Joaquín Araújo, el defensor de la naturaleza que ha escrito 100 libros

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«Hiciste el humus, / bosque, y nos diste a todos / nombre: ¡humanos!».

Joaquín Araújo lleva 33 años escribiendo cosas así. 33 años y 100 libros. El próximo invierno alcanzará los 100 títulos publicados. Filósofo, periodista, cronista y poeta de la naturaleza. Buen momento para repasar con él tantas hojas de papel. 

Su libro más reciente, Éticas y poéticas del paisaje (editorial Tundra), es, entre otras muchas cosas, un inspirado e inspirador compendio de citas de grandes personajes de todos los tiempos que encierran verdadero pensamiento ecológico. Por ejemplo: «Solo nosotros, los humanos, destruimos lo que preferimos» (Albert Camus). También de sus propias frases que lleva décadas repitiendo, a menudo consiguiendo reconocimiento pero no eco: «En la Natura nadie hace un uso dramático del tiempo». Éticas y poéticas del paisaje se mueve entre la poesía, los aforismos, la literatura de viajes; como los meandros de un río se desliza entre muchos géneros literarios, algo que siempre le ha gustado a Araújo, y cada vez más. «Últimamente me he aficionado a analizar los pictogramas del lenguaje chino, porque encuentras auténticas maravillas, como que agua y eternidad se escriben igual, y que honesto equivale a ‘el que se alegra al contemplar el agua limpia’. ¿Hay mayor sabiduría?».

Junto a esas éticas y estéticas, acaba de publicar dos joyitas más en la editorial Gadir, Árbol (con prólogo de José Antonio Marina) y Agua, donde leemos aforismos como estos: «Resbalar ya es una rebelión», «Está siempre llena, no alberga vacío alguno», «¡Qué prodigiosa destreza la de empapar!». Dos libros muy cuidados, de pequeño formato, con poemas recogidos con su propia caligrafía, que son los dos primeros de una colección que tendrá nueve; el próximo: Aire. «Como me he visto durante toda mi vida como un poeta reprimido, le tengo especial cariño a estos libros; porque me permiten sacar esa parte de mí. A estos y a La Sonata del Bosque, un poema en prosa de 150 páginas editado en 1999 por Caja Madrid, y que ahora será reeditado por Tundra, porque me hace especial ilusión que llegue a más gente. Seguramente sean los libros a los que tengo mayor aprecio».

En el primer trimestre de 2014 verá también la luz El placer de contemplar (Editorial Turpial), todo un ejercicio de análisis poético sobre la contemplación de la naturaleza como fuente de vida, serenidad e inspiración. «He dedicado montañas de mi tiempo a contemplar la naturaleza. Este libro desarrolla la relación estética con los panoramas y la teoría sobre lo que se alcanza a comprender y sentir mirando, mirando al agua manar y correr, mirando al mar, las olas, la espuma, mirando al bosque». Será el 99. Cumplirá el 100 con una reedición y ampliación de la que fue su primera obra publicada, Todavía vivo, escrito en 1980 («recuerdo que acababa de nacer mi hijo, y a él se lo dediqué»). El libro estaba compuesto por 38 cartas escritas por otras tantas especies animales reprochándoles a los humanos su comportamiento agresivo con la naturaleza. La nueva edición incluye esas 38 cartas y otras 38 más, que han escrito esos mismos animales ahora, en pleno siglo XXI.

¿Y qué opináis esos 38 animales y tú mismo de lo que estamos viviendo?

Araújo resopla, como de no saber por dónde empezar. Y luego trata de traducirlo a palabras: «Hemos construido una sociedad que es un disparate; no me cabe en la cabeza esta resignación, esta contención; no puedo entender que no haya barricadas». ¿A qué crees que se debe? «Nos han inoculado tanta droga de consumismo, del mal llamado Estado del Bienestar…, ¡porque anda que no produce malestar ese denominado Estado del Bienestar…!, hemos consumido tal dosis de esa droga durante 30 años que la desintoxicación va a tardar en llegar, y llegará con mucho sufrimiento». ¿Salidas? «Este sistema está destrozado, pero soy un convencido de que la terapia para salir de esto es lo que nosotros, desde el ecologismo, llevamos tantos años proponiendo. O tomamos un modelo político-económico de corte ecológico o no hay nada que hacer. Suelo decir que el más atroz de los tormentos es una austeridad impuesta; pero una austeridad libremente elegida es el principio de la felicidad. Yo en eso siempre he sido muy seguidor de los proclamado por Séneca y Epicuro, que dijo: Nada es suficiente para el que lo suficiente es poco». No entrar en el juego del despilfarro consumista, del usar y tirar sin razón ni disfrute del tiempo que impone la rueda del capitalismo a ultranza, es una de las bases del movimiento ecologista, insultado durante décadas por los poderes dominantes bajo la consigna: «es que quieren que volvamos a las cavernas». Frente al radicalismo capitalista, Araújo responde: «Lo más hermoso que tenemos es el tiempo; y ellos tratan de quedárselo, de arrebatarnos nuestro tiempo».

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Joaquín Araújo comenzó a involucrarse en los movimientos ecologistas desde los 14 años; y eso que era un chico de ciudad, de Madrid, de Chamberí. Cuenta con una treintena de carnés de pertenencia a asociaciones de pensamiento verde, y da su apoyo al partido Equo, aunque no ha querido implicarse más a fondo para que no le robe el tiempo que le dedica a la naturaleza y a su finca. «Equo supera en España todas las intentonas anteriores de partidos verdes, porque cuenta con un liderazgo mucho más potente y racional, pero es aún muy pequeño, debe crecer».

Esta sociedad sigue verde de lo verde, aunque no se le puede reprochar a Araújo que no haya sembrado mil granos. Aparte de ese centenar de libros, es coautor de otros 11, ha participado en 63 volúmenes colectivos, ha escrito más de 2.400 artículos en prensa, ha dado en torno a 2.500 conferencias y ha participado en 340 documentales, entre ellos, uno aún inédito, El agua: destrezas y torpezas. Aparte de los seis años -y ahí comenzó su proyección- que trabajó con Félix Rodríguez de la Fuente, más otros cuatro, cuando ya había fallecido el maestro, reelaborando y editando el material que dejó. Además, Araújo pasa ahora el 70% de su tiempo en la finca que tiene en Extremadura, 400 hectáreas que compró en 1977 por dos millones  de pesetas -«cuando la gente me echa en cara que debía de ser millonario, siempre contesto que me costó entonces la tercera parte de lo que me pedían por un piso en Madrid; y como soy un renegado de la ciudad, preferí comprar tierra a un piso»-.

Allí, en Las Villuercas, es feliz con sus robles, su huerta, sus frutales, su rebaño de cabras, sus caballos, gallinas, perros, y un horizonte limpio, donde las casas más cercanas quedan a 16 kilómetros; y los 14.000 volúmenes de su biblioteca sobre ecología y ecologismo. «He sentido dos fuertes flechazos en mi vida: Con Ana Clara, mi mujer, a la que conocí en la Universidad. Y con esa finca, ese paisaje; cuando la compré, ni siquiera era consciente de que era tan grande».

Llegados a este punto del camino, la pregunta es obvia. Nada original, se la han hecho mil veces: ¿Pero cómo te ha dado tiempo a todo eso?

Y ese será precisamente su libro 101, que también saldrá en los primeros meses de 2014. Tratará de los ritmos de la sociedad y los ritmos de la naturaleza, e incluirá eso de lo que hablábamos, una despiadada crítica al horario laboral impuesto por el sistema capitalista. Se titulará: ¿Cómo me dio tiempo? Puede que la respuesta radique en vivir disfrutando del tiempo, que es vivir sin prisa. «Hay en el bosque una buena lección para los que no ven la multiplicidad de destinos, igualmente respetables y necesarios, que el mundo contiene» (José Ortega y Gasset). Respuestas que están en el viento, en el aire, el agua y el bosque. “En la contemplación de un árbol podríamos pasar enteramente nuestra vida» (Francisco Giner de los Ríos).

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