ISLA: arte contemporáneo entre encinas, setas y praderas

Lucía Loren. ‘Hongos’. Foto: Javier Pérez Pla.

La galerista madrileña Lucía Mendoza llevaba años dándole vueltas a un proyecto eco-artístico –”quizá desde hace más de lo que somos capaces de recordar”–. Algo que rompiera formatos y tiempos demasiado rígidos y apresurados en el mundo de la creación contemporánea. Hace 11 días puso la primera piedra con la presentación en sociedad de su original proyecto ISLA, en una finca de 11 hectáreas en la sierra madrileña, en Robledo de Chavela.

Su definición:  “Espacio de investigación, desarrollo y experimentación de ideas en la intersección entre arte, sostenibilidad y ecología”.

Su declaración de principios: “El proyecto, además de aunar dos de los pilares más importantes sobre los que sustentamos nuestro trabajo como son el arte y la sostenibilidad, engloba la percepción, en ocasiones idílica pero no imposible de alcanzar, que tenemos sobre la vida, las artes visuales, el medio que nos rodea. Al fin y al cabo, se trata de buscar equilibrio, de sanar, recuperar, investigar, proponer y enriquecer a través de prácticas artísticas sensibles al medioambiente”.

Para embarcarse en esta nave de creación artística entre prados, encinas, rebollos y sauces, Lucía Mendoza se ha hecho acompañar de la comisaria Blanca de la Torre.

Lo que nos contó Lucía Mendoza, a la sombra de una regia encina protegiéndonos de un sol exagerado en otoño, por mucho veranillo de San Miguel que sea: “Yo siempre he tenido como ideal montar una especie de Bauhaus, un espacio y un proyecto para el desarrollo, el conocimiento, la creación y la sostenibilidad”. La idea de ISLA, que quiere dar cabida con el tiempo a residencias artísticas, navega también hacia el archipiélago, estableciendo redes y colaboraciones con otros proyectos vinculados a la creación en las periferias como Cancha, en Chile; 3piedras, en Ara (Huesca), y la Fundación Díaz Caneja, en Palencia. “Vamos a buscar otros ritmos, escuchar primero a los expertos en el territorio, ornitólogos, geólogos, botánicos…, y a partir de ahí programar los proyectos artísticos”.

Blanca de la Torre, la comisaria, subrayó (bajo la encina y mientras nos tomábamos croquetas, tortilla y queso): “Lo importante ahora es existir. Ya hemos dado este primer paso. Hoy presentamos El Comienzo. Y a partir de ahí, trabajar en la intersección del arte y la ecología, trabajar de manera orgánica y transversal, creando nodos de investigación y experimentación. Es un proyecto que parte del territorio y ha de estar muy vinculado a él”.

Escuchar el territorio y cuidar el entorno. Crear otros calendarios y otros ritmos, frente al frenesí de aperturas, ferias e inauguraciones, la absoluta mercantilización del arte, absorbido por las ansias, prisas y ansiedades del capitalismo, que todo lo fagocita.

Tohiro Yamaguchi. ‘Infinite Butterfly’. Foto: Javier Pérez Pla.

“Siempre hemos reivindicado las periferias”, sigue De la Torre. “Y por ese camino vamos a seguir. Estamos convencidas de que de la periferia han de surgir las nuevas ideas, metodologías, discursos… Las nuevas formas de hacer”. “El trabajo de ISLA abordará algunos de los retos principales que afrontamos como sociedad, como la soberanía alimentaria, la protección del agua, la acción climática, la preservación de la biodiversidad, la contaminación o el cuidado de hábitats naturales, entre otros. Además, ISLA tiene el propósito de construir un decálogo de sostenibilidad, un marco específico de actuación para cuidar la huella ecológica de todo el proyecto y de sus actividades a lo largo de su ciclo de vida”.

Para presentarlo en sociedad, a un centenar de asistentes entre periodistas, artistas, comisarios y agentes culturales de diverso tipo, desde la danza a la arquitectura, ISLA (aparte de lo atractivo del nombre en sí, juega también a eso que se lleva ahora tanto a la hora de bautizar: es el acrónimo de Ideario de Sostenibilidad y Laboratorio de Arte) nos mostró 11 piezas artísticas muy bien distribuidas por la magnífica parcela, protegida como ZEPA y situada entre dos montes emblemáticos de la Sierra de Guadarrama: El Almojón y La Almenara. Desde la obra Traviesas (1989), de Agustín Ibarrola, porque, como dijo Mendoza, fue pionero en el arte conectado con la naturaleza, traviesas de ferrocarril intervenidas y dotadas de un carácter totémico; a Hongos (2023), de Lucía Loren, una atractiva composición en mimbre que recuerda tanto a las setas (Robledo de Chavela es uno de los municipios madrileños con mayor tradición micológica) como a las antenas que la NASA tiene colocadas en este pueblo para el seguimiento del Espacio Profundo, y cuya estación fue decisiva  en la recepción de señales de la llegada de la misión Apolo a la Luna en 1969.

Agustín Ibarrola. 'Traviesas' Fotografía cortesía de ISLA.

Agustín Ibarrola. ‘Traviesas’ Fotografía cortesía de ISLA.

Más arte entre rebollos y encinas: Las infinitas mariposas escarlatas de Toshiro Yamaguchi; esta obra se inspira en el pensador chino Zhuangzi, quien en El sueño de la mariposa narra cómo un día, tras soñar que estaba revoloteando como un lepidóptero, pensó: “¿Realmente soñé que era una mariposa, o ese animal que vi en mi sueño es en realidad mi verdadero yo y la persona que soy ahora es el sueño de una mariposa?”. Y obras site specific de Juan Zamora, una instalación de bebederos para la fauna a partir de cáscaras de sandía tratadas con resina ecológica; Miguel Sbastida, instalación de piedras de roca de sal, y Elena Lavellés, instalación a partir de cores o testigos, que, mediante una barrena de Pressler, extrae muestras de los árboles de la zona; se trata de una aplicación artística de la dendrocronología, disciplina científica que estudia los cambios ambientales registrados en los anillos de los árboles como resultado de su crecimiento anual. Artistas muy vinculados a la galería que Lucía Mendoza tiene en el barrio de Las Salesas de Madrid, y que han mostrado especial interés en buscar la conexión y reflexión con la naturaleza y la sostenibilidad.

Sobre las obras site-specific que los artistas ya han sembrado por la parcela de Robledo, De la Torre apunta: “Las intervenciones que han realizado para ISLA hablan de buscar nuevos modos de reconectar con la naturaleza y el territorio, de reflexionar sobre el tejido que sostiene la vida, desplazando la mirada antropocéntrica en busca de fórmulas nuevas de cohabitar el planeta”.  “Todas ellas proponen una mirada ecocéntrica que trata de regeneración, de simbiosis, de despertar nuevas formas de imaginación ecopolítica para experimentar con otros modos de coexistencia y, en definitiva, de ser y estar en el mundo”.

Juan Zamora. ‘Aflorar las piedras’. Foto: Cortesía del artista.

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