‘La comedia de las mentiras’, el embuste como andamio de la realidad
‘La comedia de las mentiras’ se estrenó anoche en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida , con Pepón Nieto y María Barranco encabezando un cartel de estrellas para interpretar este vodevil -una remezcla de obras de Plauto- protagonizado, realmente, por el embuste como elemento catalizador
La mentira tiene muy mala fama pero, no nos engañemos, sin ella no sería posible el mundo. Las mentiras, quizás las más pequeñas mentiras cotidianas, están en la base de la buena educación y de la diplomacia, hacen que la convivencia sea más suave y fluida. Imagínese decirle todo el rato al prójimo lo que piensa usted de él “de verdad”. Viviríamos en una bronca parecida a la que se vive en las redes sociales donde la gente pasa olímpicamente de moderarse lo más mínimo, y así nos va. La mentira es el andamio que sostiene la realidad; si se retira este andamio la realidad se derrumba.
– Todo es mentira -dice el esclavo Calidoro-, ¿de qué hablamos cuando hablamos de verdad?
“Últimamente, yo creo que desde los reality shows, se ha difundido la idea de que hay que decir siempre la verdad a la cara, duela lo que duela, aunque sea una crueldad”, dice el director de la obra, Pep Antón Gómez. “La verdad es buena en ciertos momentos, pero la mentira es muy salvadora. Muchas veces diciendo la verdad entras directamente en la miseria; con pequeñas mentiras salvas la situación”. Todo esto sin entrar en la tercera categoría recién estrenada: la posverdad.
Algunos de estos peliagudos asuntos se tratan en el vodevil La comedia de las mentiras, dirigida por Gómez y co-escrita junto con Sergi Pomermayer, que se acaba de estrenar en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida y que se mantendrá en cartel hasta el 20 de agosto. Encabezan el reparto Pepón Nieto (Calidoro) y María Barranco (Cántara). ¿Es esta obra un clásico o una obra nueva? Pues las dos cosas: “Es algo así como dar una paseo por la obra de Plauto”, dice el director. “Me interesaban personajes y tramas de muchas de sus obras, así que los hemos cogido para crear un nuevo texto”. Entre las obras de Plauto sampleadas y remezcladas para la ocasión están Pseudolus, La Comedia de la Olla y Miles Gloriosus.
La acción transcurre ambientada en lo que deben ser los años sesenta, a juzgar por la indumentaria tirando a yeyé y los tresillos también de estética sesentera, como la música y ciertos efectos de iluminación, lo que crea cierta extrañeza en el sobrio y vetusto escenario de Mérida, que preside la diosa Ceres (es una de esas deslocalizaciones temporales dentro del teatro clásico que horrorizan a Javier Marías, según escribió en un reciente artículo). Ahí transcurren varias historias de enredo y comedia romántica, los sufridos amores de Hipólita (Angy Fernández) y Leónidas (Raúl Jiménez), con Tíndaro (Canco Rodríguez) y la flautista (o sea, meretriz) Gimnasia (Marta Guerras). Todo se enreda aún más con la llegada del militar Degollus (Paco Tous), hasta que la tensión de las mentiras revienta para un final donde se caen las máscaras.
No es la primera vez que Pep Antón Gómez se mete por los vericuetos de las comedias clásicas. Anteriormente dirigió el exitoso montaje de El Eunuco, de Terencio, en versión gamberra, que cosechó gran éxito en toda España acercando, de paso, los clásicos al gran público de forma divertida. También se estrenó en Mérida y también encabezó el elenco Pepón Nieto, junto con otros actores como Alejo Sauras y Anabel Alonso.
Al comienzo de la función, Calidoro hace una defensa de la comedia y en varios momentos se satiriza la gravedad de ciertos personajes trágicos grecolatinos como Hécuba, Medea o Antígona. “La comedia ha sido siempre menospreciada respecto a la tragedia”, dice el director. “Pero también se sabe que, por lo general, los que sirven para la comedia también son buenos en la tragedia y que esto no siempre ocurre a la inversa”. Vamos, que es más difícil hacer reír que hacer llorar. “Es que a mí me gusta ir al teatro y ver a la gente disfrutando mucho”, cuenta el director. “Luego me dicen algunos compañeros que mis cosas muy bien, pero que ellos son de otro tipo de teatro. Yo soy ese que hace comedia de bulevar”. El público, alrededor de 3.000 personas emitiendo unos cuantos miles más de carcajadas, disfrutó con esta comedia ligera diseñada para hacer reír por encima de otros propósitos.
Una vez más, sentados en las viejas piedras del teatro romano de Mérida, como los antiguos, comprobamos que las cosas no han cambiado tanto con los siglos. “Hemos avanzado tecnológicamente, y puede que nuestro humor sea un poco más sutil, pero en el campo de los sentimientos, no sé si para bien o para mal, no hemos cambiado gran cosa», concluye el director.
OTRAS CRÓNICAS DE ESTA EDICIÓN DEL FESTIVAL:
Las troyanas, heroicas resistentes en el espanto de la guerra.
Séneca en Mérida y Rajoy en la Audiencia Nacional, qué p… casualidad.
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