Kasba Music, 20 años de una discográfica de resistencia y revolución
El sello discográfico catalán Kasba Music celebra su 20 aniversario. Durante dos décadas han editado 230 álbumes a numerosas bandas, además de incontables singles y EPs. La colorista y alternativa discográfica nació en un momento en que desaparecían numerosos sellos independientes en todo el país; querían tomar el relevo a la forma de hacer revolucionaria y reivindicativa pero efectiva y sostenible, de sellos señeros como habían sido Tralla (Cataluña) o Metak (Euskadi), que, además y entre otras cosas, daban soporte a escenas locales, apoyando la cultura de su tierra.
Aunque la gestión de Kasba Music siempre ha permanecido en manos de Amparo y Joni (Joni Sahún, periodista musical, músico, productor fonográfico y mánager desde 1982; Amparo Martín, fotógrafa musical desde los años 80 hasta mitad de la primera década del siglo XXI, manager a principios de este siglo y ahora promotora discográfica), Kasba Music nunca habría sido posible sin la participación de Enric Pedascoll (director de Satélite K, dinamizador musical), Stèphane Carteaux (Stef, bajista de Color Humano, técnico de sonido y productor), Tomás Arroyos (Tomasín, teclista de Color Humano y Dusminguet, guitarrista de Fufü-ai, técnico de sonido y productor) y David Bourguignon (guitarrista de Color Humano y Radio Bemba, batería de Color Humano, Radio Bemba y Trimelón, técnico de sonido y productor).
Dedicados a la publicación de fonogramas guiándose más por el placer de apoyar a antiguos amigos, a propuestas emergentes creativas o a músicos con necesidad expresiva que por el afán de éxito comercial, la marca ha editado a lo largo de estos años a Amparo Sánchez a Manolo Kabezabolo, también a Canteca de Macao o La Kinky Beat, por citar algunos. Hemos quedado con un locuaz Joni para que nos cuente más sobre la trayectoria de la disquera y su filosofía empresarial, y para que nos detalle un poco más sobre el lanzamiento de los 11 vinilos que conmemoran el aniversario y que se están publicando a lo largo de 2024, a razón de uno al mes.
Has sido músico, promotor de conciertos, has sido manager… todo ello antes de montar Kasba, el sello. ¿Toda esa experiencia sumaba a la hora de arrancar con un sello?
Por supuesto, sumaba y no solo eso, sino que nos daba el background necesario para tener esta identidad propia. Al haber sido músico siempre hemos intentado ver los proyectos desde la visión del músico, pero sin excentricidades, llevando las cosas al suelo. Hemos tenido algunas rupturas por esas excentricidades, algunas un poco dramáticas, pero no pasa nada, es ley de vida. Como persona creadora también tengo mi ego, contra el cual lucho constantemente, y el choque contra el ego de los músicos con los cuales hemos trabajado a veces ha llevado a esas rupturas, pero ¿de qué hablamos? ¿De un 1% o 2%?
Por otro lado, pasa un poco lo mismo con los managers, solo que nosotros, desde Hace Color [empresa de management de Joni y Amparo antes de Kasba], nunca pretendimos comernos el mercado y la situación ha cambiado mucho, hoy en día hay muy pocos managers de base. Por desgracia, la gran mayoría solo juegan a caballo ganador y utilizan sus influencias para pervertir la realidad e imponer a ciertos artistas emergentes que serán futuros ganadores.
Pero lo que más nos ayudó a la hora de crear y resistir con Kasba Music es sin duda haber colaborado con nuestros dos sellos de referencia, a los que rendimos sincero homenaje cada día y a los que reivindicamos con amor. A principio de los 90 yo llevaba el departamento internacional de Tralla Records y a finales de la misma época empezamos a colaborar con Esan Ozenki con la comunicación en Catalunya. Eso nos dio la visión real del día a día en un sello independiente y nos brindó las herramientas para mantener esta barricada cultural durante 20 años.
¿Cuál es la fotografía que guardas de ese momento en que ves que se hace realidad el sello como tal?
¡Uf! La fotografía es la de la felicidad y el amor por el riesgo. Ten en cuenta que los dos primeros discos fueron el Made in Barna, de La Kinky Beat, donde había dos miembros de Trimelón, con los cuales habíamos empezado a trabajar siete años atrás desde Hace Color, y el Plou plom, de Cheb Balowski, banda a la cual siempre habíamos llevado el management y de la que además sabíamos que sería su último disco, pues antes de hacerlo sabíamos que a los seis meses se separarían. No era una apuesta muy comercial, ¿no? Pero queríamos hacerlo, reconocer esa carrera colectiva, todos esos bolos por Francia, Alemania, Italia, Países Bajos, Jordania, Argelia… La verdad es que el primer año de Kasba fue inolvidable, también las 10.000 copias vendidas entre ambos discos.
En 20 años la industria musical ha dado varios giros. Para empezar, me gustaría una breve reflexión sobre el paradigma del CD, que acabó con el vinilo y que ahora, por su propio peso, vuelve a ese clásico formato.
Nosotros siempre tuvimos una teoría, el CD, propiedad de Sony, había sido un arma utilizada para eliminar cierta competencia, esos sellos independientes molestos. Resistieron los que tenían las espaldas guardadas, dinero, o una alta capacidad de integración. Siempre creímos que el CD sería algo temporal. Hoy en día el CD ha perdido (casi) todo el sentido. La música digitalizada se escucha gratuitamente en la red. El formato es más bien cutre, plástico, de un metalizado horrible… Parece que el vinilo ganó la batalla, aunque las multinacionales vuelven al ataque y están reventando precios. Hay vinilos que no llegan a las tiendas, que solo se venden a través de la web y que tienen precios de salida de 70€… ¿Cómo se puede vender a 70€ un producto que te cuesta 4, 5 o 6 €? Nosotros no, no vendemos productos, en nuestro pequeño refugio damos salida a la cultura.
Otra reflexión sería sobre las plataformas (Deezer, Spotify, etc…) y la pérdida de atractivo que tiene el formato físico y el concepto, como obra, de ‘un disco’.
Mira, recuerda que empezamos en 2004. En 2003 había desaparecido Tralla y en 2005 lo hizo Metak (la continuación de Esan Ozenki), nuestros dos sellos de referencia… Y justo en medio, ¿qué pasó? Que unos locos crean Kasba Music siguiendo esos mismos conceptos: barricada cultural, refugio artístico. Sabíamos que era necesario utilizar esas nuevas herramientas, que como casi todas las que pone a tu servicio el capitalismo son herramientas de doble filo. De momento, parece que lo hemos conseguido. Por lo demás, la música es un reflejo de la vida. En la educación se elimina la titulación de filosofía y en la música se pasa a escuchar las creaciones en un móvil. El capitalismo es pernicioso para el conocimiento y el desarrollo pleno de la humanidad.
La última sería sobre los medios especializados en música…, la falta de prensa especializada, de prescripción por parte de periodistas… cada vez menos.
Es la continuidad de lo que te decía antes. Hoy nos prescriben Míster Google y Don Spotify, la filosofía ha muerto, ¡Viva la muerte! En teoría nos dicen que son los algoritmos. ¿Qué diferencia hay entre los algoritmos y la IA? Por otro lado, ¿alguien se cree que esos algoritmos no se dejan seducir por el dinero de las empresas multinacionales?
Empezasteis con el mestizaje, fuisteis etiqueta en ese estilo… pero el punk o el hardcore también ha tenido su peso en la balanza. ¿Es esa vuestra horquilla?
¿Disculpa? Sí, empezamos con el mestizaje y sí hemos sacado bastante hardcore punk últimamente, pero ¿en qué sello independiente, de base, que se reivindique como tal, encuentras coplas, new age, flamenco o flamenquillo, canción de autor, música de raíz, rap, trap, pop, electrónica, folk pop? Empezamos con el mestizaje de manera natural, porque llevábamos ya siete años con Hace Color, que se movía principalmente en ese ámbito (con maravillosas excepciones como Ràbia Positiva o Habeas Corpus), y últimamente nos hemos volcado bastante en el punk hardcore porque es de donde vengo y porque a nivel económico ya tenemos cierta seguridad que nos permite disfrutar sin sufrir y nos encanta trabajar con nuestros amigos. Trabajar el hardcore punk desde un concepto profesional (y el nuestro lo es) es complicado, porque implica intentar cambiar las cosas, ir un poco a contracorriente, no pensar exclusivamente en comercialización… Y durante unos años para nosotros fue complicado, por cuestión de supervivencia, pero ahora que ya no hay tanto riesgo y que tenemos una edad en la que miramos más a la jubilación que a otra cosa, nos lo podemos permitir. Pero como te decía, en estos 20 años hemos sacado casi de todo, desde discos como Leon, una especie de ópera contemporánea creada por un grupo de electrónica (The Pinker Tones) junto a un cuarteto de cuerdas (Quartet Brossa) narrando la vida del comunista soviético Leon Theremin, creador del theremin, hasta cantautores como Fito Luri o Santi Eizaguirre, pasando por la música de raíz de Solk, el trap de Spxxn P, el flamenco y flamenquillo de la recopilación solidaria Tres guitarras para el autismo (publicada en 2015 y donde aparecía una jovencísima Rosalía cuando aún era flamenca)… Sumergíos en nuestro catálogo y viajad.
Cuando empezasteis con Kasba, ¿teníais algún ejemplo en el que fijaros que admiraseis y quisieseis seguir?
Como sabes tengo la lengua larga y se me escapan las palabras hasta por las orejas, así que en realidad esta pregunta la he respondido antes, aunque en realidad el concepto correcto no es de admiración y seguimiento. A Tralla y Esan Ozenki los respetamos profundamente, y tienen muchas diferencias entre sí, claro, todos somos diferentes. Los respetamos y les rendimos homenaje, porque no podemos permitir que su atrevimiento quede en el vacío. Intentamos reflejarnos en ellos, pero sin admiración (sino con reconocimiento) y sin pretender seguir sus pasos (sino aprendiendo de ellos). Si hubiéramos seguidos sus pasos ya no existiríamos, por desgracia duraron 12 y 14 años respectivamente… Tralla era una cooperativa, en Catalunya era necesario unirse 5 personas para hacer una cooperativa, creo que esa es una de las razones de la desaparición de Tralla, un exceso de cargas económicas mensuales; en Kasba hicimos una SL que al principio gestionaba una única persona. Amparo y yo siempre hemos trabajado juntos, en esa época llevábamos Hace Color y Kasba, uno trabaja en Kasba y la otra en Hace Color, aunque nos intercambiábamos constantemente las tareas, no es que uno gestionara una empresa y la otra llevara la otra, sino que entre los dos llevábamos las dos.
Y Esan Ozenki siempre fue un sello «combativo», con una gran carga política, en cambio Kasba nunca ha tenido ese peso, esa carga, nunca ha querido hacer política más allá de la filosofía del sello, que sí, que todo en la vida es política, pero nosotros nunca hemos pedido la filiación. En Kasba hemos llegado a sacar los discos de un artista votante de Ciudadanos, una bellísima persona a quien queremos mucho y con quien siempre nos entendimos perfectamente.
A día de hoy, ¿cómo decidís para fichar a un grupo?, ¿qué tiene que tener?
No lo sabemos. Tiene que tener algo que de repente nos hace clic en la cabeza. Pero no sabemos qué es y es indefinible. A veces es la música, sí, pero no siempre. Hemos sacado discos por amistad y reconocimiento creativo del artista, por su necesidad expresiva. También por la locura del proyecto. A veces hasta por la calidad. Otro porque «si esto no lo sacamos nosotros, no lo sacará nadie y esto merece ser publicado». También por afinidad político social con nuestras personas…Los dos últimos fichajes de Kasba Music sirven como ejemplo: me encuentro en Facebook con un amigo de juventud, de cuando yo tenía 20 años y okupamos Cros 10, en el barrio de Sants, en Barcelona; él en aquella época cantaba con un grupo de hardcore gutural llamado Ghetto. 35 años después me dice que sigue cantando, pero que ahora folk, música de raíz, tradicional, de la frontera entre Catalunya y el País Valencià. Le digo que tengo un sello. Escucho su propuesta y alucino. ¡Cómo canta el cabrón! Sentimiento puro. Pues es el primer disco de música de raíz que sacamos. Y hace un año, empezamos a grabar el vinilo Catalunya explota, el único disco que hemos grabado especial para la colección del aniversario, compuesto por ocho bandas de hardcore punk catalanas y actuales. Todas, amigas personales excepto dos. Todas muy potentes. Y de repente una de esas dos bandas que no conocía personalmente me llaman la atención. ¡Por fin un grupo cercano al movimiento punk que muestra imprevisibilidad! ¿De dónde salen estas tías? ¡Pero si esto no es punk! ¡Esto va mucho más allá! De verdad hacía tiempo que el punk hardcore, sin llegar a aburrirme, no me sobresaltaba, con un catálogo clasificatorio clarísimo, los del UK 80, los del punk rock, los del hardcore California, los del crust, los del… Y, claro, estas tías reflejan cosas del pasado, pero de repente te hacen un baile country, se meten en el mundo del surf rock, te recuerdan en un tema a Jello Biafra… Joder, ¡gracias Ratpenades! Y ellas dijeron sí, y en mayo sacamos su primer álbum.
El sello lo llevas con tu compa de vida, Amparo, ¿pros y contras tiene esa cercanía y confianza?
Muchos más pros que contras, claro, pero eso va con las personalidades. Primero, sin Amparo Kasba no sería el sello ecléctico que es. Yo era un puto punkie de catálogo, que, puesto que Ramoncín me influenció en mi infancia, a lo más que llegaba era a Barricada y el rock de barrio. Llegó Amparo y me puso al día, me metió un berbiquí en la cabeza y por ese agujero empezó a entrar música… Por otro lado, yo soy un artista, una persona creativa, y muy emocional, y de repente me disparo (como este año con la colección de vinilos) y Amparo me hace ver la realidad, me devuelve a la tierra cuando vuelo demasiado alto. Vamos para 32 años juntos, de los cuales más de 25 trabajando juntos también. ¿Qué os voy a contar? Sin Amparo no somos nada, como diría La Polla Records.
Como discográfica, ¿os limitáis a fabricar y distribuir o invertís en grabaciones de grupos?
Hay de todo, cada disco es un mundo; en Kasba no hay dos contratos iguales. Lo que puedo decir es que nunca hemos hecho un contrato de más de un disco y que los contratos son mucho más garantistas hacia los músicos que hacia Kasba. Imagínate cómo es la cosa que una vez firmamos un contrato y, tras publicar el disco, a los seis meses el grupo se separó, pero el cantante puso todo su ego sobre la mesa y nos obligó a hacer un vídeo que faltaba realizar por contrato. O sea, con el grupo separado tuvimos que hacer y pagar un videoclip porque en el contrato se había firmado así. Obviamente lo hicimos, ¿eh? Siempre hemos cumplido escrupulosamente los contratos, para eso son. Pero como entenderéis, fue un sinsentido, tirar 2.000 euros a la basura para satisfacer su ego. Nosotros nunca hemos obligado a ningún artista a nada parecido, porque los contratos no lo contemplan. Y respondiendo a la pregunta, no siempre pagamos grabaciones, ni mucho menos, pero muchas veces hemos pagado grabaciones o colaborado en pagarlas.
¿Os han entrado en estos 20 años alguna multinacional para ‘apadrinaros’?
No, pero Warner nos tiene en alta estima y se ha llevado a unos cuantos artistas de Kasba, cosa que le agradeceremos eternamente, pues hemos dejado de invertir en esos artistas y en cambio han hecho crecer nuestros dividendos. Por supuesto, habríamos preferido que esos artistas siguieran trabajando desde la independencia, pero la realidad es la que es, el capitalismo empuja (a Kasba) y estira (a los artistas) y, como no somos personas puras, entendemos ciertas contradicciones. La relación, en general, entre Kasba y los músicos es de complicidad, y una cosa así, si se hace bien hecha, no crea ningún tipo de mal rollo.
Juntar en la misma categoría cultura y entretenimiento me suena algo doloroso, ¿a ti?
Has dado en el clavo de una de las cosas de las que venimos hablando mucho en estos últimos meses a raíz del 20 aniversario. Aquí, cada vez más, la música se trabaja desde el concepto yanqui de «cultura del entretenimiento»; por otro lado, el concepto cultura se trabaja mucho desde una posición elitista, «los de la cultura», aquellos seres superiores… Nosotros estamos precisamente en la otra posición, no hacemos cultura del entretenimiento y no pertenecemos a «los de la cultura», pero sí estamos en el mundo de la cultura, la cultura de base, la cultura de la calle, la cultura anti elitista, estamos posicionados en una barricada cultural que defendemos desde hace más de 40 años (antes de Kasba Music, por supuesto) y estamos consiguiendo que esa barricada sea cada vez más alta. Y hemos sido capaces de crear un refugio, en el que, si bien no conseguimos que quepa cada vez más gente, sí que conseguimos mantenerlo en pie y cada vez en mejores condiciones, con lo cual es más difícil que caiga, y eso es una gran victoria.
¿Y sabes porque no conseguimos que quepa cada vez más gente? Porque hace años Kasba decidió decrecer. Hubo un momento en que, empujados por el capitalismo, llegamos a trabajar cinco personas en Kasba. Y Amparo y yo empezamos a dejar de disfrutar, a estar agobiados con los salarios. ¡Lo mismo que pasó en Tralla! Y nos dimos cuenta de que el planeta necesitaba decrecimiento, que la humanidad necesitaba decrecimiento, y decidimos que había que decrecer. Y con el tiempo, a medida que los socios y compañeros dejaban Kasba por razones personales, Kasba no los sustituía y decrecía y un buen día volvimos a ser Amparo y yo, volvimos a publicar cinco o seis discos al año y volvimos a disfrutar de nuestro trabajo.
Celebráis este aniversario con el lanzamiento de 11 vinilos; detállanos un poco este asunto.
Hemos hecho un proyecto que nos ha llevado un año y medio de producción, con una filosofía detrás muy potente; intentaré ser breve. Es un proyecto circular que junta tres generaciones y la música de nuestro país desde 1991 hasta 2024. Y parece que no haya un hilo conductor, pero al final todos se entrelazan y forman una colección. Hay discos de homenaje a amigos músicos muertos: Jesús Arias, con el disco inédito de TNT Una bomba desactivada, José Capel, con el recopilatorio de Color Humano Zumo de vida, e Iñigo Muguruza, con el recopilatorio de Sagarroi Topa Iñigo!
Hay discos que explican el pasado de Amparo y mío, antes de Kasba, como es el doble de Fermín Muguruza en directo, que fue un concierto que montamos Amparo y yo meses antes de crear Kasba. También el último disco que grabé como músico, Dels rics i dels pobres, de PIxamandúrries, grabado en 1994, y la edición en vinilo de El lado oscuro, de Maniática, grupo al que en 1993 acompañamos en su gira por Alemania. Y hay discos que reconocen la labor hecha desde Kasba durante estos 20 años (los recopilatorios Mujeres en la Kasba y Barcelona Sound, y la edición en vinilo de Made in Barna, de La Kinky, nuestro primer disco editado). Y por último hay dos discos que podrían entrar en varias de esas categorías. Ahí está Malas tierras, trabajo inédito de Cristian Dios, grupo underground de la Barcelona de los 80 y 90 y última grabación que realizó mi hermano, Ferran Sahún, uno de los creadores de Tralla Records, y la recopilación Catalunya explota, única grabación realizada exclusivamente para la ocasión, con bandas actuales, puesto que no podíamos permitir que la colección mirara exclusivamente al pasado, Kasba siempre mira al presente y al futuro, y este disco es el futuro.
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