Influjos del tarot: los arcanos ante 2025

La Casa Encendida muestra ‘La torre invertida. El tarot como forma y símbolo’, que se centra en el influjo del tarot en grandes artistas. Foto: Foto: Maru Serrano / LCE.

Saludamos el año que empieza con una exposición que acaba: La torre invertida. El tarot como forma y símbolo’. La influencia del tarot entre los artistas, desde los surrealistas, Andy Warhol o Agnès Varda hasta contemporáneos como Raúl de Nieves, Aldo Urbano o Suzanne Treister. Una exposición en La Casa Encendida, en Madrid. Últimos días. La ‘magia’ no la trae solo la Navidad.

El domingo Javier Morales nos regalaba en su área de descanso un relato a partir de Italo Calvino y hoy iniciamos este artículo con una cita de este autor italiano: “En la última carta se ve al paladín atado cabeza abajo como El Ahorcado. Y finalmente su rostro se vuelve sereno y luminoso (…). –Dejadme así. He dado toda la vuelta y he comprendido. El mundo se lee al revés”.

Qué mejor manera de comenzar este nuevo año que con esta cita. El mundo se lee al revés.

Qué mejor manera de afrontar las numerosas incertidumbres que esperan agazapadas en el 25 en forma de poderosos monstruos –desde la megalomanía de Trump/Musk y Putin al estado genocida de Israel, la ultraderecha que cabalga, la IA y la crisis climática– que echando las cartas del tarot.

Y viene a cuento todo esto por una mágica exposición llena de arcanos o, lo que es lo mismo, misterios o secretos. Está a punto de terminar, pero no queríamos dejar de dejar constancia de ella en esta revista de asombros: La Torre Invertida, en La Casa Encendida, Madrid, hasta el 5 de enero.

Dice su comisaria, Pilar Soler Montes, en el catálogo: “Existe en el tarot un recurso que ha interesado mucho a los artistas cuando intentan escapar a una narración lineal y ordenada, porque su naturaleza corresponde a una forma que podríamos calificar como inorgánica. Esta característica permite una complejidad de relatos parecida a la de un laberinto (…) , llegando a transformar el juego en un camino a veces oscuro (…) Carl Gustav Jung fue un pionero en destacar la importancia de su simbolismo y no dudó en usarlo para ilustrar sus ideas sobre los arquetipos personificados en los arcanos mayores del juego de cartas”.

Así, La Casa Encendida de Fundación Montemadrid ha dado forma a un juego/laberinto/exposición con 12 artistas que han encontrado inspiración en las cartas del tarot: La torre invertida. El tarot como forma y símbolo, una muestra que explora las recurrentes relaciones entre creación contemporánea, contracultura y tarot. La exposición acoge una selección de obras de artistas desde los años 60 junto a otras de creadores actuales, poniendo de manifiesto una relación que se extiende en el tiempo, desde los orígenes del tarot, pasando por las vanguardias y el surrealismo, hasta el renovado interés actual.

Y reflexiona la comisaria: “¿Por qué el tarot ahora? En un tiempo frenético donde cualquier predicción o consenso previo quedan rápidamente desfasadas y la incertidumbre es la única certeza tanto en lo personal como en lo político, lo propio de la naturaleza humana es buscar otras fuentes de significado, otra simbología, un refugio frente a la intemperie. También por ello los artistas han utilizado el tarot como inspiración y se han acercado cíclicamente a él, interesados además por su simbolismo y por la búsqueda de un conocimiento nuevo, no normativo, así como por su flexibilidad iconográfica y su potencial para abrir la imaginación, canalizar visiones subjetivas, ideas utópicas, futuros alternativos, cuestionar el pensamiento racional, abrir el camino de la reflexión y el autoconocimiento”. “Adentrarse en el tema del tarot es introducirse en un estudio caleidoscópico con múltiples puntos de vista. Por eso propongo en la exposición un recorrido sin un orden narrativo lineal, como la estructura del juego de cartas, compuesto por una serie de artistas que han usado el tarot y su significado en sus obras continuando con la idea contracultural que supone el pensamiento mágico para explorar la complejidad de la experiencia humana y cuestionar las narrativas dominantes”. 

Una vista de la expocición ‘La torre invertida. El tarot como forma y símbolo’ en La Casa Encendida.

Doce artistas se aproximan al tarot como forma y símbolo en La Casa Encendida. Foto: Maru Serrano / LCE

La muestra es compleja y laberíntica. Raúl de Nieves (Michoacán, México, 1983), cuya obra bebe de la inagotable imaginería de la artesanía de su país, el catolicismo, el tarot, el drag y el punk, presenta tres obras escultóricas en las que investiga historias de transformación y viajes simbólicos.

Suzanne Treister (Londres, 1958) nos muestra en Hexen 2.0 un tarot completo (78 cartas) para imaginar futuros alternativos a partir de historias paralelas entre los programas científicos, los programas gubernamentales de control social, las historias de la contracultura y activismo, el desarrollo de tecnologías como Internet, los vuelos no tripulados o el GPS.

Aldo Urbano (Barcelona, 1991) ha elaborado para la ocasión su propio tarot, Catedral debacle (2024), una baraja compuesta por los arcanos mayores donde se parte del tarot de Marsella para elaborar una nueva iconografía que se enlaza con un discurso subjetivo del artista para contactar con el inconsciente. Igualmente, dentro de la pintura, pero con una estética más cercana al naïf y al fauvismo, se inscribe la obra de Johanna Dumet (Guéret, , Francia, 1991), que, siendo fiel al tarot de Marsella, presenta sus cartas en pintura sobre madera.

Más explícitamente política es la obra de Betye Saar (Los Ángeles, 1926), pionera del readymade, leyenda del arte contemporáneo y del Black Artists Movement, en la que convergen habitualmente espiritualidad, misticismo, antirracismo y feminismo.

La exposición cuenta también con el Black Power Tarot (2014), una obra de Arish Ahmad Khan (1977, Montreal) –frontman de la banda King Khan & the Shrines– ilustrada por Michael A. Eaton y que contó con la colaboración de Alejandro Jodorowsky. Ilustra con figuras históricas afroamericanas los 22 arcanos mayores del tarot, dando así una nueva dimensión a la baraja y a la propia historia de las luchas antirracistas.

Más cercana al art brut es la obra de Frédéric Bruly Bouabré (Costa de Marfil, 1923-2014), artista que, tras una “revelación divina”, se embarcó en una exhaustiva carrera por documentar, con papel y cartones, bolígrafo y lápices de colores, todo conocimiento que se pusiera a su disposición.

‘La torre invertida. El tarot como forma y símbolo’ en La Casa Encendida.

Una de las salas de ‘La torre invertida. El tarot como forma y símbolo’. Foto: Maru Serrano / LCE

La obra de la escultora, pintora y cineasta Niki de Saint Phalle (Neuilly sur Seine, 1930 – San Diego, 2002) en relación con el tarot tiene un nexo más explícito con sus orígenes: Son las poderosas familias del norte de Italia las que a partir del siglo XV con el Renacimiento y muy especialmente en el Barroco fusionan la imaginería y los valores del cristianismo, el platonismo y las fuentes clásicas, dando lugar a un humanismo que se reflejaba en alambicadas alegorías solo para iniciados, presentes en juegos como el tarot, pero también en sus desfiles y representaciones festivas, en la literatura, la poesía, la música, el teatro y en sus nuevos jardines. Es precisamente en la Toscana donde Saint Phalle construyó desde 1978 hasta 1998 la “obra de su vida”, su Jardín del Tarot –claramente inspirado en el jardín de Bomarzo en Roma, el jardín barroco por excelencia– con inmensas esculturas creadas libremente a partir del tarot de Marsella, y que como en los jardines con grutas y trampantojos de los siglos XVI y XVII se encuentra plagado de citas, mensajes y alegorías, pero muy vinculados con lo femenino.

Igualmente influenciados por la explosión contracultural de los años 60 y 70 del siglo XX fueron Agnès Varda (Ixelles, 1929 – París, 2019) y Andy Warhol (Pittsburgh, 1928 – Nueva York, 1987). En su obra maestra Cleo de 5 a 7 (1962), Varda muestra a una joven cantante en París que debe recoger los resultados de unas pruebas médicas a las siete de la tarde, pero a las cinco acude a una tarotista que le revela que tiene cáncer. Cuatro años más tarde, Andy Warhol rodaría The Velvet Underground Tarot Cards (1966), película que se muestra en la exposición y en la que, en una caótica fiesta en un apartamento neoyorkino, uno a uno los miembros de la Velvet, John Cale, Nico, Sterling Morrison, Lou Reed o Maureen Tucker, entre otros habituales de la Factory, asisten a una lectura del tarot en un ambiente de confusión y caos.

De la misma época y similar background cultural es la artista Dorothy Iannone (Boston, 1933 – Berlín, 2022), que trabajó durante toda su vida con textos, películas y pinturas autobiográficas explícitamente sexuales, pero con una estética próxima a las representaciones de la Grecia clásica, el barroco, el arte japonés, las religiones orientales e incluso la escultura africana.

Una avalancha de sensaciones y mensajes que, sin duda, tienen un gran poder (el del arte y el del tarot): despertarnos, hacernos reaccionar frente a cotidianidades formateadas por los intereses ultracapitalistas dominantes. El tarot como terapia de autoconocimiento. Dice Chus Martínez, comisaria, investigadora, historiadora y docente de arte, como colofón del catálogo: “Una forma de disciplinar el tarot es afirmar que no predice el futuro. Más bien refuerza nuestras expectativas sobre el futuro, aclarándonoslas a nosotros, no a los dioses. Ayuda a regular la ansiedad mental, a lidiar con los mecanismos, simples y complejos, con los que huimos de todo aquello que tememos afrontar. Es también una gran herramienta para activar el imaginario colectivo a través de lenguajes simbólicos sencillos, capaces de hablar de mucho más que la salud, el amor o la riqueza. También nos puede hablar de roles sociales, de cómo interpretar el siguiente paso que debemos dar”.

Que el 25 nos sea propicio. Las cartas están echadas. Ante todo, calma.

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