Irene Moray: “Debemos lanzar un mensaje diferente de las violaciones sexuales”

Un fotograma del corto

Un fotograma del corto ‘Suc de síndria’ de Irene Moray.

Tras su paso por la prestigiosa Berlinale, el cortometraje ‘Suc de síndria’ no ha parado de recibir elogios y reconocimiento a nivel internacional. Recientemente ha sido anunciado como uno de los candidatos a mejor corto de los Premios del Cine Europeo y se puede ver a través de la plataforma Movistar +. Su directora, Irene Moray (Barcelona, 1992), nos habla del proyecto y la necesidad de crear nuevas narrativas y enfoques sobre un tema aún por explorar como son las violaciones sexuales.

Protagonizado por Elena Martín y Max Grosse, el cortometraje presenta de forma minuciosa el viaje emocional de una pareja que tras sufrir un episodio traumático buscan redescubrir su sexualidad como ejercicio catártico y de sanación. La joven cineasta aborda el tema de la violación sexual desde otro prisma, ofreciendo un relato esperanzador que profundiza en los placeres, la sensualidad y la comprensión.

¿Por qué decidiste adentrarte en las secuelas de una violación sexual?

Porque creo que es un tema muy tabú y siempre que se aborda es desde la perspectiva del trauma, mostrando la propia violación. Creo que esto tiene un efecto muy nocivo en la sociedad. Por eso quería aportar otro enfoque y lanzar un mensaje diferente, un mensaje de esperanza, de sanación. De alguna manera, tratar de decirles a las mujeres que han sufrido esto que pueden superarlo, ser felices y seguir siendo ellas mismas, y no quedarnos con la eterna victimización y culpa.

¿Hasta qué punto una violación cambia la vida de las que la sufren?

Cada persona lo vive de una forma distinta. También es verdad que el imaginario colectivo nos hace creer que una violación suele ser un señor que sin conocerte de nada abusa de ti en la calle, pero esos son la minoría de los casos. Muchas violaciones se producen por parte de parejas, amigos, profesores. Y son muchos casos: una de cada tres mujeres ha sufrido alguna experiencia de abuso sexual. Y hay tantos casos diferentes como traumas distintos.

A pesar de que se castigue más que antes, los casos de violaciones siguen siendo numerosos, ¿qué crees que falla?

Falla la educación, no hay una educación sexo-afectiva, ni emocional, ni basada en el consentimiento, ni en el respeto. Además, las leyes no están dictadas de forma que una violación nazca del no consentimiento sino que tiene que ser forzosa para que se considere violación sexual.

Hay una escena del corto donde ella cuenta a sus amigos que fue violada, lo hace con valentía a pesar de la vergüenza que sienten las víctimas de reconocerlo, ¿cómo se afronta y se supera?

Esa escena nace de forma natural, están unos amigos hablando sobre lo que es acoso y lo que no y ella lo suelta. En este caso, no creo que sienta vergüenza al admitirlo, al contrario, lo hace para demostrar que eso ocurre y que le puede pasar a cualquiera. La vergüenza existe, evidentemente, pero es algo que crea la sociedad, es como la chica víctima de La Manada, que dudaban de su testimonio y ponían en duda su trauma alegando que a los pocos días salía de fiesta y subía fotos a su Instagram. Es absurdo, además de que te pasa eso, te tienes que quedar en casa y estar mal. Como te decía antes, cada persona supera sus traumas y cierra sus heridas de forma distinta, no hay una fórmula, lo que no podemos hacer es juzgarlas por ello. Y es importante que ofrezcamos nuevos puntos de vista explicando que las personas que han sufrido una violación no tienen por qué obligatoriamente quedarse en su casa a llorar.

Ya que hablas de educación, ¿qué parte de culpa tiene la mala educación sexual que hemos recibido y la influencia de la pornografía?

A mí me parece bien que la pornografía exista, el problema es cómo se consume y qué es lo que refleja. Creo que muchos jóvenes la tienen de referencia y siguen los patrones y conductas del cine porno para iniciarse en la vida sexual. Yo tengo un hermano de 13 años y le he hablado sobre consentimiento, también sobre pornografía explicándole lo que es real y lo que no, los efectos que puede provocar consumirla, la importancia de descubrirse a uno mismo. Nadie le habla de eso, mis padres no le han hablado de eso, en la escuela tampoco. Y cada vez se habla más de educación sexual para jóvenes, yo no la tuve y seguro que tú tampoco, pero es importante y creo que eso es lo que va a cambiar. Quizá las nuevas generaciones, al recibir este tipo de educación, sean más conscientes y capaces de modificar los roles sexuales y por extensión la pornografía.

Me resulta interesante el personaje de él, Pol. Parece sensible, comprensivo, vulnerable, ¿crees que representa otro tipo de masculinidad no normativa y que es más sana?

Me interesaba dibujar un personaje así porque es una persona sensible pero no necesita salvar a su pareja, él también tiene sus conflictos internos, no se explora mucho en el corto pero se deja intuir, y simplemente se acompañan, se respetan, se aman. ¿Por qué no puede ser un hombre así también? Hay muchos tipos de masculinidad y con este personaje la gente puede empatizar. A una mujer que ha vivido algo así le gustaría tener al lado a alguien como él, alguien que la apoya, confía en ella y le deja su espacio.

A nivel artístico tengo la sensación de que los cuerpos desnudos de ella y él se conjugan perfectamente con el paisaje, con la naturaleza, ¿existe una intención estética de despojar a la sexualidad de artificios y representarla de forma natural?

Sí, intenté que la naturaleza fuese un personaje más, y a su vez que los desnudos formasen parte del paisaje. Quería mostrar que la desnudez y el placer no tienen por qué ser sólo sexual. A través de la naturaleza, del placer de comer, Bárbara conecta con el disfrute más que con el sexo debido a lo que le ha pasado. Digamos que a través de otros placeres consigue sanar su sexualidad corrompida y superar sus traumas. Cuando tienen sexo, ella siempre lleva algo de ropa; pero cuando están riendo y disfrutando en el lago, está desnuda. Esa representación física revela el proceso de reparación emocional que vive el personaje.

Las interpretaciones también son muy naturalistas. ¿Cómo trabajasteis eso?

Teníamos de base que Maxi y Elena se conocían muy bien, han trabajado mucho juntos y se tienen cariño. Y luego trabajamos de forma muy profunda, les hice hacer meditaciones, ejercicios de tantra para que ellos crearan una forma de tocarse y de respirar que era la que a mí me interesaba mostrar. Se hizo de forma muy consciente y con mucha dedicación, con mucha escucha y presencia. Empezábamos con ejercicios de respiración, abrazándose y demás, y luego a eso le sumamos los diálogos. Ambos fueron muy generosos, sobre todo Elena, porque fuimos a sitios que suponían un reto a nivel emocional.

¿Dónde se rodó?

En Berga, en Barcelona, en un antiguo convento que ahora es una residencia de artistas. Ese lugar me inspiró el proyecto: la naturaleza, el pantano de la Baells, el bosque… Es precioso. Además, todo estaba muy cerca del convento, lo cual nos facilitó mucho la producción, todo el equipo dormíamos y comíamos juntos, era como ir de colonias.

Parece que el número de directoras de cine va en aumento, aunque todavía queda camino por recorrer para que haya una igualdad plena, ¿por qué es importante que existan proyectos con una perspectiva feminista?

Creo que es importante que haya proyectos lo más diversos posibles, y no sólo que se le dé más voz a las mujeres, sino a las mujeres racializadas, o personas transgénero. La cultura que consumimos debe ser variada porque, si no, veremos una versión sesgada de la realidad y nos perderemos otras narrativas que nos pueden aportar otros puntos de vista que también son necesarios conocer y descubrir.

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