Isabel Muñoz y la ‘dignidad humana’ de los primates
El pensador, el místico, el abrazo, la maternidad, la ternura… Son escenas tremendamente humanas y emocionantes, pero protagonizadas por gorilas, orangutanes y bonobos en la extraordinaria exposición fotográfica de Isabel Muñoz en la galería madrileña Blanca Berlín.
Lo primero que salta a la vista al entrar en la galería madrileña Blanca Berlín y comenzar a disfrutar de la exposición Álbum de Familia, de Isabel Muñoz, es que ha logrado con los primates lo mismo que con sus celebrados retratos de personas: la belleza de la dignidad humana. Estas 15 imágenes en un blanco y negro lleno de matices -conociendo a la artista como la conozco, sé que tendrá cientos de buenas fotos y que habrá sido una odisea seleccionar 15-, de gorilas, orangutanes y bonobos -sobre todo, bonobos-, desprenden parecidas sensaciones, emociones y expresiones que si ante seres humanos nos encontráramos. Ahí están el pensador, el místico, el soñador, los que cotillean y se cuentan secretitos, quien se toca, la infinita ternura de la maternidad, hay sensualidad, hay abrazos y orgullo de familia. Como si posaran, como si se hubieran sometido a pacientes y largas sesiones ante la fotógrafa con telas de fondo e iluminación añadida. Y no ha sido así, claro.
Isabel Muñoz ha dedicado a este proyecto tres años -con alguna interrupción porque las cosas de la vida la apartaron temporalmente- y, para ello, ha viajado desde Madrid a Francia, el Congo y Borneo. Lo que comenzó en el zoológico de Madrid con dos gorilas fue creciendo de manera obsesiva -como le suele ocurrir a esta mujer cuando se le mete algo en la cabeza, entre su melena y en los ojos-; se sintió atrapada por la capacidad de sugerir y expresarse de estos animales y piensa continuar con este trabajo en los próximos años, porque «a través de ellos estoy descubriendo facetas nuevas de nosotros, incluidos aspectos de la sexualidad», confiesa. Por eso mismo, sus preferidos son los bonobos, esos primates que biológicamente han decidido arreglar las tensiones de grupo y limar asperezas mediante el sexo, sin distingos de género y sin tabúes.
Es la primera vez que Isabel Muñoz, a la que a veces las organizaciones de defensa de los derechos de los animales han criticado por sus series de exaltación de la tauromaquia en los años noventa, decide convertir a los animales en protagonistas de sus imágenes; y con tanto tacto y empeño lo hace que aporta con este Álbum de Familia más material para seguir difuminando, en un ejercicio de civilización, las barreras que, en nuestro egocentrismo, decidimos levantar entre nosotros y el resto de los animales, a los que consideramos que había que someter y criar -o cazar- para nuestro beneficio. Sólidas imágenes sin duda para seguir llenando de argumentos el Proyecto Gran Simio, que persigue dotar a chimpancés, gorilas, orangutanes y bonobos del reconocimiento y los derechos que les corresponden como «homínidos».
Al impacto que provocan estos retratos contribuye también, sin duda, la calidad de las copias. Las obras vuelven a estar realizadas con la técnica que Isabel Muñoz emplea habitualmente: la platinotipia, un procedimiento caro y complejo que ofrece, a cambio, unas impresiones en platino de gran belleza y durabilidad que aportan una amplia gama de tonos y texturas muy pictóricas.
En esta extraordinaria labor, Muñoz ha estado acompañada y asesorada -y resalta su agradecimiento hacia ellos en la exposición- por diversas entidades y ONGs, como el Centro de Rescate de Primates Rainfer en España, el Parque Nacional de Kahuzi-Biega, el Centro de Rehabilitación de primates de Lwiro y el Santuario Lola-Ya Bonobo, los tres en la República Democrática del Congo, la Orangutan Foundation y el parque La Vallée des Singes, en Francia. Lo resume bien el texto de José A-Arcila que acompaña la exposición: «Durante más de 40 años, Isabel Muñoz ha recorrido el mundo con su cámara retratando los sentimientos del ser humano en su estado más puro, en su intimidad más recóndita. Hace ahora un alto en el camino para investigar en los primates el origen de aquellas emociones que a lo largo de tantos años han pasado por su objetivo. En ellos, busca la cuna de nuestras miradas de afecto, de compasión o acaso de celos. Y entre ellos se ha propuesto descubrir el lugar donde habitó por vez primera lo que hoy es parte de nosotros mismos. Isabel no ha querido traer a este álbum el horror que asola a estos pacíficos animales, víctimas de persecución, mutilación y muerte a manos de asesinos furtivos. La labor de las organizaciones locales e internacionales es simplemente encomiable y a ellas debemos dar nuestros apoyo».
El desafío de retratar a los grandes simios ha sido la evolución lógica del interés -abierto, desinhibido, sin prejuicios- de esta artista por el ser humano. En su hoja de ruta fascinada por la belleza, sensualidad y también oscura y poliédrica capacidad de seducción del cuerpo humano, Isabel Muñoz ha viajado desde los muslos y pectorales de bailarines y toreros en los noventa a las torvas miradas y tatuajes de los pandilleros centroamericanos en la pasada década, y al acercamiento impulsivo a pueblos indígenas de África y Oceanía (Etiopía y Papúa Nueva Guinea), que viven alejados de lo que en Occidente consideramos progreso. En esa búsqueda de la esencia humana proyectada a través de la piel y lo más básico, desprovista de adornos, eufemismos y simulaciones, se dio cuenta de que el siguiente peldaño natural era aproximarse a los primates. Ella insiste en que no pretende análisis antropológicos -que doctores tiene la Iglesia-, sino proyectar de manera artística la pura intuición de quien se ha pasado tres cuartas partes de su vida observando el comportamiento humano a través de una cámara. Todas esas características formales y de concepto se han aliado en Álbum de Familia para montar realmente un cuadro de posados al modo de las familias antiguas y las tribus que, hace más de un siglo, posaban, mirando un poco al fotógrafo, otro poco al infinito y otro poco a la historia, con rudimentario orgullo e inocencia, ante quienes trataban de inmortalizarles.
Más sobre Isabel Muñoz en ‘El Asombrario’.
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