‘Herbarios imaginados’: déjate abducir por las plantas
La exposición ‘Herbarios Imaginados’ logra introducirte en una burbuja de belleza y fantasía, de arte y ciencia en torno al mundo vegetal. Desde tarros de farmacia del siglo XVI hasta el ocurrente herbario de plantas imaginadas que el fotógrafo Joan Fontcuberta creó en 1984, la muestra abarca cinco siglos a través de más de 200 piezas rescatadas de las colecciones museísticas de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y las aportaciones de 25 artistas contemporáneos.
Desde las láminas murales para la enseñanza de la Botánica de finales del siglo XIX y principios del XX y cerámicas y libros bellamente ilustrados de los siglos XVI y XVII –resultado de largas expediciones botánicas de ultramar– hasta, ya en 2019, los dibujos de María Ángeles Atauri mostrando la melancolía de solitarios árboles, los collages en torno a la mandrágora de Manuel Barbero y los dibujos oníricos de Alfonso Galván sobre el Edén, los comisarios Luis Castelo y Toya Legido han logrado crear una atmósfera que te saca del tiempo en los bajos del Museo del Traje, en la Ciudad Universitaria de Madrid. (Una pena el cada vez más desangelado y descuidado entorno de este edificio, que nada acompaña a las maravillas que nos esperan). La exposición nace de la convocatoria pública del Rectorado de la UCM para la producción de proyectos expositivos que den difusión a su amplio patrimonio cultural.
A lo largo de dos años de intenso trabajo, Toya y Luis han recopilado, mezclado y expuesto con acierto fondos de la treintena de museos científicos de la Complutense (procedentes sobre todo del Museo de la Farmacia Hispana, de los Herbarios de las facultades de Biológicas y Farmacia, y de la Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla) en imaginativo diálogo con obras contemporáneas, fotografía sobre todo (ellos son fotógrafos, aparte de pertenecer al Grupo de Investigación UCM: Arte, Tecnología, Imagen y Conservación del Patrimonio Cultural).
Herbarios imaginados da tanto de sí que en El Asombrario vamos a sugerirte un itinerario centrándonos en 12 de las obras que más nos han llamado la atención. Pero antes de seguir, una recomendación: no dejéis de visitarla, aunque os pille un poco a trasmano. Estará abierta los meses de febrero y marzo.
–El Herbarium de plantas que no existen que imaginó Joan Fontcuberta a mediados de los años 80.
–El ejemplar de Maria Sybilla Melian, de 1726, de una expedición a Surinam. Durante muchos años, a las mujeres no les estaba permitido acudir a las clases de modelo en vivo, por lo que surgieron numerosas bodegonistas en la historia del arte. Esta naturalista y artista hizo historia en una época en la que las mujeres viajaban muy poco. En 1699 viajó a Sudamérica y en 1726 publicó su espléndida Disertación sobre la generación y transformación de insectos de Surinam, primera obra sobre la historia natural de este país, y muy pionera al poner en relación plantas e insectos.
–La obra de 2017 de Carmen Van den Eynde, artista que cultiva en su jardín las flores que luego fotografía: tulipanes, jacintos, lirios, amapolas… Combina la tecnología digital con la escanografía directa de las flores.
-Los collages de Alberto Baraya de 2018, con flores de plástico made in China, para denunciar la vertiginosa pérdida de biodiversidad. ¿Van a ser nuestros tristes jardines botánicos del futuro?
–Los delicadísimos árboles de la vida de la ilustradora sueca Lotta Olson.
–Las deliciosas reproducciones con fines didácticos de plantas, realizadas en papel maché por la empresa alemana Brendel, de comienzos del siglo XX.
-Las fotografías de Javier Vallhonrat, de 2014, de la Sierra mallorquina de la Tramontana.
–Los estudios botánicos de Anna Atkins, de 1843-1854, que hay que situar en los orígenes de la invención de la fotografía. Atkins trabajó con la técnica de la cianotipia, que permite la obtención de imágenes por contacto colocando los objetos directamente sobre una superficie previamente emulsionada y exponiéndolos a la luz solar.
–Las fotografías científicas para uso docente de Blas Lázaro Ibiza, y los autocromos de floreros, probablemente también de él, de principios del siglo XX.
–Los tarros con la colección histórica de drogas, procedentes del colegio de San Fernando, inventario de 1835.
–Las obras de la alemana Diana Scherer, de 2016-2019, que cultiva literalmente sus trabajos; planta semillas de avena y trigo para luego modificar y deformar el crecimiento natural estos cereales adaptándolo a patrones geométricos.
-Las fotografías de flores de plástico de la británica Mandy Barker, famosa por sus sopas de plástico en los océanos, como denuncia ambiental que entra directamente por los ojos.
Como señala Tonia Raquejo Grado, catedrática de Bellas Artes de la UCM, en su artículo para el catálogo Nuevos herbarios para sentir la naturaleza. El arte de cultivar la consciencia ecológica: “Ahora sabemos que las plantas son indispensables para nuestra subsistencia y que sin ellas no podríamos haber existido. Sería conveniente que tuviéramos en cuenta más a menudo que las plantas, por el contrario, podrían vivir perfectamente sin nosotros”.
Y como concluyen los comisarios: “Con esta exposición queremos invitarles a que cuiden este planeta, que experimenten la naturaleza en su interior, disfruten del ecosistema que les rodea y se conciencien de que estas joyas botánicas son lo mejor que podemos dejar en herencia a nuestras generaciones futuras”.
´Herbarios Imaginados. Entre el arte y la ciencia’. Centro de Arte Complutense (planta baja del Museo del Traje), Avda Juan de Herrera, 2. Ciudad Universitaria, Madrid. Hasta el 31 de marzo.
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Comentarios
Por Lu, el 27 febrero 2020
He Estado y es una chulada. Muy recomendable. Y es gratis.