Humanos, duendes y cíclopes de vidrio
Hoy nos detenemos en ‘El Asombrario Recicla’ en dos artistas que trabajan sus esculturas a partir del vidrio, reciclado en buena parte. Un español y un checo. Pedro García está exponiendo este mes de septiembre en Madrid sus ‘Pliegues’ convertidos en olas, peces, duendes y cíclopes. Martin Janecký ha alcanzado un inquietante virtuosismo con sus esculturas de cuerpos humanos de vidrio.
Pedro García lleva experimentando con el vidrio desde 1974 –y desde 1974 son muchos años, nada menos que 43-, y buena parte de sus últimos trabajos -48 piezas en total- se están mostrando durante este septiembre en la sala de la oficina central de Correos, en la plaza de Cibeles, en Madrid, bajo el título de Pliegues.
Hay en la exposición duendes y cíclopes, olas, burbujas y peces y pensamientos. Muchas vidas, mucha poesía que pulula por el vidrio como si este fuera aire o fuera agua. Decenas de metáforas a partir de un material tan noble y versátil como es el vidrio.
El burgalés Pedro García, que hoy tiene casa, taller y museo en Villaviciosa de Odón, cerca de Madrid, ha elaborado mil pliegues a partir de un material sin dobleces, limpio, transparente y claro. Y él nos lo explica: “Cuando comencé, en los setenta y ochenta, se llevaba el vidrio puro; yo me considero pionero en España del vidrio con burbujas, con impurezas. He jugado a crear arte a partir del error”. “A los puristas les parecía un sacrilegio, pero yo buscaba algo más, buscaba la vida interior del vidrio”. Y esos errores se han convertido en las últimas piezas en hojas de roble, espinas, raíces, caracolas, conchas y hasta tornillos que habitan entre los pliegues de sus vidrios.
Este hombre, que nos cuenta que ha creado más de un millar de esculturas de vidrio, empezó desde muy pequeño a encariñarse, trabajar e investigar con este material, pues su padre –que aún vive, tiene 93 años y se ha trasladado a Cibeles a ver Pliegues- se mudó de Burgos a Madrid para trabajar en un taller de vidrio, “así que desde pequeño estoy familiarizado con él”. Y él le ha dado todo, porque lo siente como un trabajo, como arte, pero también como pasión y devoción, ya que Pedro García es de esos que se identifican tanto con el material con el que trabajan que sienten una especie de simbiosis con él. Y no digamos que entra en trance, pero sí que siempre antes de ponerse a modelar, a crear, dedica un tiempo a trascender, a la meditación, y de ahí que él mismo cuente que hay una parte de sus esculturas más espirituales, más meditativas, esas piezas que son todo agua y mar, azul y verde, esculturas que surgen del silencio y las profundidades; porque este hombre de tierra adentro, de un pueblito cerca de Aranda de Duero, declara en cuanto puede su amor por el mar. Flotan en el vidrio, en el aire y en el océano, muchas vidas, que luego, ya en lo terrenal del mercado, alcanzan precios de entre 500 y 7.500 euros.
Las profundidades de la vida que quiere atrapar Pedro García se despliega de muchas formas en la exposición de Correos, porque un porcentaje de las piezas que se vendan irá destinado a ayudar a la Asociación Española de Esclerosis Lateral Amiotrófica (adEla), entidad sin ánimo de lucro encargada de luchar por mejorar la calidad de vida de los pacientes de esta enfermedad de la que actualmente no se conoce cura y cuyo diagnóstico es mortal.
Humanos de vidrio
El artista checo Martin Janecký es uno de los más codiciados escultores del vidrio. Y sus inicios tienen mucho que ver con los del burgalés.
Martin comenzó a trabajar con este material con solo 13 años en la fábrica que su padre tenía en la República Checa. Pero su formación fue más allá de la tradición oral heredada en el taller de su progenitor. Su educación en la escuela secundaria se concentró en la creación artística sobre el vidrio en Novy Bor, una localidad que viene a ser al cristal de Bohemia lo que Nashville es a la música tradicional estadounidense.
Su destreza en la manipulación y el soplado del vidrio adquirió tal virtuosismo durante ese periodo de aprendizaje que Martin conoció a artistas y diseñadores de todo el mundo que quisieron contratarlo para llevar a cabo sus ideas.
En 2003, Martin realizó su primer viaje a Estados Unidos. Mientras trabajaba por encargo para otros artistas, sus técnicas y conocimientos del material se iban convirtiendo entre los más depurados del planeta. Tanto que ha sido seleccionado como profesor invitado en varios programas educativos de tratamiento del vidrio en lugares tan dispares como El museo del vidrio de Corning, uno de los centros dedicados al arte en vidrio más importantes del mundo situado en un pueblo del Estado de Nueva York en Estados Unidos; la escuela Pilchuck del Vidrio en el Estado de Washington o la escuela Penland de Artesanía, también en Estados Unidos. Así, Martin Janecký ha llegado a estar considerado uno de los mejores escultores del vidrio; representado por la galería Habatat, su trabajo –compuesto sobre todo de cuerpos y cabezas humanas- se expone en galerías y museos de todo el mundo.
Pero del vidrio no solo nace Arte con mayúsculas, sino que también hay otro arte más pequeño y humilde, el de los trofeos, que merece ser atendido. Y al que el propio Pedro García ha entregado también sus manos. Así, Ecovidrio realiza trofeos de vidrio reciclado para varios eventos deportivos, como la Vuelta Ciclista a España y el torneo de tenis Mutua Madrid Open, trofeos que se realizan reciclando el vidrio que los ciudadanos depositan en unos contenedores colocados expresamente para este fin.
Este año, 13 de los municipios por los que pasó la Vuelta Ciclista se unieron a Ecovidrio como participantes activos en la concienciación sobre el reciclaje. Con los envases de vidrio recuperados por los vecinos de las localidades de Tarragona, Alcossebre, Sagunt, Cuenca, Castalla, El Poble Nou de Benitatxell, Alhama de Murcia, Gérgal, Tomares, Monachil, Logroño, Gijón y Riosa se elaboraron los trofeos para los ganadores de dichas etapas; se quería simbolizar así el esfuerzo tanto de los ciclistas en cada etapa como de los ciudadanos por cuidar el medioambiente.
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