGIO C. FANJUL

Ha venido la casera con el Señor Enrique. El Señor Enrique es un señor ecuatoriano de 52 años que se sube a una silla y te arregla la lámpara, y se sube a otra y te arregla los estores, y se sube a otra y arregla las puertas de los pequeños armarios, y cuando se baja arregla la cisterna y cuando se agacha arregla los zócalos e intercepta alguna hermosa pelusa como un diente de león grisáceo. El Señor Enrique arregla lo que sea allí donde le pongas. Si le pones en medio de la calzada, empieza a dirigir el tráfico. Si le pones en un parque, recoge las hojas secas y arranca las malas hierbas. Si le pones frente al horno, te prepara un soufflé. Le senté conmigo en el sofá y el Señor Enrique me preguntó por mis problemas.

– No tengo trabajo, ni dinero, ni esperanza – le dije.

El Señor Enrique me prestó 50 euros, hizo un par de llamadas y me consiguió un buen puesto como abogado de una empresa de import-export, y eso que nunca he estudiado Derecho. Luego, el Señor Enrique me dio un abrazo. Fue como si me abrazara un árbol. Me dice la casera que conoce hace tiempo al Señor Enrique. Me lo dice muy bajito, al oído, mientras el Señor Enrique riega las plantas de la terraza, porque nadie debe saber la verdad sobre el Señor Enrique. En realidad, me dice la casera, el Señor Enrique, bajo esa apariencia inofensiva y servicial, es quien mantiene a flote a la humanidad en contra de su propia tendencia a autodestruirse. Cuando hay crisis aérea, lleva al Señor Enrique al aeropuerto y el Señor Enrique toma los mandos, él solo, de la torre de control. Cuando un petrolero naufraga, el Señor Enrique, en bañador, corre a tapar las fisuras por las que se escapa el crudo. El Señor Enrique, los jueves por la tarde, realiza operaciones secretas contra las redes mundiales de la Camorra. Los viernes, de 11 a 12, se va al Banco de España a ver cómo va el asunto de las Cajas de Ahorros. Últimamente anda muy ocupado orquestando el ataque a Al Assad, porque el Señor Enrique no quiere que haya víctimas civiles, ni que se encone el conflicto, ni que sea un nuevo Irak, por eso Obama dice lo que dice, porque se lo ha dicho el Señor Enrique (aunque Obama siempre negará tal extremo). El otro día en Damasco, mientras, como incógnito, inspeccionaba la situación siria sobre el terreno, el Señor Enrique le desatascó la bañera a una señora y le puso unas baldas en casa a uno de los sublevados. Y luego se fue a Japón, a ver cómo va lo de Fukushima, no hay que olvidarlo, por eso el Señor Enrique ahora luce un extraño brillo verdoso. Ojalá el Señor Enrique tuviera más tiempo o más manos o algún hermano para acabar con la crisis, para cambiar el mundo, me dice la casera cuando el Señor Enrique entra de la terraza con una maceta entre las manos.

– Lo que tienen los pisos de alquiler, señora, es que se van los chiquitos y no arreglan nada – dice el Señor Enrique sonriente mientras se lava las manos en el fregadero. La casera y yo nos miramos con complicidad, porque entendemos sus metáforas.

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