Haz clic aquí si quieres una buena crisis de ansiedad

Los protagonistas de la obra ‘Haz click aquí’. Foto: Andrés de Gabriel.

Los protagonistas de la obra 'Haz click aquí'. Foto: Andrés de Gabriel.

Los protagonistas de la obra ‘Haz clic aquí’. Foto: Andrés de Gabriel.

La viralidad de la red y su espectacular capacidad para convertirse en un tablón de denuncias y apoyo a presuntas buenas causas es el tema de la obra de teatro ‘Haz clic aquí’ del dramaturgo tinerfeño José Padilla, que se representa en la sala de la Princesa del Teatro María Guerrero hasta el próximo día 23. Con el autor repasamos cinco famosos ‘momentos virales’ que hemos vivido en la Red. Desde la metedura de pata de Vigalondo a la invasión de gatitos.

El punto de partida de esta obra es un hecho real. Una pelea en la puerta de una discoteca que termina casi con la muerte de un chaval. Todo es grabado en vídeo por un vecino que decide subirlo a la red para intentar identificar a los autores del apaleamiento y que la justicia se haga cargo de ellos. Además de la brutal paliza, en el vídeo se ve cómo una chica trata de rematar al agredido con un tacón de aguja cuando este se encuentra inconsciente en el suelo. Varios usuarios de Internet aseguran haber identificado a algunos de los agresores, pero, sobre todo, las críticas más feroces, los insultos y hasta las amenazas de muerte se centran en la chica del tacón, que termina sufriendo unas tremendas crisis de ansiedad.

¿Fue realmente ella culpable? ¿Es bueno que la red se convierta en una sala de juicios?

El autor de la interesante obra de teatro, José Padilla, asegura no tener una receta mágica para no meter la pata en Internet, pero sí dice haber cambiado su manera de enfrentarse a Internet: «Básicamente he tomado conciencia de que cuando estoy ante mi ordenador usando la red no estoy jugando a un videojuego; esto que puede parecer una tontería no lo es tanto si tenemos en cuenta que cualquier acción en la red tiene repercusión en nuestra vida cotidiana. E insisto: cualquier acción. Puede que esa repercusión sea leve (una gracieta en Twitter que lee un amigo y muere ahí) o un comentario que, aun colgado con otra intención, hiera la susceptibilidad de un colectivo. En gran medida lo viral es incontrolable, pero debemos pararnos a pensar antes de teclear. Esta llamada a la conciencia debe incrementarse cuando leemos una noticia de última hora; es muy fácil dejarse llevar por la marabunta. Procuremos no actuar jamás en caliente».

La obra de Padilla fue escrita antes de que el Gobierno del Partido Popular tratase de acallar las protestas en la calle con la Ley de Seguridad Ciudadana (Ley Mordaza). Decenas de vídeos grabados por ciudadanos sirvieron para contradecir las justificaciones del Ministerio del Interior y los Mossos d’Esquadra en sus actuaciones frente a los ciudadanos indignados. «Entiendo que el fenómeno de la red deba legislarse de un modo u otro», comenta Padilla», lo que me parece casi perverso es que esas nuevas leyes respondan a los intereses de según qué sector político. Es probable que, en lo que a Internet concierne, el Código Penal haya quedado obsoleto, el asunto es demasiado nuevo y demasiado grande, pero eso no debería habilitar a ningún poder para remar a su favor creando leyes impunemente. En todo caso, y creo que esto es evidente, esa auto-otorgada impunidad va a pasar factura en las urnas».

El Asombrario le ha pedido a Padilla que elija y comente cinco momentos virales que hemos vivido en la red y que podrían, perfectamente, inspirar su obra. Un texto que nos lleva a reflexionar sobre qué y cómo compartimos información en la red. Éste es el resultado:

Apaleado hasta la muerte

«El 23 de octubre de 2013, el periódico El País publicó en la red dos vídeos que mostraban la desproporcionada actuación policial contra un hombre en el barcelonés barrio del Raval. Paradójicamente, estas imágenes vinieron a reforzar la pregunta que ha sido eje de la escritura de Haz clic aquí: ¿Pueden las redes sociales sustituir la acción de la justicia? Evidentemente no hallamos una respuesta unívoca, francamente no creo que ésta exista. En este caso concreto sirvió para denunciar un flagrante abuso de poder, pero en otros muchos ha entorpecido la aplicación de la ley. Creo, en todo caso, que debemos pararnos a pensar qué es lo que vemos en la red y cómo actuamos ante ello».

Técnicas de manipulación

«Este vídeo es el paradigma de esa llamada a la conciencia de cada uno ante lo que se ve y comparte. Hago un inciso; el trabajo de la periodista Delia Rodríguez nos fue de mucha ayuda a lo largo de todo el proceso de escritura y puesta en escena; tanto sus artículos como su libro Memecracia son un magnífico mapa para orientarse en el significado de todo lo que deviene en viral. El título del vídeo es Kony 2012 y aunque probablemente ya lo hayas visto, compartido hasta la saciedad y después olvidado, no está de más pararse a pensar en que detrás de un cúmulo de buenas intenciones puede existir un colosal ejercicio de manipulación [es muy clarificador este artículo de Delia]. Lo peor no es Kony 2012, que puede resultar más o menos inocuo; la gravedad reside en que quizás podamos estar siendo víctimas aquí y ahora de esas mismas técnicas de manipulación pero a una escala aún mayor».

holocausto

El holocausto de Vigalondo. ¿Broma macabra o exceso de vinos?

«Esta vez no hay vídeo, sí un tuit escrito desde la euforia y unas consecuencias que sobrepasaron a su autor. La noche del 29 de enero de 2011, el cineasta Nacho Vigalondo tuiteó lo siguiente: “Ahora que tengo más de cincuenta mil followers y me he tomado cuatro vinos podré decir mi mensaje: ¡El holocausto fue un montaje!” A partir de ahí el caos. Ese tuit trascendió los límites de la supuesta moralidad de muchos; para empezar del periódico en el que residía su blog, El País, que decidió prescindir de sus servicios de inmediato, y para continuar de la comunidad cibernética, que se dividió en dos en un chasquido de dedos: los que condenaban su “antisemitismo” y los que comprendían la coña marinera que residía tras el tuit. ¿Mi opinión? Que hable Ricky Gervais»: http://youtu.be/3AmIsJDYMbs

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De amados cineastas a odiados empleadores

«Aquí tenemos otra “tormenta perfecta” en Internet. Si nos fijamos, casi todos estos fenómenos en red responden a una estructura dramática clásica en términos de guión: buenos y malos, necesidad de justicia, el héroe (colectivo en estos casos)… Resumiendo: Nicolás Alcalá, joven director de cine, logra con mucho esfuerzo levantar un filme sirviéndose del crowdfunding; poco después de eso publica en su Facebook su irónica respuesta a una solicitud para trabajar en su productora. Estos dos hechos separados en el tiempo y sumados provocan que la red tome represalias contra Nicolás en forma de una lluvia constante de insultos. De nada valieron sus disculpas, una vez echa esa corriente a andar es casi imposible de parar. El propio Nicolás escribe cuatro normas de comportamiento cuando ha ocurrido lo peor; las veo muy sensatas: “Primero: no caigas en el efecto Streisand. Publica una disculpa, si procede, lo más honesta posible, y no vuelvas a escribir nada más. No respondas a los comentarios. No des entrevistas. No hables del tema. Hasta que pase. En caliente es imposible que nada de lo que hagas sirva para algo. Por frustrante que sea. Segundo: desconecta. Es tentador leerlo todo. Lo bueno y lo malo. Pero no sirve absolutamente para nada más que para destruirte. Si puedes, desaparece durante un tiempo. Vete de vacaciones. No entres en internet. Es difícil, casi imposible, pero es de las pocas cosas que te hará pasar el mal trago. Después ya tendrás tiempo de pensar cómo solucionar el problema, con tiempo y distancia. Tercero: antes de irte, blíndate. Dependiendo de lo grave que sea el ciberbullying… prepárate para lo peor. Te hackearán, colgarán tus fotos, tus teléfonos, tu dirección. Protégete cuanto puedas. Cambia tus contraseñas por contraseñas seguras, limita tus perfiles en redes sociales, activa la doble verificación allá donde puedas e intenta retirar la información pública sensible que tengas online. Cuarto: nada es tan tan grave. Todo pasa. Y el mundo sigue funcionando. Tus amigos te seguirán queriendo (la mayoría). Tu familia seguirá estando ahí. Intenta tener esto en mente para, pasado un tiempo, pensar en cómo hacer que esta experiencia te sirva para cambiar, para mejorar o para algo positivo, y afecte, en lo negativo, lo menos posible a tu vida. En definitiva: aprende todo lo que puedas. Pocas experiencias son tan valiosas como aquellas que te llevan a tus límites”.

¿La viralidad felina y las pérdidas de tiempo?

El auténtico rey de Internet: El gato gruñón. Lo pongo en último lugar, pero en absoluto en el menos importante. Detrás de este gatito (de este y de todos los que viven tan ricamente en la red) no hay ningún drama personal ni ninguna metedura de pata y/o posterior persecución virtual. Sin embargo, da una medida de la red en sí misma: al lado de estas grandes búsquedas de justicia en masa encontramos miles de gatitos muy monos ellos, vídeos de Wendy Sulca, caídas de todo calibre y condición, una aspirante a Miss tratando de exponer sus conocimientos de Confucio… Este eclecticismo tan brutal quizá podría llevarnos a pensar en cómo procesamos lo que nos llega por la red, lo sublime y lo abyecto, lo tontorrón y lo grave. Y sobre todo, una vez lo recibimos, cómo colaboramos cada uno en su posterior expansión.

‘Haz clic aquí’ de José Padilla. Sala de la Princesa del Teatro María Guerrero de Madrid. Hasta el 23 de noviembre. 

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