Joel Sartore, el fotógrafo de National Geographic que construye su Arca de Noé
El Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid acoge a partir del viernes más de un centenar de imágenes de la particular versión del Arca de Noé en la que el fotógrafo de National Geographic Joel Sartore trabaja desde hace 15 años. ‘PhotoArk’ quiere convertirse en la memoria viva de las especies animales que pueblan el planeta y al mismo tiempo llamar la atención sobre la grave pérdida de biodiversidad que estamos sufriendo y la necesidad de incrementar las medidas para proteger las especies en peligro de extinción. ‘El Asombrario Recicla’ ha hablado con Joel Sartore; nos ha contado su sorprendente historia y su proceso de trabajo. En su archivo ya atesora casi 28.000 instantáneas de unas 8.500 especies animales fotografiadas en 40 países.
A Joel Sartore de un día para otro se le cerró una puerta. Durante casi 30 años ha sido fotógrafo de National Geographic. Un fotógrafo comprometido. Los trabajos con loros y guacamayos en Sudamérica y con koalas en Australia de este fotógrafo estadounidense de 56 años sirvieron para que los gobiernos locales se comprometieran a una lucha real y efectiva en defensa de estas especies maltratadas por el hombre. Sartore estuvo en la brecha haciendo trabajo de campo durante 17 años. De pronto, todo pareció destruirse en el naufragio de una tormenta perfecta.
Hace 15 años, la víspera del Día de Acción de Gracias, Kathy, la mujer de Joel Sartore, fue diagnosticada con un cáncer de mama. La pareja tenía por entonces tres hijos pequeños, así que la incertidumbre se cernía sobre ellos. “Durante gran parte del año Kathy recibió quimio y radioterapia, lo que significaba que tenía que parar de aceptar trabajos y quedarme en casa. Algo que no había hecho en muchos, muchos años”, nos explica el fotógrafo. “Cuando empecé en National Geographic realizaba los reportajes que me asignaba la revista, podían ser dentro de mi país, cerca de casa o a miles de kilómetros, pero era un no parar. Publiqué más de 30 historias que me llevaban mucho tiempo hacer. Pero cuando Kathy enfermó estaba aterrorizado pensando que podría morir, tenía miedo de no ser capaz de criar a mis hijos, miedo de no poder pagar la hipoteca, puesto que me había estado ganando mi jornal diario haciendo esos reportajes para la revista y todo se paralizó de un día para otro”. Tenía 43 años.
Entonces comenzó a pensar cuál sería la mejor forma de abrir una ventana. Cuando tienes delante a Joel Sartore te das cuenta de que no es una persona normal, habla con determinación y mirándote directamente a los ojos. Intuyes inmediatamente que ese hombre de mediana estatura, pero fornido, nacido en Ponca City, Oklahoma, no es de los que se da por vencido fácilmente y que atesora una tozudez proverbial como una de sus grandes virtudes.
Empezó a fotografiar verduras como si fueran modelos metidas en un estudio. Espárragos, pimientos, calabacines… iluminados y sobre fondos neutros blancos o negros. Allí estaba el germen de lo que todavía no sabía que sería su nuevo proyecto. “Casi no me quedó nada por fotografiar en casa”, explica con media sonrisa, “así que tuve que buscarme otras cosas que poner delante de mi cámara”.
El zoo para niños de Lincoln, Nebraska, está a pocos metros de la casa del fotógrafo. Fue como un imán. Decidió empezar a fotografiar los animales que había allí. “Lo recuerdo bien, el primero fue una rata topo desnuda”, asegura. Paradójicamente se trata de una especie que está siendo estudiada concienzudamente porque es un animal inmune al cáncer. Esas ratas feúchas y pequeñas podrían esconder en su interior el secreto para poder curar una de las enfermedades más temidas en las últimas décadas.
Cuando quiso darse cuenta, Sartore había fotografiado todos los animales que había dentro de aquella pequeña instalación, así que decidió continuar con el zoo de Omaha, que cuenta con una de las mayores variedades de animales del mundo. Y luego otro y otro y otro dentro de Estados Unidos. Su mujer se recuperaba satisfactoriamente y, sin darse cuenta, ya disponía de un enorme proyecto entre manos. “Mis historias, que iban siendo publicadas en la revista de National Geographic duraban el mes que la revista estaba en circulación, pero el Arca de Fotos (PhotoArk), un proyecto que también llevo a cabo con National Geographic, quedará para siempre. Durará mucho tiempo después de que yo me haya ido. Se trata de un proyecto que está recibiendo la atención de muchísima gente en todo el planeta”.
Así, el trabajo que inició para mantenerse lo más cerca posible de su casa ahora le lleva a recorrer el mundo durante las tres cuartas partes del año.
Incrementar el conocimiento del mundo es el principal objetivo de National Geographic Society (NGS) desde su nacimiento hace 130 años; su primera expedición se llevó a cabo en 1890 y tenía como objetivo cartografiar el desconocido monte San Elías de Alaska. Ahora la organización llega a 730 millones de personas en todo el mundo en 171 países y 45 idiomas, a través de sus distintos canales de distribución y su asociación con 21st Century Fox. La organización sin ánimo de lucro NGS, un referente mundial en los campos de la ciencia, la exploración, la conservación y la educación, recibió el premio de Ecovidrio (entidad colaboradora de esta sección) a la Personalidad Ambiental del Año 2017.
“Soy consciente de que hay otros fotógrafos que también retratan animales con fondos neutros en estudio. Probablemente los fotografíen mejor que yo. Pero puedo decir que el Arca de Fotos es el proyecto más extenso y con la voluntad de recoger el mayor número de especies del mundo y en eso sí que es único. Haremos todo lo que podamos en 25 años de trabajo (el plazo que se ha dado National Geographic para completar las 12.000 especies que viven en zoos y parques salvajes). Solo llevamos 15 y ya tenemos un archivo de casi 28.000 instantáneas que reúne cerca de 8.500 especies animales fotografiadas en 40 países, entre ellos España. Muchas de esas especies se encuentran en alto riesgo de desaparición si no se ponen en marcha las medidas necesarias”.
Sartore y su equipo saben que no todas las instalaciones con animales del mundo guardan buenas intenciones. “Por eso realizamos un trabajo de investigación previa antes de desplazarnos. Tratamos de ir a los zoológicos que tratan bien a los animales. A los que cuidan de ellos y los mantienen en las mejores condiciones. Por supuesto que iría allí donde fuera para fotografiar a un animal si fuera el último que quedara vivo sobre la faz de la Tierra; pero en términos generales, la mayor parte de este trabajo se realiza con la ayuda de instituciones de reconocido prestigio, como el zoo de Madrid o Faunia, por poner dos ejemplos que conocéis muy bien”. Y añade: “Hemos trabajado en más de 400 zoos alrededor del mundo y te podría decir que en no más de dos me he sentido incómodo; y ha sido porque tenían el único ejemplar en cautividad de una determinada especie y en ese caso creemos que es nuestro deber ir a documentarlos antes de que sea demasiado tarde. En el arca hay fotografías de animales que ya nadie puede ver si no es en esa imagen. Al menos dos: un pez y una rana. Es un legado. Un legado para las generaciones venideras y un legado que es a la vez una enorme llamada de atención: las especies desaparecen, nos estamos cargando el planeta y tenemos que hacer algo antes de que no haya vuelta atrás”.
Al tomar este tipo de fotografías, ¿los animales sufren algún tipo de estrés? “No, es todo muy rápido. Para los animales pequeños dispongo de un estudio portátil que es como una especie de caja de tela en la que no pasan ni cinco minutos. Y los animales grandes solemos fotografiarlos contando con la complicidad de los zoos. Les pedimos que habiliten un espacio acotado, una habitación grande por ejemplo, y que durante un mes alimenten a los animales en ese espacio para que se sientan bien y a salvo. Entonces les pedimos que pinten una de las paredes de esa habitación de blanco o negro, y ya tenemos nuestro estudio hecho”.
¿El más difícil de fotografiar? Sartore lo tiene claro: los chimpancés adultos: “Son animales muy rápidos, muy fuertes y en alguna ocasión se pueden poner un poco agresivos. Son mucho más listos e inteligentes que yo y no se dejan fotografiar. He hecho a crías de chimpancés, pero los adultos, son los más complicados del mundo”
Dice Sartore que su trabajo es el mejor que pueda existir. “Viajo alrededor del mundo fotografiando las criaturas más extrañas y bellas que se puedan encontrar y de las que mucha gente no ha oído ni siquiera hablar. Tratamos de darle voz a todo tipo de animales, por pequeños que sean. Y fotografiando en estudio creo que logramos que los espectadores miren a los animales directamente a los ojos; espero que estas imágenes logren alcanzar al público desde un plano emocional. Quiero que se enamoren de esas criaturas. Porque hay algo que está claro: el ser humano no cuida aquello que no ama”.
El Museo Nacional de Ciencias Naturales, en Madrid, ha montado una sorprendente exposición con una selección de más de un centenar de imágenes que resumen el trabajo de Joel Sartore. Entre ellas, algunos de los animales retratados en España, como el lince ibérico, el lobo ibérico, el águila imperial y el oso pardo. Se podrán ver desde el 5 de octubre hasta el 5 de enero en fotografías de gran formato, pantallas y monitores profesionales.
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