Juan Carlos Corazza: «En estos momentos, es fundamental unirse»
Detrás de grandes papeles representados por Javier Bardem o Elena Anaya, está él. Ayuda a preparar personajes que nos impactan. Juan Carlos Corazza lleva ahora al público un taller-montaje en torno a una obra de Shakespeare. Una experiencia que a él le hace reflexionar: “Es una obra que nos habla de cómo ser felices y de los beneficios de unirse, algo fundamental en momentos de crisis como este”.
Texto y foto: MANUEL CUÉLLAR
Juan Carlos Corazza es uno de los maestros de actores más importantes de habla hispana. Su nombre se esconde detrás de nombres como Javier Bardem, Elena Anaya, Alicia Borrachero y Jan Cornet, entre otros muchos. Es un hombre que siempre ha estado en el segundo plano, aunque su figura haya sido imprescindible para la composición de personajes inolvidables del cine. Ahora es posible descubrir parte de su forma de hacer en un taller-montaje dirigido por él mismo en el que el espectador puede acercarse al proceso de creación del actor y de la puesta en escena. “Es un montaje abierto, lo que quiere decir que yo interactúo con los actores en presencia del público y se muestra cómo la obra va creciendo y variando”, asegura Corazza, que ha elegido la obra Mucho ruido y pocas nueces, de William Shakespeare, para esta iniciativa, que se está representando en el Cuartel del Conde Duque de Madrid hasta el 29 de junio.
“Es una obra que nos habla de cómo ser felices y creo que al espectador hay que ayudarle a que mire la felicidad desde el prisma de la realidad. Aunque la realidad sea difícil, existe una profunda felicidad que es posible alcanzarse. Es una obra que trae luz. Habla de los que no se quieren unir. Y unirnos en este momento, no importa si es como pareja, como trabajadores, como proyectos… es fundamental. No estar en contra es algo muy necesario en este momento. Y Shakespeare reflexiona mucho sobre los beneficios de unirse”, afirma el director.
Los alumnos del nivel avanzado del Estudio Corazza para el Actor son los encargados de poner en pie esta obra. En un descanso de uno de los ensayos, el director nos concede esta entrevista.
Con todo lo que está cambiando todo, ¿por qué siguen siendo necesarios los actores?
Es una pregunta que yo me hago mucho. Creo que la sociedad, el ser humano siempre necesitó de alguien que exprese lo que tal vez ni la propia sociedad, ni el propio ser humano ha podido percibir o ni siquiera se dio cuenta que necesita ser expresado. El actor tiene la oportunidad de expresar necesidades de la sociedad y del ser humano de una forma creativa, sana, que inspire una salida sana a sus necesidades para la sociedad y para el ser humano.
Es decir, ¿los actores y dramaturgos deberían ser los amplificadores de las necesidades de la sociedad? ¿Podría el teatro poner un poco de orden en tanto ‘ruido’ como genera en este momento la política?
Creo que este momento que estamos viviendo es especialmente importante para juntarse, para colaborar, para encontrarse y el teatro propicia la reunión y en cierta forma el diálogo. Es cierto que hay muchos derechos a reivindicar, temas que son fundamentales e imprescindibles para el ciudadano. Pero creo que es el momento de plantearnos, también, posibilidades que inspiren una salida. Un camino.
¿Cómo ve la salud del teatro en España en estos momentos de crisis?
A veces, en momentos tan críticos como este, hay una proliferación tan grande de espectáculos, de proyectos, que no necesariamente favorecen la calidad. En las crisis se produce mucho y, a veces, buscando solo la forma. Cuidar y alimentar el contenido y la calidad de las propuestas conlleva inevitablemente reducir la cantidad de ofertas en muchos casos. Este es un equilibrio a conseguir en este momento. Muchas veces se trabaja en la forma por la forma misma, y eso es peligroso.
¿Qué le parece el éxito que están teniendo propuestas de microteatro o la creación de espacios como La Casa de la Portera en los que la experiencia teatral se vive tan cercana?
Creo que es muy rico. La gente se pone en movimiento y mueve recursos e imaginación. Es muy positivo. Creo que es una posibilidad y una salida para el camino de muchos artistas muy positiva. Es, además, una posibilidad para que el público de alguna manera se abra a propuestas que no son las más tradicionales.
¿Cómo se consigue la magia de que otra persona se convierta en un tercero sin volverse loco?
Creo que lo que me ayuda mucho es buscar la manera de que un actor, después de haber logrado hacer un personaje, se vuelva un poco mejor persona. El riesgo de volverse locos para los actores no está en el proceso creativo, sino en la otra parte. La presión, el negocio y la crítica que duele demasiado… El triunfo que a algunos los desconecta de la realidad.
¿Cómo fue, por ejemplo, el proceso de preparación del durísimo personaje de Javier Bardem en ‘No es país para viejos’?
Lo fundamental para mí en cualquier proceso es que siempre, siempre sea divertido. Eso no quiere decir que no haya momentos en que no lo sea. Pero me ayuda mucho que esté presente el sentido del humor, sin confundirlo jamás con frivolidad. Eso es algo que siempre ha estado presente en todos los trabajos que he hecho con Javier y con otros artistas. Eso no quita para que cuando se está trabajando con las dificultades, el actor pueda sufrir un poco. Un actor, como cualquier persona, puede sufrir un ratito. Es un mito eso de que si el actor sufre es porque se está trabajando mal. No pasa nada porque el actor sufra un poquito. (Ríe).
¿Es usted partidario del método?
En toda persona que se dedique a la enseñanza deben estar todos los maestros. De lo que me ocupo es de que un actor actúe, y cómo llegar a eso siempre es diferente. Yo no utilizo esa palabra, porque no siento que tenga un método. La búsqueda de un lenguaje y la propia naturaleza de mi búsqueda es que siempre sea diferente. Con cada actor es diferente. Los métodos en general, en cualquier profesión, tienen el riesgo de cerrar, de poner algo rígido.
En los buenos actores y actrices, ¿hay más talento o más trabajo?
Puede haber actores a los que les sale algo bueno muy rápido y con poca preparación. Los hay que tienen esa suerte o ese don. Creo que la riqueza de un trabajo de preparación, lo que nutre a un actor, lo que lo llena es saber que cuenta con herramientas. La preparación le da libertad y seguridad. No es una garantía para que marque gol, haciendo un símil futbolístico, pero seguro que disfrutará más que si lo deja todo librado a la mano de la musa. La buena preparación abre al actor y también a los directores.
Mucho ruido y pocas nueces. Hasta el 29 de junio en el Cuartel del Conde Duque de Madrid.
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