Cinco historias de ciencia sin ficción: de Pedro Duque a las pseudociencias
‘Ciencia sin ficción’ (Debate) cuenta cinco historias. Los cinco relatos se construyen alrededor de un hecho científico o los protagonistas de estos: ingeniería genética, vuelos espaciales, mecánica cuántica, pseudociencias e inteligencia artificial. Su actualidad no hay que ponerla en evidencia; es el mundo en el que vivimos. Nos lo cuentan desde Belén Gopegui a Sergio C. Fanjul. A su manera. Muy a su manera.
Podrían haber sido publicadas en un periódico o una revista, pero tal vez, por extensión, el corte hubiese sido inevitable para dejar solo eso que se llama información fundamental.
Las firman el médico, científico y periodista Jesús Méndez; el bioquímico y periodista Pere Estupinyà; el periodista Javier Salas; el astrofísico, poeta y periodista Sergio C. Fanjul, y la escritora Belén Gopegui.
Su coordinador Jesús Méndez opina: “Si el nuevo periodismo comenzó a usar en su día lo que se llamó literatura de no ficción, la ciencia es un terreno riquísimo para aprovechar todos o parte de sus recursos”. En este libro tenemos la constatación de que se puede hacer.
Durante la presentación, Méndez afirmó que con la separación de ciencias y letras nos perdemos una gran masa crítica. Para Méndez, las aspiraciones de la ciencia, que es el conocimiento, nos tocan a todos. Su texto De las salinas de Alicante a la revolución genética nos adentra en esta a través de uno de sus grandes protagonistas, Francisco Mojica, pionero de una de las técnicas de edición genética que más está dando que hablar en estos momentos llamada CRISPR. El texto de Méndez es también la reivindicación de nuestros científicos, en este caso, de este microbiólogo profesor de la universidad de Alicante.
“La de CRISP es una historia de casualidades, silencios, rechazos, genialidades, intereses y desencuentros. Es la historia de unos héroes y una revolución”, escribe Méndez. Así que sí, da para un buen relato con muchos personajes. Para que los estudios sobre CRISP se dispararan de forma exponencial muchos otros científicos tendrían que entra a formar parte en su investigación, entre ellos los Premios Princesa de Asturias Jennifer Douma y Emmanuelle Charpentier.
La edición genética nos obliga a repensarnos. Según Mojica, “¿cuál es el verdadero problema del dopaje genético, de la alteración artificial de un gen? Si una variante se asume como beneficiosa, ¿cuál es la diferencia ética entre obtenerla por el mero azar natural, por la suerte genética de nuestros ancestros o mediante una modificación planeada y consciente?
La ingeniería genética da para héroes y villanos, para una novela de ciencia ficción. Utopía y distopía se pueden dar la mano en esta disciplina científica por los miedos y esperanzas que despierta. También da para muchas preguntas; por ello, el texto de Méndez recoge una reflexión: “La sociedad tendrá que opinar y para ello habrá que saber de sus ventajas e inconvenientes”.
Pedro Duque, el astronauta, no el ministro
Cuando Pere Estupinyà entrevistó a Pedro Duque para este libro, no era todavía ministro de Ciencia. Era el astronauta español. Al periodista le interesaba saber qué era eso de viajar por primera vez al espacio y si sintió miedo. “Quién dijo miedo: En los simuladores ya has muerto varias veces”, le recuerda Duque al periodista. Este ingeniero pragmático, como lo describe Estupinyà, no lo sintió porque, según él, todo estaba controlado. Aunque reconoce que en el momento de la aceleración del cohete para el despegue este sentimiento surgió; esto era en 1998.
No todo está controlado en la complejidad de los vuelos espaciales; años después, en 2003, se produjo la explosión del Columbia y la muerte de sus siete ocupantes.
La historia personal de Duque es la de un astronauta novato en su vuelo en el Discovery, era el único que no había estado en el espacio. Duque recuerda que “pasados diez días en él, sí te entra pena cuando ves que te toca volver”. “Con la misión cumplida, empiezas a relajarte y a disfrutarlo tomando fotos de las Canarias, la Patagonia, São Paulo o intentando, sin éxito, claro, ver las pirámides”. Anécdotas como estas salpican el texto de Estupinyà, donde la modestia de Duque se resalta. Para Estupinyà, Duque “tiene un punto de antihéroe cuando habla de su labor en el espacio”. “Se expresa como si el mérito fuera de otros y se viera a sí mismo como un operario con una instrucciones muy bien marcadas”.
De la homeopatía a los antivacunas
Javier Salas lleva diez años escribiendo de pseudociencias. Información y emoción se dan la mano en su texto, que titula Pseudociencias. Las razones de lo irracional. Tema polémico donde los haya, ya que defensores y detractores están continuamente en la palestra de los medios. Salas aborda las distintas caras de este tema complejo que no solo se reduce a la homeopatía. Desde su experiencia con familiares de fallecidos, se pregunta qué lleva a ciertas personas a ser crédulas de terapias no confirmadas en sus beneficios. También cuestiona otros ámbitos como los negacionistas del cambio climático, industrias que nos engordan hasta enfermar o los antivacunas. Salas nos cuestiona en su texto: “¿En qué se diferencian un curandero que trata un cáncer con homeopatía, un científico que falsea los datos en un informe para complacer a la petroleras y un político que pretende arreglar los males de un país atacando a inmigrantes y feministas, ¿en qué se parecen?”.
Texto imprescindible para comprendernos un poco más, ya que, como Salas dice, todos tenemos un poco de pensamiento mágico en la cabeza. Escrito con un hilo conductor impecable, recoge también las opiniones de Mario Bunge. El filósofo de la ciencia dice como aviso a navegantes: “La superstición, la pseudociencia y la anticiencia no son basura que pueda ser reciclada con el fin de transformarla en algo útil; se trata de virus intelectuales que pueden atacar a cualquier –lego o científico– hasta el extremo de hacer enfermar a toda una cultura y volverla contra la investigación científica”. Salas habla también de carpetas naranjas, pero para saber que son tendrás que leerlo.
Sergio C. Fanjul, Einstein e Instagram
“La mecánica cuántica es concebida por el ciudadano de a pie como una disciplina lejana y obtrusa que en algunos ámbitos se la apropian esotéricos, místicos y pseudoterapeutas para otorgar cierta legitimidad científica”. Pero la revolución cuántica se da en otros ámbitos, que son los importantes, y Sergio C. Fanjul los cuenta en Desde Einstein hasta Instagram a saltos cuánticos.
Fanjul, con sentido del humor sobre el termino cuántico, lo contextualiza de este modo: “La mecánica cuántica: 1) es compleja 2) no es esotérica y 3) podría ser cool (según se mire)”. Para demostrar esto emprende un viaje desde los comienzos de esta disciplina hasta nuestros días. Viaje largo que le podía llevar por distintos caminos; tuvo que elegir uno, aunque estos se pueden bifurcar. Pero como él dice de sí mismo, es amigo de la digresión y aficionado a los paseos. Aquí realiza uno de ellos bajo el paraguas de la física cuántica. Tecnología y ciencia básica se dan la mano para apreciar los límites de lo que sabemos. Su recorrido recoge protagonistas e hitos que han permitido la revolución digital y los avances que se han producido hasta la denominada computación cuántica, cuyas posibilidades, como dice Fanjul, aún no logramos calcular del todo. El autor temina su viaje como lo empezó: “No sabemos qué pensarían aquellos científicos (Einstein, Bohr, Schrödinguer o Heisenberg) si levantaran la cabeza y vieran el mundo que han propiciado sus revolucionarios estudios sobre la naturaleza del átomo y de las partículas que lo conforman. Lo que sí sabemos es que los caminos del Señor son inescrutables… ¿o cuánticos?”.
La etiqueta ficción y no ficción se diluye en el texto de Belén Gopegui, y también en su protagonista. ¿Es real o no? La duda siempre es buena y creativa.
La inteligencia artificial de Belén Gopegui
Habituada al lenguaje de la ciencia desde niña, al ser hija de Luis Ruiz de Gopegui –físico que dirigió los programas de la NASA en España, fallecido este vernao)– la escritora cree que todo puede ser explicado de manera sencilla y ser entendido por todos. No es la primera vez que escribe sobre inteligencia artificial y algoritmos. En 2007 publicó Quédate este día y esta noche conmigo, donde implica no solo a las empresas para que cumplan un principio ético o moral, sino también a todos nosotros.
Gopegui, para escribir su texto, como ella misma dijo en la presentación del libro, buscó “a personas que expliquen las cosas, porque las entienden, todo lo que se dice es cierto, salvo los personajes que no existen”. “Hay prejuicios que nos impide acercarnos a la ciencia porque creemos que no la vamos a entender, pero eso es una tristeza. La literatura aborda temas que no tienen tanta relevancia en nuestras vidas, como el sentimentalismo, que no el sentimiento. Sin embargo, la ciencia construye nuestra realidad. La literatura se acerca a la ciencia de una forma banal y estereotipada. Nos preocupamos mucho de los derechos de los robots y no tanto de los sesgos de los algoritmos. La filosofía sin ciencia corre el peligro de ser especulación vacía. La ciencia sin filosofía casi siempre ha derivado en la construcción de sistemas de opresión más avanzados”.
Lo que no hay duda es que en este libro se han juntado defensores del conocimiento científico, a pesar de sus límites o su provisionalidad. Estos cinco autores defienden lo que la ciencia va iluminando, avanzando sobre lo que no sabemos.
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