Israel Fernández: «España no quiere que mande alguien que haga el mal»

El cantaor y compositor Israel Fernández actuará el día 26 en el Teatro Real dentro de la programación del Universal Music Festival.

Son apenas 29 minutos de música, pero capaces de emocionar de una manera impresionante. Están encerrados en ‘Pura sangre’, el nuevo trabajo del cantaor y compositor Israel Fernández. Un disco autobiográfico en el que el artista logra una conexión directa con el oyente a base de una voz afinadísima, unos arreglos muy elegantes, un respeto absoluto por los palos y los cantes flamencos y unas letras magníficas. El próximo miércoles, día 26, Israel Fernández presentará este trabajo en directo en el Teatro Real dentro de la programación del Universal Music Festival.

El primer adelanto de Pura Sangre, su primer sencillo, llama poderosamente la atención por su calidad y contundencia. Se trata de una bulería luminosa como el relámpago, rápida como el rayo y estruendosa como el trueno. Se titula Al Tercer Mundo y en ella el cantaor entona una cruda denuncia social arropada por la vertiginosa y afilada guitarra de Diego del Morao y la electrónica de Pional.

Pura sangre es sobre todo una reivindicación de una forma de ser y de vivir y un trabajo en el que Israel Fernández se muestra verdadero, sincero, y en el que sus letras han crecido de una forma muy reconocible. Antes del que considera uno de los conciertos más importantes en lo que va de su carrera profesional, el del próximo 26 en el Teatro Real dentro de la programación del Universal Music Festival, el cantaor ha sido tan amable de atender a El Asombrario por teléfono desde su casa.

Déjanos que te conozcamos un poco mejor de tu propia palabra. ¿Cómo se metió en tu vida la música?

Nadie de mi familia se dedica a la música. Todo lo contrario. Mi padre ha sido albañil toda su vida. Vengo de una estirpe de vendedores ambulantes, de chatarra y de mercado. Mi padre se llama Miguel y mi madre Petra, y son los mejores padres del mundo.

¿Entonces?

Me crié en un pueblo muy chiquitito de Castilla-La Mancha. Un pueblo de la provincia de Toledo que se llama Corral de Almaguer, y desde muy chiquito en mi entorno ha habido mucha afición por el cante, por el flamenco. Mi infancia ha sido muy alegre musicalmente hablando, me refiero. Me crié en una barriada gitana y ahí siempre había alguien cantando, alguien con una guitarra, alguien tocando en la acera de enfrente.

¿Esa fue tu mayor conexión con el flamenco?

Mi mayor conexión con el flamenco la dicta la palabra que define mi intención: la verdad. La verdad es lo más bonito que podemos tener. La verdad es el camino de todo. Y la mayor conexión que puedo tener es con mi raza. En ese ambiente en el que yo me he criado, con mis abuelos, mis primos, mis tíos, siempre estaban cantando, y cuando no cantaban, escuchaban. La música siempre ha estado ahí.

¿Has estudiado música como otros de tu generación o eres autodidacta?

No, no he ido al conservatorio ni he estudiado música. Soy autodidacta y creo que podría decirte que soy autodidacta extremo. Porque me he criado en estas tierras que, quieras que no, no son tan flamencas como Andalucía, por ejemplo. Muchas veces es la tierra la que te lo pone más complicado. En Toledo no tenía o no podía tener muchos amigos flamencos. Yo tenía mis amigos gitanos, pero ellos de chicos jugaban a cosas de niños. No se ponían a escuchar a Tomás Pavón.

Entonces, ¿cómo empieza todo para que termines en el sitio en el que estás ahora?

Para mí ha sido una cosa muy natural. Tanto como crecer. Hacerme mayor. De chiquitito cantaba en las fiestas y mis padres y mi familia ya vieron que no se me daba mal del todo. Cuando yo tenía 5 o 6 años, ellos ya se daban cuenta de que ese niño sabía cantar. Así que mi madre con 10 años me llevó al típico programa de Televisión Española para talentos. Hice un casting en Madrid, en el hotel Eurobuilding. Me llamaron a los pocos días. El programa se llamaba Tu Gran Día. Allí fue donde empezó también Diana Navarro. Ella me sacaba a mí como 10 años, yo tendría 10 y ella, 20. Después de hacer el casting, nos fuimos a Barcelona al concurso y ahí gané el primer premio en mi categoría. Que de las antiguas pesetas creo que fueron un millón de pesetas. Mi primer millón de pesetas. Y a partir de ahí, pues lo típico, de pueblo en pueblo y poco a poco. Hasta hoy.

¿Cómo te conviertes en autor además de cantaor?

Empecé a escuchar mucho cante. Pero no tenía nada que escribir, porque no había vivido nada. No me creía nada de lo que escribía. Así que no fue hasta los 17 que empecé a grabar mi primer disco en Madrid con un pianista que yo admiro mucho, que se llama Pedro Ojesto. Pianista de jazz y flamenco. Ese primer disco se tituló Naranjas sobre la nieve.

¿Este último se titula ‘Pura Sangre’ por aquello del orgullo de ser gitano?

No. No viene por ahí. Yo no tengo mucha amistad con la palabra orgullo. Tengo más amistad con la dignidad. Creo que tiene mucha más importancia la dignidad que el orgullo. Hay gente que tiene mucho orgullo y muy poca dignidad. Cuando digo Pura sangre, no lo digo ni por la raza ni por la mezcla. Me refiero más a las personas que tienen lealtad por otras personas. Que tienen sinceridad. Las personas que tienen amor. Que tienen verdad… Esas personas son pura sangre. Para ser un pura sangre tienes que tener esas cuatro vertientes. Sinceridad, lealtad, verdad y amor. Hay gente muy pura de raza, pero que son muy falsos.

En el disco hay letras maravillosas dedicadas al pueblo del que procedes. Por ejemplo, cantas en unos tangos titulados ‘Caminos y veredas’: “Ellos se rompían sus manos, por los campos hacían canastas de mimbre. Y andaban con sus carros por caminos y veredas, los seguían los civiles. Ellos fueron esclavos para que hoy tú seas libre”…

Mi etnia, mi raza gitana, ha sido muy perseguida siempre. Yo no lo he vivido, porque nací en otra época. Pero sí vi cuando era chiquitito que había más racismo del que hay ahora. Esto es así. La verdad tiene un camino y la verdad te hace libre. Hemos sido una raza de minoría, una raza perseguida por la justicia. Perseguidos de forma injusta. Incluso hemos sido una raza mal vista sin tener por qué. Se nos ha perseguido simplemente por nuestra piel, por el color de nuestra piel. Y por nuestra forma de vida errante. Eso lo han pasado nuestros bisabuelos. El mensaje en esos tangos está súper claro, pero lo digo también, por cualquier persona del mundo: nunca hay que olvidarse de dónde viene uno. Porque si lo olvidas, entonces pierdes lo que eres realmente. A veces la gente se entretiene en cosas que no son suyas, y las que son suyas, las pierden.

Hablando de racismo y de persecución. Estamos a punto de unas elecciones generales y hay partidos que concurren que son abiertamente racistas. ¿No tienes miedo de que pueda recrudecerse el racismo?

No creo que se atrevan. Porque una cosa es de boca y otra cosa son los hechos. Y yo creo que las personas que están con discursos de odio y con el racismo ahora mismo, en general, lo van a pasar muy mal, porque la gente se les va a echar encima. No echo mucha cuenta de esas cosas, la verdad. No creo que ocurra. Ya te digo, del dicho al hecho va mucho trecho. No creo que los españoles quieran que mande una persona que vaya a hacer el mal.

En otro de los temas hablas del amor. “Si yo mandara en mi corazón, ahora mismito te dejaría. Si yo mandara en mi corazón. Te la llevaste, la llave de mi corazón, ay tú te la llevaste. Cuando tú quieras entras y sales”. ¿Es más difícil dejar a que te dejen?

Hay tres cosas que no se pueden parar. Lógicamente, el tiempo. Y lo más importante: los sentimientos no se pueden parar. Tú puedes parar el brazo, puedes parar cualquier extremidad, pero no puedes parar el corazón. Puedes cerrar los ojos, puedes dormir. Pero cuando tú quieres parar el corazón, el corazón no se para, no te hace ni puto caso. Hablando mal. Cuando una persona ama de verdad, tanto en una relación amorosa como en una amistad. Los hay que son más orgullosos y que dejan antes. Pero una cosa es que tengas fuerza de voluntad y otra que desaparezca el sentimiento. Porque aunque lo dejes, sigues sintiendo lo mismo.

¿Y cuál es la solución cuando el amor muta o se resiente?

La solución es dejarle la puerta abierta siempre. No cerrarla nunca. Hay una letra de Fernando de Utrera que lo resume bien: “Dejo la puerta entornada por si alguna vez te diera la tentación de pasar”.

¿De dónde sale una bulería tan rabiosa y tan afilada como ‘Al tercer mundo’?

Estaba en mi casa y me gusta ver los documentales del espacio, de los planetas. Y estaba viendo un documental sobre Marte. Están empeñados en ir a Marte y se están gastando millones y millones de euros en mandar sondas y cosas de estas. Y de esto que me aburrí y cambié de canal y salió un anuncio típico de estos de los niños pobres en África, que piden dinero para alguna ONG. Imágenes que te parten el corazón, literalmente. Y entonces pensé: fíjate lo que estoy viendo, quieren investigar Marte y dejan olvidado lo que tienen en casa. Así que fue ver en un segundo la hipocresía del mundo en general.

Yo soy así. Cuando no me puedo quejar o hablar de algo, lo canto. En lugar de llorar, canto. De siempre, desde chiquitito si no me puedo quejar o hablar algo, lo canto. Yo en vez de llorar, canto. Es un tema que está compuesto desde la rabia, desde la pena y la tristeza. Y elegí la bulería porque tiene mucha energía. Porque así iba a tener mucha más fuerza. No quería ver nostalgia en esto, quería ser súper claro.

Con lo que sí eres nostálgico es con tu niñez y con tu familia. En la soleá se ve muchísimo.

Ahí me vienen los recuerdos de mis abuelos, de mis tíos, de donde yo me crié. ¿Sabes que sigo viviendo en el mismo sitio desde que era chiquitito? En el mismo barrio.

¿Eso es lo más importante en tu vida?

Las cosas hay que disfrutarlas conforme vienen. Y no pretender tanto. Porque uno se vuelve loco por las cosas materiales de la vida. Y pierde las espirituales, que son las que más valen. Te estoy hablando de cosas espirituales como tus padres, tu madre, tus primos, tus tíos. Eso la gente lo pierde y da mucha pena. Es una forma de pensar mía, que no quiere decir que sea la correcta, pero es la que a mí me hace feliz. No es lo normal. Los hijos suelen abandonar las casas de sus padres y se pierden verlos envejecer. El día a día de estar con ellos. Si conocieras a mis padres, entenderías algo. Según va pasando el tiempo, necesito encontrarme, ser verdadero, ese es el mayor tesoro. No hay cosa más bonita que hacer mejor a otras personas. Y eso me lo han enseñado mis padres.

En ‘Ni rey ni príncipe’ y en ‘Seré silencio’ está la parte más interior de tus letras. Eso que pasa en tu cabeza cuando piensas y que no se ve.

En esas canciones no me quejo, simplemente pido que me dejen en paz, que yo quiero ir a mi aire y no quiero que me pongan condiciones a lo que soy. Quien venga a estar conmigo que venga a construir y no a destruir en todos los sentidos. En esos dos temas, también hay entre líneas una crítica a cosas de mi raza que no comparto.

¿Como qué?

Por ejemplo, que se casan muy jóvenes. Es algo que puede ser bonito y que puede estar bien, pero no veo yo que una persona con 15 o 16 años, tanto mujeres como hombres, sepan bien lo que quieren a esa edad. A esa edad no se sabe lo que se quiere, lo único que se sabe es de romance.

¿Eres también crítico con cómo gestiona la homosexualidad el pueblo gitano?

Por supuesto que soy muy crítico también por cómo se afronta la homosexualidad en el mundo gitano. En esa canción hay mucha información, pero cada uno la identifica de una manera. Pero también claro que está eso, por supuesto.

Lo del matrimonio de la electrónica y el flamenco ¿es algo que ya se ha normalizado?

La electrónica está muy sutil en el disco. Ahora está la moda de hablar de la electrónica, pero siempre ha estado ahí. En los discos de los 70 y los 80 hay electrónica por todos los lados. Los Chichos, las Grecas, el Zíngaro… Y podría decirte muchos más grupos y cantantes. Lo que pasa es que ahora tenemos mucha más tecnología. Muchos más avances, como en todas las cosas. Pero yo lo que quiero hacer siempre es aportar. Da igual que sea electrónico o lo que sea… Yo si hago una cosa, lo hago porque quiero aportar.

¿Y tú qué crees que aporta la electrónica ahora?

Yo creo que nuevos sonidos. Más frescura y juventud. A la juventud le atrapa un poco más.

¿Y tú qué aportas, Israel?

Yo lo hago todo muy humildemente y de corazón, porque soy un enamorado del flamenco. Lo único que he hecho en mi vida ha sido cantar sin ánimo de nada. A mí el dinero, como nunca lo he tenido, no me importa. Yo con que mi familia esté bien y tenga para comer, estaré contento. Porque cuanto más tienes, más problemas en la cabeza.

Israel Fernández actúa el próximo miércoles, 26 de julio, en el Teatro Real de Madrid dentro de la programación del Universal Music Festival. Puedes conseguir tus entradas, pinchando aquí.

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