Keith Richards y los Stones siguen rodando y haciéndonos gozar
Keith Richards lanza la reedición de ‘Main Offender’, su disco de estudio del año 92, al tiempo que los Stones anuncian gira este año y que pasa por Madrid. Además, el guitarrista de los Rolling toca en directo y Leiva viaja a Nueva York para verlo (y nos lo cuenta de su propio teclado en esta crónica). Adelante, pasa y lee si lo que te gusta es el auténtico rock and roll.
Llevaba tiempo anunciado: próximo jueves 10 de marzo, en Nueva York. Incluso el artista británico lo promocionaba desde sus redes sociales. Las entradas se cotizaban al alza, eso seguro. Se trataba de la gala anual e itinerante que organiza la fundación Love Rocks NYC (uno de los responsables de la misma es el diseñador John Varvatos), que en esta ocasión destinaba parte del parné recaudado para la fundación God’s Love We Deliver, organización neoyorkina que se encarga de llevar comida a enfermos de VIH sin recursos, dirigiéndose otra porción del dinero para ayudar a los ucranianos. En ese cartel se anunciaba la presencia de Keith Richards and The Xpensive Winos, un acontecimiento que no sucedía desde 1993, cuando Keith terminó la gira americana de su segundo disco de estudio en solitario, Main Offender, que había sido puesto a la venta en octubre de 1992. El anuncio levantó la libido de más de un rollinga, que se apresuró a buscar vuelo y cobijo en Nueva York para poder presenciar tan magno acontecimiento. Todo era cuestión no solo de dinero; encontrar una butaca era un asunto complicado.
La gala de cuatro horas de duración de la pasada semana en la ciudad que nunca duerme se completaba con muchos artistas y celebridades del cine y la tele. Situado en una zona residencial, apartado del incesante bullicio turístico que ofrece el centro de la ciudad y sus emblemáticos lugares de visita obligada, el Beacon Theater es un distinguido teatro de la ciudad, con capacidad para casi 3.000 personas, que supone un punto de parada obligado para todas las giras de grupos y artistas destacados que cruzan Norteamérica.
Regresaban al escenario los X-Pensive Winos (borrachos caros) tras casi tres décadas de parón: Steve Jordan como baterista, que ahora lo es de los Stones tras la muerte de Charlie Watts el año pasado; Waddy Wachtel a la guitarra e Iván Neville a los teclados, estando ausentes la cantante Sarah Dash, que falleció también el año pasado, y el bajista Charley Drayton, cotizado multi-instrumentista que se encuentra de gira como baterista de Bob Dylan. Un mini set de tres canciones para ayudar a los menos afortunados, que incluyó una versión de los Stones, el mítico Before they make me run, para regocijo de los asistentes que, según atestiguan las crónicas, levantaron a todo el teatro de sus butacas. Entre esos asistentes que se separaban de sus asientos estaba un enviado especial muy distinguido y sobre todo fan irredento de Keff, que nos narra, desde dentro, cómo se vivió aquello (Ver despiece al final de este artículo).
Mientras tanto, cada vez que esto que nos cuenta Leiva sucede, los que estuvimos en aquel concierto perteneciente a esa gira del Main Offender aún tratamos de refrescar el gustazo que nos supuso su paso por la sala Aqualung de Madrid aquel lunes 14 de diciembre del 92; nunca habíamos tenido tan cerca al Stone más pirata y auténtico ni nunca más lo tendremos: un foso de escaso metro y medio, reforzado con unas vallas de las de obra vigiladas por el equipo de seguridad de la sala, se aseguraban de que nadie de los 2.000 que petábamos el recinto intentase subir al escenario para abrazar a dios. Richards sudaba bajo los focos su camisa de calaveras frente al micro mientras se desgañitaba, rompiendo cada canción del repertorio con ese tono suyo tan agudo y carismático. El recinto y las condiciones de la producción no eran, desde luego, las que manejan los Rolling Stones en sus contratos de actuación. La última vez que nos visitaron en Madrid fue en el mes de junio del 2014, actuaron en el estadio del Bernabéu, abriendo el show de aquella noche, precisamente, Leiva. Aquella se pronosticaba ya como la última vez que les veríamos en directo debido a su edad (el más joven del trío central, Ron Wood, tiene 74 años) y a que, ¡qué demonios!, son multi-millonarios y no necesitan hacer esto de nuevo; aunque como bien apuntaba Leiva, la magia de esto va más allá.
En aquella visita estaba aún Charlie vivo, pero ya se había jubilado hacía mucho Bill Wyman, concretamente en el año 1993, el paradigmático e imperturbable bajista original, sustituido desde entonces por Darryl Jones. Tuve, sin embargo, la suerte de haberles podido ver en el Vicente Calderón en junio de 1990, con la formación original y con mis 20 años casi a punto de cumplir, experiencia iniciática que disfruté como nunca.
Mientras los Winos se quitaban las telarañas en la Gran Manzana, en Madrid, ese mismo jueves, una persona de la compañía discográfica me entregaban una copia en vinilo (rojo) de la reimpresión de Main Offender, una reedición que, al igual que su anterior disco de estudio, Talk is cheap (1988), también cuenta con una versión de lujo, con múltiples y atractivos extras cuidadosamente impresos y fielmente reproducidos, que el propio guitarrista británico desveló en su Instagram y cuyo unboxing no he tenido el placer de catar; mi copia es más sencillita.
Los discos de Keith al margen de los Rolling Stones (los dos citados y un tercero publicado en 2015 y titulado Crosseyed heart, además del directo del 88 en el Hollywood Palladium), para quienes no los conozcan, son otro mundo distinto al de sus Satánicas Majestades. Al señor Richards le gusta tanto la suciedad en el sonido como los tiempos tranquilos donde se quema el incienso del soul con la mística del rock, siempre presentes sus acercamientos al reggae, elegante pero descuidado, pirata romántico; el estilo del músico inglés siempre marca la diferencia y va engarzado con la precisión de unos músicos increíbles a los que es fácil ver acompañando a grandísimos artistas, como ya indiqué en el caso de Charley Drayton.
Disfrutamos estos días de esta redición de Main Offender, mientras ahorramos para las entradas de “la última” gira de los Rolling Stones, cuyo tramo europeo se inicia en este país.
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Leiva, fan incondicional de Keith Richards
“Hace unos días fui ver a Keith Richards con los Xpensive Winos al Beacon Theater de Nueva York. Era un show benéfico compartiendo cartel con Mavis Staples, Ben Harper, Warren Haynes, Anders Osborne y más artistas. Recinto familiar para Keith, allí rodó Scorsese Shine a light con los Stones. La verdad es que llevo un buen puñado de años ya despidiéndome de él. Me encanta viajar a verle con o sin Stones, pero siempre vuelvo pensando que no será la última. Mi amiga Gabi consiguió dos butacas muy buenas bien cerquita del stage. Lo que no esperaba ni remotamente es que John Varvatos nos invitaría a asistir al ensayo el día previo al show. John es un mítico diseñador newyorker muy vinculado al rock, amigos de todos y productor de la gala. El ensayo era en el mismo teatro para unas 8 o 9 personas. Nos invitó a unos tragos de su propio tequila antes de entrar que me vinieron de cine. ¡Iba demasiado excitado! Ahí estaba el bueno de Kiff armando You got the silver, 999 y Take it so hard, con Steve Jordan y Waddy Wachtel. ¡Apasionante!
Estuvieron casi dos horas tocando y jameando. Conectados, sonrientes y súper entrañables. Keith con su sonidazo deslavazado y único, tocando poco pero certero. Con la grasa de ampli perfecta y sin pedales. Sacó dos Telecasters 53 con su clásica afinación abierta sin el Mi grave, como le enseñó Ry Cooder. También una Gibson acústica que me pareció una L-00 30’s. Steve Jordan es el jefe en el escenario y dirige el ensayo, incluso en dos ocasiones paró en mitad de alguna canción y dio instrucciones. Keith asentía sonriente, marcaba unos licks de blues con la acústica, mientras debatían el tempo de la canción. Se divierten. Parece un dato menor, pero esa es la clave de todo. Se divierten. Supongo que eso explica por qué un tipo de 78 años con sus dificultades de movilidad y todo vivido, siga rodando.
Después entramos unos minutos al backstage y crucé unas palabras con Waddy Wachtel, fiel compañero de Keith y guitarrista de los Xpensive. Fue atento y encantador.
Keith se estaba marchando ya, me dio un montón de apuro molestarle, ¡me hubiera lanzado a su cuello como un chiquillo! Pero que siga la magia.
Me gusta pensar que se cambió de ropa en una cabina telefónica y se fue volando a casa”.
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