La crisis climática llega al teatro con Valladares y ‘Zumo de remolacha’
Cuando el científico Fernando Valladares y otras decenas de investigadores decidieron pasar a la acción y concentrarse ante el Congreso de los Diputados –pertrechados de zumo de remolacha– para exigir una acción urgente contra el cambio climático, aún no sabíamos que 2024 sería el año más cálido registrado por los humanos en muchos siglos, ni que una dana mataría a más de 200 personas en la Comunidad Valenciana. Aquella acción, que ha supuesto denuncias para algunos participantes y que puso el dedo en una herida que, lejos de cerrarse, cada vez es más grande, quiere convertirse en este año recién estrenado en una obra teatral gracias al apoyo popular y con el propio Valladares como protagonista.
Aquella explosión de indignación académica, que está detrás de la futura producción teatral Zumo de remolacha, tuvo lugar el 6 de abril de 2022, cuando miembros de la organización Rebelión Científica tintaron la fachada de la sede de la soberanía nacional con falsa sangre roja –en realidad, ese líquido rojizo, orgánico y biodegradable– como una metáfora de la emergencia climática a la que se enfrenta la Humanidad en todo el planeta y como protesta ante la inacción política. “Y eso es lo que queremos contar, pero desde la emoción que genera el teatro, no como una conferencia de las que doy, cargadas de datos, sino desde un escenario en el que estamos presentes y donde podemos transmitir y sentir la magnitud del desastre y, a la vez, comprender que igual que hay unas causas detrás de lo que está pasando, también hay salidas por las que tenemos que activarnos”, señala el investigador del CSIC, hoy toda una referencia en la divulgación climática.
Fue a raíz de alguna de sus conferencias en Valencia cuando miembros de la productora teatral Babel, creada en 1995, le propusieron acercar la ciencia al público, pero de una manera diferente, de modo que, gracias a las herramientas que proporciona el arte dramático, pudiera aportar información contrastada sobre la crisis climática partiendo de una buena historia. Valladares enseguida se sintió atrapado por la idea, pese a ser consciente del trabajo que le supondría convertirse en algo que no es: actor. “Intentaré ser yo mismo”, asegura.
La única forma que encontraron de poder sacar adelante el proyecto, aun siendo de bajo costo, fue conseguir la financiación popular a través de un micromecenazgo o crowdfunding, una convocatoria que acaba el día 10 de enero y que, a pocos días vista, necesita un empujón para ser realidad. Y es que esta era la fórmula más recomendable para tener absoluta libertad en los mensajes. “Estamos ilusionados con que lo vamos a conseguir. Creo que es imprescindible volver a conectar con lo presencial, que no basta con saber a través de vídeos y de las pantallas. Desde que comenzamos a trabajar en Zumo de remolacha, en septiembre, hemos vivido la dana de Valencia, un toque de atención muy fuerte”, recuerda Valladares, quien por su tarea divulgativa fue objeto, días después de aquel evento, del acoso en las redes sociales, incluidas graves amenazas.
Precisamente, la productora Babel tenía su almacén cerca de Paiporta, así que todos los materiales que guardaban dentro fueron arrasados el 29 de octubre. “La idea es que todo lo que saquemos con la obra teatral se destine a los gastos que se genera a quienes trabajan en ello, y que los beneficios que se consigan se destinen a ayudar a los 15 científicos que participaron en la acción de 2022, que fueron acusados de atentado contra el patrimonio histórico”, explica el científico.
Hay que recordar que entre los acusados se encuentran el filósofo y profesor universitario Jorge Riechmann, la astrofísica Elena González Egea, la ambientóloga Marta García Pallarés, el periodista Juan Bordera o el director del Observatorio de Sostenibilidad, Fernando Prieto. En total, nueve hombres y seis mujeres encausados, pendientes aún de juicio, pero que podrían tener que pagar multas por supuestos daños al patrimonio histórico, que se eliminaron con agua.
De momento, con un objetivo de 20.000 euros, con el crowdfunding se ha conseguido en torno a una cuarta parte al cierre de este artículo. En la plataforma LaTeuaTerra.org se ofrece la posibilidad de participar con aportaciones que no tienen un mínimo de euros, pero si un máximo de 500 (más bien dirigido a entidades colaboradoras). A cambio, según la cantidad, se recibirán diferentes recompensas a partir de los 10 euros, en algunos casos productos de una cooperativa agroecológica valenciana que tiene relación con la productora Babel.
Valladares, incansable en su batallar para abrir las mentes a la gravedad del cambio climático, tiene un mensaje claro: “Lo importante es participar para que sea realidad, porque es muy necesario que artes como el teatro se impliquen en transmitir a la sociedad lo que está pasando, que seamos conscientes de que hoy tenemos muchos parches, como reciclar o tratar de usar menos plástico, pero que no vamos a lo realmente importante, al fondo de la cuestión. En la obra, en cuyo texto trabajamos, salgo yo a contar mis miedos, mis dudas, mis reflexiones, partiendo de un hecho muy disgregador, como fue ver a un grupo de científicos como activistas, en vez de estar trabajando en nuestros laboratorios, después de que hayan pasado 50 años desde que se comenzó a hablar de este fenómeno sin hacer nada”.
No es fácil transformar tendencias con tan poderosos agarres como los que tiene el sistema que nos lleva al agujero –y basta pasearse un día de estos por los centros de las grandes ciudades del mundo para comprobar la dificultad de los discursos contracorriente– pero con esta obra, que quieren estrenar en junio de 2025, primero en Valencia y luego en otras muchas ciudades, el científico está convencido de que podrán generar “esa vibración pequeña que acaba por tirar un puente o ese efecto mariposa que hace que un revoloteo transforme el mundo. Igual Zumo de remolacha puede ser el botón de un cambio que haga pensar a más gente cada vez”.
De momento, a la espera de conseguir los apoyos económicos suficientes –“con muchos pocos de cada micromecenas podemos hacer mucho”, nos dice Valladares–, ya tiene peticiones para, si en unos días el proyecto sale adelante, la obra pueda visitar varias ciudades españolas después de su estreno en Valencia. Y allá donde no pueda ir el elenco elegido, el científico anima a los grupos locales a llevar este tema a escena, hasta que el cambio climático, sus causas, sus consecuencias y las salidas que tenemos nos impliquen a todos a la acción para frenarlo.
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