‘Hijos del Tercer Reich’ o la conciencia alemana de su sufrimiento en la Segunda Guerra Mundial
Tras la polémica abierta por la serie ‘Hijos del Tercer Reich’, emitida por Canal +, que para algunos humaniza en exceso a los nazis, repasamos distintas perspectivas sobre la actitud del pueblo alemán en la II Guerra Mundial. Un asunto que sigue levantando ampollas porque lo sucedido en la ‘Solución Final’ sobrepasa cualquier intento de análisis.
¿Cómo se sobrevive en una guerra?, pregunta un recién llegado soldado alemán al más experimentado pero también joven Friedhelm: “Esperando que al que maten sea al de al lado”, le responde lapidario. Poco antes, la voz en off de su hermano mayor, Wilhem, que lidera su compañía en el Frente Oriental, dice: “La mayoría de la gente cree que la guerra consiste en luchar, pero no, la guerra consiste sobre todo en esperar”. En esperar que te ataquen y no te maten. O que maten al de al lado.
Rusia, verano de 1941: Alemania ha invadido la URSS lanzando la Operación Barbarroja, rompiendo el pacto germano-soviético de 1939. Hacia ese frente han de partir los mencionados Wilhem y Friedhelm, y la enfermera voluntaria Charlotte, secretamente enamorada del primero. Son tres de las cinco patas en las que se apoya la miniserie en tres capítulos de producción alemana Hijos del Tercer Reich, que se estrenó hace pocas semanas en Canal +, generando no poca polémica. Los otros dos personajes son la pareja formada por Viktor, un sastre judío, y su novia, epítome de Marlene Dietrich, la cantante Greta Deltorres. Ambos se quedan en Berlín, ella intentando triunfar, y él escapar. Greta corteja a un alto cargo de la Gestapo para que le consiga salvoconductos a Viktor para escapar a América. Ella cree haberlo conseguido, pero su novio está camino de Auschwitz y acaba uniéndose a los partisanos.
La fotografía con la que comienza la serie es convencional, y poca sorpresa causan sus destinos. Al fin y al cabo, estamos ante una obra con intención pedagógica, y los personajes representan arquetipos. ¿Por qué es, entonces, Hijos del Tercer Reich una obra maestra? Primero, por su calidad estética, por su producción, por su verismo apabullante, por los enormes actores. Segundo, y sobre todo, por su valentía histórica. Empezando por su título, que en alemán significa “Nuestras madres, nuestros padres”.
Seguramente, una de las causas de la incomprensión historiográfica del fenómeno nazi y de la Segunda Guerra Mundial tiene que ver con el cuadro que libros y películas nos han pintado de la sociedad alemana de entonces. Desde 1945, en la pantalla grande se ha luchado contra personajes indeterminados de pelo rubio que no saben hablar sin gritar y hacer sufrir, espectros atomizados tras barricadas y artillería. Eran nuestros contemporáneos orcos mitológicos, aunque eso sí, escuchaban a Wagner. Si ha habido un recurso utilizado hasta la extenuación ha sido ese, el de poner a un nazi a escuchar música clásica tras matar u ordenar matar. Así el director mandaba el mensaje y se cubría las espaldas: ¿cómo pudieron…?
Esta serie viene a cuestionar esta visión, a matizarla, a completar el cuadro de la Segunda Guerra Mundial para hacerlo más creíble. Muchos (críticos y espectadores) han querido ver en ella una humanización del nazismo, un intento de exculpación nacional alemán. ¿Es así? Ciertos momentos demasiado solemnes y algunas sentencias epigramáticas así pueden hacerlo pensar a primera vista. También que no cargue las tintas en el Holocausto, dando por hecho algo que repiten los alemanes, como es que la inmensa mayoría sabía de pogromos y persecuciones, pero no de la Solución Final. Pero no es un lavado de conciencia. Los alemanes son presa fácil de los prejuicios, y su actitud férrea en pro de los recortes en el Estado de bienestar europeo no ayuda.
No obstante, Hijos del Tercer Reich continúa con una conclusión alemana que, aunque soterradamente, comenzó a difundir la generación literaria de la posguerra (sobre todo a través Heinrich Böll y, más recientemente, con un arrepentido y contrito Günter Grass) y que ha continuado hasta ahora. Y dicha conclusión es que los alemanes, más que nazis, fueron, sobre todo, víctimas del nazismo. Y, esta es la osadía, no solo de él. Leer Opiniones de un payaso de Böll o El hundimiento. Hamburgo 1943 (La Uña Rota, 2010), de Hans Erich Nossack, las crónicas del bombardeo de Dresde de febrero de 1945, o el diario Anónimo (Anagrama, 2009) de una mujer en Berlín en el que se relata la vesania de los soviéticos al entrar en la capital del Reich, da una idea del sufrimiento alemán a manos de los Aliados, de los vencedores de una guerra virtuosa, moralmente incontestable. También se habla del antisemitismo y la brutalidad de los partisanos a los que se encumbró en la posguerra. Memorable es la escena en la que Vicktor, aún no identificado como judío en el grupo partisano junto a los que combate, comienza a abrir los vagones llenos de famélicos judíos del tren que acaban de asaltar en su camino al matadero, y a quienes sus compañeros pensaban dejar encerrados y condenados tras hacerse con el botín de las alarmas alemanas.
Sobre el silenciamiento de este escarnio escribió el autor alemán W.G. Sebald uno de los mejores ensayos de la II Guerra Mundial, Sobre la Historia natural de la destrucción (Anagrama, 2003), en el que se glosaban los libros mencionados y se hacían algunas sentencias crudas y, me temo, reales, sobre dicho castigo. “Un sano instinto económico se oponía a dejar sencillamente inutilizado el material ya producido, los aparatos y su valiosa carga, en los campos de aviación de la Inglaterra Oriental”.
Se critica en los medios estadounidenses (y en las redes sociales en España en los días posteriores a su emisión) que no aparezcan nazis de carnet en la serie, y es cierto que hay muy poca presencia de fanáticos irredentos, pero los hay, y de una importancia narrativa clave, como el mencionado alto cargo de la Gestapo con el que se acuesta Greta para salvar a Viktor, o el comandante de la patrulla de desertores. No obstante, hay contrapesos suficientes de esta visión, como una de las mejores series bélicas de los últimos años, hija en su verismo de Salvar al soldado Ryan: Hermanos de sangre, producida por Spielberg, director del filme que nos mostró cómo fue el Día D en una primera hora de película agobiante.
Hermanos de Sangre (HBO, 2001) es el espejo en el que se miró Hijos del Tercer Reich, y como todo espejo, la imagen que devuelve está invertida. Aunque las andanzas de la Compañía Easy, desde su entrenamiento en EE UU hasta la toma del refugio de Hitler, pasando por el desembarco de Normandía o la batalla de las Ardenas, es más cruda aun. No hay una Greta Deltorres cantando una canción preciosa como Mein Kleines Herz, ni diálogos tan contundentes, aunque sí una voz en off similar a la de Wilhem. Cuando ya creíamos que era imposible que una escena de televisión en la que unos soldados norteamericanos o rusos encontraban un campo de exterminio nos impactara, esta serie nos cogió de las solapas y nos tiró al barro para recordarnos de nuevo los horrores de la II Guerra Mundial, por si acaso los habíamos olvidado. Hijos del Tercer Reich no los explicita, aunque los sugiere, y por supuesto no los justifica, pero amplía el campo de visión. Y la pregunta es: ¿qué alemanes preferimos, los primeros o los segundos? Si los tengo que tener de socios europeos, si son la primera economía de la región, creo que se parecen más a los de Hijos del Tercer Reich.
Algo que refuerza esta conclusión es el desarrollo posterior de la RFA, cuya Ley Fundamental y leyes de Defensa han sido enormemente restrictivas en cuanto a la capacidad militar. Por no hablar de la política exterior, incapaz de llevar la contraria a Israel con argumentos endebles que delatan mala conciencia. Por el contrario, sería impensable en Francia una serie llamada Hijos del Régimen de Vichy, pues el país galo decidió creerse la versión de que habían estado resistiendo contra los nazis desde 1940 sin desmayo, pese a que la Whermacht tardó tan poco en invadir una Polonia defendida por artillería arrastrada por caballos como una Francia pertrechada tras la Línea Maginot.
La conciencia alemana está simbolizada en el gesto final del soldado accidental Friedhelm, culto lector de Goethe, embrutecido progresivamente por la guerra, convertido en un autómata asesino. Es más veraz ese alemán que el Hitler que, últimamente, todos creemos ver cuando se anuncian recortes. Friedlhelm recuerda a ese jovencísimo Emilio Gutiérrez Cava de la película La caza (Carlos Saura, 1965), espantado tras la matanza metafórica de la guerra civil que se produce en un día corriente de caza. Él representaba la conciencia española mejor que los arquetipos franquistas, como lo hace Friedhelm con la alemana a través de su gesto final. Más que bienvenida una visión distinta y veraz de la guerra aún incomprendida, quizás incomprensible.
Comentarios
Por Chapaprieta, el 30 noviembre 2013
Humanizar a los nazis no es el problema. El problema lo tienen aquellos que prefieren verlos como supervillanos de comic en vez de aceptar que son una tendencia que nace y crece dentro de nuestras sociedades, que se alimentan con lo mismo que el resto. Es más fácil considerarlos el mal absoluto y pensar que son una aberración en nuestra historia, que afrontar el hecho de que, en determinados contextos, sostienen ideas y actitudes que mucha gente aplaude y en las que acaban participando. Aceptar eso nos pone en una situación menos autocomplaciente.
Por Chapaprieta, el 30 noviembre 2013
Y sí, sufrieron mucho. Pero si se hubieran quedado en su casa y la mayoría no hubiera dimitido como ciudadanos jaleando a sus amos hasta que empezaron a perder la guerra, la cosa no habría llegado a tanto. No puede haber ninguna equiparación entre quienes empezaron la guerra y los que lucharon para defenderse. Para muestra un botón: durante los bombardeos a las ciudades alemanas, en Gran Bretaña se publicaban libros criticando la estrategia, hubo interpelaciones parlamentarias y hasta se creó un comité ciudadano para protestar. ¿Hubo algo parecido en la pobre Alemania? Pues ahí está. Santos, ninguno. Pero está claro quién empezó y no debe olvidarse el por qué.
Por Javier, el 22 enero 2014
¿Eres familia de D. Joaquín Chapaprieta y Torregrosa?? Mi mujer sí.
Por cierto, completamente de acuerdo con tu comentario.
Saludos.
Por Antón, el 30 noviembre 2013
Alemania tuvo 12 millones de muertos la URSS 30… Pero eran su humanos….
Der Spiegel, habla con el mismo tono despectivo de griegos… Y españoles…. Un alemán se enfadó muchísimo cuando pasando la frontera española vió algunos Audis conducidos por españoles.. Como pude ser que tengan mejor coche que yo sí yo los financio???….
Mira amigo, los bárbaros no fueron romanizados… Y eso lo estamos pagando 2.000 años después…. Lo mismo que la cifra con que empieza el comentario…
Saude
Por jose, el 30 noviembre 2013
Hace poco descubrieron que toda la población alemana de Malbork, en el norte de Polonia, de la que no se tenía la menor idea desde 1945, estaba enterrada frente al majestuoso castillo, el mayor del mundo: http://www.losmundosdehachero.com/viaje-polonia-el-castillo-de-malbork-es-el-mas-grande-del-mundo-y-ecos-nazis-ii/ Se supone, y hablamos de dos mil personas, que habían sido asesinados por los soldados del ejército rojo en represalia por todas las atrocidades cometidas y ante las que, casi todos, habían cerrado los ojos: se supone que pudieron morir en estas represalias hasta dos millones de alemanes en el avance de los soviets. Un drama que sigue generando noticias hoy día a pesar de que esa enorme guerra ocurrió hace ya tantas décadas………
Por andres tapia, el 01 diciembre 2013
buen artículo, solo decir que Whermacht se escribe Wehrmacht.
Por Glauco, el 02 diciembre 2013
Respecto a aquello de «humanizar nazis» les recuerdo que los nazis eran humanos. con todo lo bueno, heroico, detestable y canalla que el ser humano implica.
Por rk, el 22 diciembre 2013
Alguien a leído a Klaus Mann ?
Aprendes algo sobre el poder nazi, los refugiados alemanes en otros países incluso la desilusión que supuso para bastantes seguidores del partido nazi cuando estos llegarón al poder. Simplemente fueron engañados y manipulados. Un aspecto muy «humanizable»
Saludos.
Por rocio, el 16 febrero 2014
Cualquiera que quiera completar su conocimiento del Holocausto y del Nazismo debe ver sin falta el documental SOAH de Claude Lanzman.
Esta subtitulado en Youtube
Por vi, el 24 junio 2014
excelente serie,muy buena ambientacion(mayor que en algunas superproducciones hollywoodienses)
yo no voy a entrar en la discusion de quien fue el mas malo,lamentablemente pelicuals o series como estas no se producen por que como bien he leido en comentarios anteriores tienen una critica nefasta por ablar de los «malos»,ya que solo podian ser buenos los aliados si o si.
pues bien,realmente a sido lo que me a sorprendido de esta serie,que abla de lo que vivieron los soldados alemanes y su punto de vista del conflicto.
me parece un autentico insulto comparar esta serie con peliculas como salvar al soldado ryan,la cual me parece,despues del desembarco,una pelicula mala,de 4 personajes que van de picnic por europa,pegan 4 tiros y ya han ganado la guerra,como en otras muchas peliculas,pero en esta serie,no,se ve la crudeza de la guerra(no la del holocausto).
es la primera pelicula de la guerra que muestra tanto lo bueno como lo malo de sus ejercitos,aun no he visto ninguna pelicula americana,inglesa o rusa mostrando su parte mala(su parte buena naturalmente si).
Por chemita, el 01 agosto 2014
Excelente artículo, suscribo cada párrafo.
Por akilex., el 18 noviembre 2014
A mi la serie me ha encantado, muy buena producción y muestra el otro lado de la segunda guerra mundial, estamos habituados a que los alemanes sean los malos siempre, que no dejan de serlo pero ne parece que refleja muy bien los horrores de la guerra sin centrarse en el holocausto, que es lo tipico. Tiene mucho merito que sea una producción alemana donde se hace autocritica como no podía ser de otra manera sino se faltaría a la verdad. Siempre se puede mejorar pero creo que es un film belico digno de ver, bastante veraz y fuera de las tipicas americanadas. Yo la vere de nuevo, me encanto,.
Por BetaResendiz, el 20 marzo 2015
Estoy segura de que seré fan de esta serie. Así como lo soy de Vice de HBO, en su tercera temporada entendí la esencia de la sociedad moderna. Muy impactante.
Por Pia Torres, el 20 marzo 2015
¡Qué buen punto de vista! Ha sido un placer leerlo, la verdad es que yo sólo vi la mitad de esta propuesta y no porque no me haya gustado sino porque en su momento ya no tuve tiempo de terminarla, realmente no puedo dar mi punto de vista hasta que la vea completa sin embargo lo que sí puedo decir es que con este punto de vista me he animado mucho más a ver la serie, digo porque es una serie no es así. ¿?
Por Inma, el 09 agosto 2015
A mí me encantó la serie cuando la emitió TVE! Y me gustó que los protas no fueran Jefazos del régimen y que se centrase en personas corrientes en un contexto histórico complejo que deciden tomar unas decisiones determinadas. De ahí el título en alemán, Nuestros padres, nuestras madres. Si se centran en los Jefazos son 4 gatos y habría sido otra serie más política que bélica y habríamos visto cómo los Políticos hacen y deshacen y llevan a la gente que los apoya a dónde les da la gana. Pero esto ya se hizo y no sería nuevo. El centrarse en jóvenes de la época que van a luchar porque les toca, porque quieren o porque es lo que tienen que hacer es muy interesante. Sí aparecen dos jefazos, el rubiales que se lía con la cantante y que es muy interesante su final y uno de los jefes que dirige al grupo de militares y que la tiene tomada con el Prota. Ves el punto de vista de uno y otro y están a años luz aunque luchasen por lo mismo o eso en teoría…
Lo que dices de Vichy sería muy interesante de ver y por trasladarlo a España sería la caña una serie sobre la guerra civil mezclando puntos de vistas de gentes de un bando y de otro. Sería muy muy interesante y muy muy educativo. E imagino que enormemente complejo de hacer también.