Joana Vasconcelos mete su feminismo en el Palacio de Liria

Joana Vasconcelos. ‘Marilyn’, 2011. Dos zapatos de tacón gigantes realizados con ollas de cocinar. Ocupa el salón de baile del Palacio de Liria. Foto: Juan Rayos.

Dicen que las mujeres de la Casa Alba –desde la duquesa de pelo suelto que pintó Goya en el siglo XVIII a la televisiva Cayetana, que falleció hace 10 años, y su hija Eugenia, duquesa de Montoro– han sido siempre mujeres de alma liberada y costumbres progresistas para lo que rige en la alta alcurnia a la que pertenecen. Partiendo de ahí encontramos una interesante percha conceptual a la ‘flambeante’ exposición con la que han entrado a borbotones en el Palacio de Liria, en el centro de Madrid, las instalaciones feministas de la artista portuguesa Joana Vasconcelos. La muestra se llama ‘Flamboyant’, que quiere decir espléndido y resplandeciente, con su punto de extravagancia. Le va bien el título.

La boyante Fundación Casa de Alba acaba de inaugurar Flamboyant Joana Vasconcelos en el Palacio de Liria, un proyecto único en su historia de la mano de la artista portuguesa, una de las creadoras más destacadas del panorama artístico contemporáneo. La exposición, que podrá verse hasta el 31 de julio, inaugura un ambicioso programa de arte contemporáneo impulsado por la Fundación, coincidiendo con el 50 aniversario de su constitución, y además ha abierto más el palacio –buque-insignia de la Casa Alba– a la sociedad; ahora el público podrá visitar más estancias del regio edificio y realizar la visita libremente, no siempre con guía. Eso sí, previo pago de una importante cantidad: 23€ la entrada general (25€ los fines de semana); 38€ las visitas guiadas. Conscientes de lo subidito de la tarifa y para cubrirse un poco las espaldas, Ayuntamiento de Madrid y Fundación Casa de Alba han formalizado un acuerdo que permitirá acceder a la exposición de forma gratuita los lunes no festivos a las 10.00 h. hasta completar el aforo (sólo 40 personas). Cada lunes a las 12.00 h. se habilitará la reserva de entradas gratuitas para el siguiente lunes; estarán disponibles exclusivamente a través de la web del Palacio de Liria, siguiendo el mismo procedimiento que para la adquisición de entradas generales.

Reconocida internacionalmente por sus esculturas monumentales,
 la artista lisboeta interviene los salones y jardines del Palacio de Liria, fundiéndose con una de las colecciones histórico-artísticas privadas más importantes del mundo. Vasconcelos parece que le ha cogido gusto a llevar a palacio sus instalaciones de inspiración feminista; ya ha realizado intervenciones similares en el de Versalles, Palacio Pitti de Florencia o el de Ajuda en Lisboa, pero, todo sea dicho, esta es la primera vez que Vasconcelos lleva sus obras a un palacio habitado; ha logrado crear espacios absolutamente mágicos. Destaca la nota de prensa el diálogo que Vasconcelos establece no sólo con Tiziano, sino también con Carlos Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo: “Su propuesta expositiva en el Palacio de Liria establece un diálogo especial no sólo entre sus obras y las de los grandes maestros como Velázquez, Goya o Tiziano que pueden verse en sus salones; sino también entre la propia personalidad de la artista y la del duque de Alba, presente en los rincones de este lugar, que es también su residencia habitual”. Tras el pase para prensa el pasado jueves, el Rey Felipe VI visitó Flamboyant, pero no hemos logrado saber (porque la mayor parte de la prensa fue amablemente reconducida a caballerizas para tomar un café con bizcocho) si dialogó con la artista sobre la posibilidad de llevar sus instalaciones al habitado neo-neo-neoclásico palacio de la Zarzuela.

Nos quedamos por el momento en el de Liria, que data del siglo XVIII y fue construido principalmente por el arquitecto Ventura Rodríguez, dando como resultado uno de los palacios neoclásicos más importantes de Madrid. Residencia de los duques de Berwick y Alba desde entonces, abrió sus puertas al público en 2019, “con el objetivo de compartir con la sociedad su gran patrimonio histórico-artístico”. La intervención de Joana Vasconcelos en el palacio se distribuye a lo largo de sus principales salones. “Al situar mis trabajos en estas estancias, invito al visitante a sentir el palacio como un participante activo en un diálogo artístico transformador”, explica la artista.

Joana Vasconcelos. 'Corazón Independiente Negro' Colección del Music. León. 2006. Esta obra ocupa el 'Salón Español' o de los Velázquez del Palacio de Liria. Foto: Juan Rayos.

Joana Vasconcelos. ‘Corazón Independiente Negro’. Colección del MUSAC, León. 2006. Ocupa el Salón Español, o de los Velázquez, del palacio madrileño de la Casa Alba. Foto: Juan Rayos.

Joana Vasconcelos en la capilla del Palacio de Liria con la obra 'Flaming Heart', perteneciente a su propia colección.

Joana Vasconcelos, en la capilla del Palacio de Liria con la obra ‘Flaming Heart’, perteneciente a su propia colección.

Influenciada por el Nouveau Réalisme, la obra de Vasconcelos se caracteriza por querer reconectar el arte con la vida a partir de materiales cotidianos o artesanales, como azulejos, bordados tradicionales o cerámicas, muchas veces descontextualizados a partir de la escala y el uso del color. “Su obra es siempre cercana, involucrando y emocionando al espectador con un sentido del humor o de la ironía que no tiene nada de distanciamiento cínico. Su impacto es visual –su colorido y su barroquismo–, y también emocional”, explica Enrique Juncosa, encargado de los textos del catálogo. “Actualiza el concepto de las artes y oficios para el siglo XXI, estableciendo un diálogo entre la esfera privada y el espacio público, el patrimonio popular y la cultura refinada. Cuestiona el estatus de la mujer, la sociedad de consumo y la identidad colectiva”.

La artista se ha hecho famosa en las últimas décadas por emplear objetos cotidianos asociados a las tareas domésticas de la mujer –cacerolas y planchas–, la feminidad –pendientes y zapatos de tacón– o el más íntimo universo femenino –su célebre lámpara gigante hecha de tampones; esta pieza no está en palacio–, descontextualizándolos y cambiándolos de escala para llamar la atención sobre la invisibilidad o visibilidad de florero a las que a lo largo de la historia se ha sometido a la mujer, así como sus tareas; de ahí la reivindicación del ganchillo (o croché, que queda más fino), una de sus principales señas de identidad, con que en Flamboyant recubre desde un piano a esculturas femeninas y cerámicas de perros y lobos. Todo con la intención de resignificar lo que tradicionalmente se ha entendido como femenino.

Para la ocasión –en la rueda de prensa explicó que el proceso creativo se ha alargado más de un año y la instalación varias semanas–, la flamboyante artista ha seleccionado más de 40 de sus obras, que se integran en las diferentes estancias del palacio, algunas de ellas no visitables hasta ahora, como la capilla, el salón de música y los jardines. “El Palacio de Liria no es un almacén de historia, sino un espacio vivo que se adapta a los contextos contemporáneos sin dejar por ello de preservar su esencia”, ha señalado Vasconcelos. Y el actual duque de Alba: “Esta exposición representa un momento trascendental para la historia reciente del palacio de Liria. Al igual que mis antepasados, que convivieron y apoyaron a los artistas más notables de cada época, como duque de Alba, es para mí casi un deber abrir mi casa al arte contemporáneo con una de las artistas de referencias a nivel mundial. Con esta intervención, los retratos de mis antepasados firmados por grandes maestros como Goya, Tiziano, Rubens, Zuloaga y Madrazo convivirán con la sorprendente obra de Joana Vasconcelos, uniendo pasado y presente”. Todo muy polite, como corresponde a palacio.

Joana Vasconcelos. ‘Carmen’. Colección Particular, Oporto. 2001. En la biblioteca del Palacio de Liria. Foto: Juan Rayos.

Joana Vasconcelos. Valkyrie Thyra. Colección de la artista 2023. En el hueco de la escalera del Palacio de Liria. Foto: Juan Rayos.

Joana Vasconcelos. ‘Valkyrie Thyra’. Colección de la artista, 2023. En el hueco de la escalera del palacio madrileño. Foto: Juan Rayos.

Joana Vasconcelos. ‘Matilha (jauría)’. Fundación Helga de Alvear, Cáceres. 2005.

Joana Vasconcelos. 'Piano Dentelle', colección de la artista. 2016.

Joana Vasconcelos. ‘Piano Dentelle’, envuelto en ganchillo. Colección de la artista. 2016.

El recorrido de Flamboyant arranca en el exterior con el anillo de compromiso Solitario, hecho con llantas doradas de coches de lujo y vasos de whisky, y en el zaguán de palacio con dos leones: Vigoroso e Poderoso. Estos guardianes realizados en cemento y recubiertos con croché sirven como punto de partida del itinerario, que conduce al visitante por los rincones más íntimos del edificio, como la capilla del palacio, decorada con lienzos de Josep María Sert y por primera vez abierta al público, donde se sitúa Flaming Heart (2019-2022), un flambeado corazón flamboyante en el corazón del palacio.

Un ejemplo de cómo el trabajo de la artista dialoga con la historia y colección del palacio se encuentra en la obra Carmen (2001), una impresionante lámpara de hierro recubierto de terciopelo negro y de la que cuelgan varias hileras de pendientes de aro de distintos colores como los que usan las bailaoras sevillanas. Esta obra se ha instalado en la biblioteca, donde se conserva una carta manuscrita a la condesa de Montijo de Prosper Mérimée, autor de la novela homónima que Georges Bizet adaptó a ópera, en la que se inspira esta obra. La pieza incorpora la voz de María Callas cantando la famosa aria L’amour est un oiseau rebelle.

De la tradición a lo popular y lo cotidiano, otras instalaciones destacan el valor histórico del Palacio de Liria y evocan el pasado de España, como el corazón Coração Independente Preto (2006), una de sus creaciones más conocidas, hecha de tenedores de plástico y de la que existen tres versiones: rojo, dorado y negro. Situado en el salón español, el salón de los Velázquez, la artista ha elegido su versión del corazón en negro (pertenece a la colección del MUSAC), aludiendo al característico color de la Corte española durante el Siglo de Oro. La estancia, una de las más logradas de la muestra, junto con la de la biblioteca, adquiere una energía especial –algo acongojante–, porque en ella, además de la contundente presencia del negro, suenan fados cantados por la eterna Amália Rodrigues.

De su icónica Marilyn (2011) –los enormes zapatos de tacón hechos con cacerolas y que ocupan una buena parte del salón de baile– a las más recientes Valkyrie Thyra (2023) o Familia Feliz #2 (2023), pasando por el gran lazo J’Adore Miss Dior (2013) –una obra realizada en colaboración con Dior, palacio de la costura de lujo, y hecha de frascos del icónico perfume de la Maison francesa– y que aquí cuelga deslumbrante en el hueco de la portentosa escalera. La muestra incluye, además, piezas creadas ex profeso para la ocasión. En el salón Zuloaga se podrán ver Velázquez y Goya (2024), dos nuevas obras de la serie de figuras de lobos de la artista, que en esta ocasión dialogan –o aúllan– con los retratos que Zuloaga realizó a varios miembros de la Casa de Alba y que están expuestos en el salón.

Ya terminando, y cerca del cementerio de mascotas de la Casa de Alba, los visitantes pueden acceder a los jardines del palacio, habitualmente cerrados al pueblo (o la ciudadanía, que estamos en el centro de Madrid), y admirar por primera vez La Théière (2025), una nueva obra hecha con hierro forjado –al estilo tradicional luso–en forma de enorme tetera en la que caben hasta ocho personas. Todo un viaje flambeante… perdón, flamboyante.

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