Josele Santiago, poder castizo
Tras más de un año sin subirse a un escenario en Madrid, Josele Santiago ofreció el pasado sábado un concierto en el Teatro del Barrio de Lavapiés. Lo hizo el solo, sin banda que lo apoyara y el resultado fue uno de los grandes conciertos del verano en Madrid.
El madrileño Josele Santiago regresaba a la capital tras más de un año sin visitarnos, a excepción de los bolos con Los Enemigos, y demostró en solitario que está pletórico. Tocó la guitarra como un verdadero maestro. “Está sembrao”, le comenté al también guitarrista David Krahe (Los Coronas, Corizonas), quien reafirmó mi comentario. Se ganó al público del Teatro del Barrio de Lavapiés con esas anécdotas vitales que acompañan a cada canción, y con su carácter campechano (“¿La belleza? Eso es una chorrada, además todos los que conozco que abogan por ella son más feos que ná”).
Y luego están sus magníficas letras, esas historias de aguardiente, de errores y fracasos. Con la mirada de alguien que ve la vida desde la distancia y desde la inmediatez, con distintos enfoques y sin ningún tipo de autosuficiencia ni soberbia. Alguien que yerra y que sigue su camino, rectificando la trazada. Pero sobre todo Josele es alguien que lo hace todo con mucho morro y mucha guasa. Lo bueno que tiene relativizarlo casi todo (nos arrebató con “Mar de fondo”, “Fractales”, “Canción de próstata”, “Vuelo de volar”, “Sol de invierno”, “Farol” o “Luna nueva” entre otras, que aseguran ese poder de la levedad). Su voz rugosa y personal saca punta a esas historias. El sábado no echamos de menos que viniera sin sus músicos. A pesar de que sus canciones ganan con los arreglos. Pero esa versión desnuda es magistral. Nos gusta Josele en todos sus formatos (en solo, dúo, trío, cuarteto,..). Demostró su arte (ante la mirada encantada de Alberto San Juan en primera fila, uno de los dueños de la cooperativa que dirige el Teatro del Barrio), y confirmó que sus canciones resisten hasta los recortes. Y que una hora y media con Josele se pasa volando y disfrutando.
Atacó un repertorio de aúpa, sin vacilar, repasando sus cuatro discos en solitario. Y extrajo la esencia de esas canciones, de sus coplillas, que beben mucho del rythm and blues más auténtico. No faltaron esos dos sublimes homenajes a su familia en “Olé papa” y “Mi prima y sus pinceles”. En los bises arrebató con “Desde el jergón” de Los Enemigos. Un concierto redondo dónde los haya. Y pronto habrá nuevo disco de Los Enemigos.
Comentarios
Por Jorge, el 11 septiembre 2014
Que grande Josele y que grandes Los Enemigos…
Por Lorena Cabrerizo, el 12 septiembre 2014
Suscribo todas y cada una de tus palabras, Andrés. Un concierto muy hermoso, como aquel que compartimos hace ya algún tiempo de Maria Joao Pires en el auditorio, ¿recuerdas?
Un abrazo.