Una historia de amor en los límites del absurdo de Corea del Norte
Con ‘Un invierno en Sokcho’, la francesa Élisa Shua Dusapin presenta una primera novela ambientada en los límites de Corea del Norte, de sorprendente precisión y sensualidad apocalítica, de una bella quietud engañosa. Plenamente recomendable para este otoño.
—¿Cuándo vino aquí por última vez? —preguntó Kenrrad
—Es la primera vez.
—¿Nunca había venido, quiero decir por solidaridad?
—Qué solidaridad es llorar tras unos prismáticos.
Enuncia Élisa Shua Dusapin (Corrèze, Francia, 1992), y sitúa Un invierno en Sokcho su historia de sensualidad apocalíptica sobre el mapa de la incoherencia extrema:
—Al día siguiente me fui a caminar por la playa de Sokcho. Me gustaba ese litoral, a pesar del alambre electrificado que los desgarraba. Corea del Norte solo estaba a 70 kilómetros al norte.
Todo es belleza entre sus párrafos, todo es libertad entre sus palabras. A esta joven autora no le tiembla el pulso a la hora de dibujar las sombras como si estuvieran hechas de luz y de deshacer la luz como si su único e inamovible destino fuese ser sombra. Domina el contraste emocional y literario como cree dominar un joven gordinflón y caprichoso el porvenir del mundo.
Un invierno en Sokcho es un bellísimo himno hacia la independencia que nos proporciona la imaginación. Un juego peligroso de devociones en el que la imaginación es herida y al mismo tiempo cicatriz. Sokcho es una prisión en la que la vida es una foto fija en la que los personajes se mueven como esclavos de la monotonía y del acuciante aliento de una posible guerra nuclear. Pero es también el inesperado refugio de un dibujante de cómic que sólo parece saber trazar líneas. Kenrrad llega a Sokcho para deshacerse de un invierno que está consumiéndole y encontrará el verano que necesita muy lejos de los paisajes que le ofrecerá la tierra. A veces el verano está dentro de la mirada incierta y a priori reticente de una joven muchacha que desconoce dónde está la vida, si en el deseo o en la certeza.
Un invierno en Sokcho es una historia de un amor en la que los cuerpos se comportan como líneas paralelas. Una historia en la que el silencio hace bailar la memoria de los protagonistas. El abismo que no asusta aunque pronuncie nuestro nombre.
Dusapin conoce el valor de cada detalle y, a pesar de ser esta su primera novela, ya es una experta en pluralidad emocional, y ha sido capaz de envolver a sus protagonistas en esa quietud engañosa que al final acaba por formar la verdad que le mete los dedos en la boca a la belleza hasta extraer lo mejor de ella.
Mención aparte merece la relación de la protagonista con su madre y con el futuro. Podríamos decir que «sus apegos feroces con ambos» harían que Vivian Gornick estuviera orgullosa de ella. La devoción y la repulsión que siente la protagonista por su progenitora marcan la línea cada vez menos recta por la que decide avanzar la protagonista. Memorable es el momento en que su madre le ofrece sus secretos como manipuladora del pez globo. Como le ofrece a través de ellos la vida o la muerte del comensal al que va a ofrecérselo. La consanguineidad como salvación o como purgatorio.
Un invierno en Sokcho es el verdadero despertar de una mujer que ya se creía despierta. Es la espalda de un hombre que ofrece una promesa. La revolución de una mujer acorralada por la desidia. Es tradición y trasgresión, es ser la mujer inventada por un turista, es la crítica feroz contra Corea del Norte, es la brutalidad en la que se transforma la quietud interrumpida. Es un precioso prodigio que transforma nuestra habitación en un entramado de calles sin salida en las que el lector no tiene miedo de verse acorralado.
Una auténtica sorpresa, el mensaje que queda escondido sobre un espejo al que aísla el invierno y que acabará siendo el idioma de aquellos que se queden a esperar al verano.
‘Un invierno en Sokcho’. Élisa Shua Dusapin. Alianza editorial. 124 páginas.
Comentarios
Por Álex Mene, el 26 septiembre 2017
Un libro interesante