La empresa española pionera en reducir, reparar y reciclar baterías

Se calcula que el año pasado el mercado de litio, componente esencial de las baterías, fue de 700.000 toneladas y podría ser de 1,7 millones en un par de años.

La ‘guerra’ por minerales como el litio, el cobalto o el níquel, que llevan las baterías de los vehículos eléctricos e híbridos, va a más a medida que sube su consumo. Solo en 2024 se estima que el mercado de litio fue de 700.000 toneladas y podría ser de 1,7 millones en un par de años, según la consultora Mordor Intelligence. El de cobalto, unas 250.000 toneladas, la inmensa mayoría extraídas en República Democrática del Congo, donde hay un conflicto armado por ello y se saca en condiciones inhumanas. Esta y otras cifras son las que hicieron reflexionar a los fundadores de la empresa GDV Mobility, con sede en Alicante, sobre el absurdo de no reutilizar unos recursos que podían tener una segunda o tercera o cuarta vida. Hoy son de las pocas empresas en la UE que reducen, reparan y reciclan baterías, tanto de transporte como de industrias energéticas, y por ello han recibido numerosos reconocimientos.

La necesidad de no poder seguir exprimiendo la Tierra ad infinitum para tener baterías es perentoria. Y una vía para evitarlo es el reciclaje de las usadas, que podría proporcionar el 14% del litio, el 16% del níquel, el 17% del manganeso y el 25% del cobalto que Europa va a precisar para todos los coches eléctricos que quiere fabricar de ahora a 2030, según datos de Recomotor, empresa que indica que promueve la economía circular en el sector del automóvil. De momento, un sector minoritario, pues en la UE apenas se reciclan el 5% de las usadas, aunque en dos años se pretende reciclar hasta 50.000 toneladas al año para dejar de depender de China.

Al joven de 24 años Germán Agulló, CEO de la empresa pionera GDV Mobility, y a sus socios Oscar Bárcenas y Héctor Arana, que ya trabajaban en el mundo del recambio de piezas de automóviles, aquello les pareció un reto y se pusieron manos a la obra para conseguir la autorización de convertirse en gestores finales de ese residuo: las baterías de más de dos kilos. En tres años, han logrado ese reconocimiento, una planta de 7.000 metros cuadrados en Alicante, más de 50 empleados y ser una de las dos compañías en activo en la UE capaces de reducir, reutilizar y reciclar unos minerales de gran valor. Comparable a la suya, en Europa sólo hay una gran empresa en Alemania, después de que entrara en crisis la sueca NorthVolt pese a tener subvenciones milmillonarias.

“Este mes ya hemos recibido las primeras 150 toneladas de baterías y tenemos capacidad hasta para 4.000. Nos llegan de una red de 1.200 talleres, pero también de empresas que tienen grandes baterías. Solo trabajamos con las de más de dos kilos y queremos llegar este año a vender baterías por 80 MW. Nuestro reto es repararlas y una vez reacondicionadas que vuelvan al mercado, a precios más económicos que las nuevas. Ahora tenemos muchas de los coches de la DANA en Valencia, que vienen fatal por el barro. No podemos seguir desperdiciando recursos que están ahí”, asegura Germán.

La idea, tal como la explica, parece sencilla, pero no lo es totalmente. La primera ‘R’ de reducir consiste en este caso en comprobar las pilas (celdas, en este caso) que aún funcionan dentro de una batería. Un coche eléctrico de alta gama puede tener unas 7.000 celdas y no todas se estropean a la vez, explica. Con estas pilas que funcionan, reducen el consumo de material en otras nuevas reacondicionadas; cuando no pueden utilizarse así, las reacondicionan para una batería industrial, que se puede utilizar en parques eólicos o fotovoltaicos, pues tienen capacidad hasta para 7 MW y que han diseñado dentro de la empresa. 

Por último, al reciclaje destinan todo aquello que no puede ser recuperado antes de pasar por una trituradora. Tras separar aluminio o cobre, la pasta negra que queda – que generalmente se envía a China para que sea allí donde se recuperan otros minerales y nos los vendan de nuevo–, aquí son capaces de separarlo, gracias a una tecnología cuyo secreto, como hacen los chinos, guardan a buen recaudo. “Separamos níquel, cobalto y litio, y así cerramos el círculo, porque se vende luego a quienes fabrican batería de cero. Ser gestores de residuos hace que sea un negocio rentable porque nos permite re-fabricar las baterías, que de otro modo tendrían una vida útil de unos seis años”, asegura Germán.

Sorprende el compromiso de alguien tan joven, pero cuando se profundiza un poco resulta que este CEO, premio al talento empresarial Jovempa en su tierra y hasta CEO de Oro para la revista Forbes en 2022, se descubre que ya con 14 años se puso a trabajar para ayudar a su familia. Fue durante la pandemia cuando con Óscar y Héctor decidieron dedicarse a reparar patinetes y bicis eléctricas. Empezaron vendiendo recambios, luego reparando y ahora es cuando han dado el paso a la gestión de las baterías que se desechan como residuo. “No puede ser que acabe en el vertedero tantos recursos que son útiles. Cada cosa que sacamos de la tierra debe ser útil el mayor tiempo posible y nosotros demostramos que se puede”.

Algo bien deben de estar haciendo cuando, de momento, sus perspectivas son muy halagüeñas. No es el caso de la mencionada empresa sueca, NorthVolt, que hace unas semanas se declaró en quiebra, tras haber recibido inversiones de gobierno y empresas por valor de 13.800 millones de euros. Era la gran esperanza europea para no depender de China, y, de hecho, hay una empresa de este país interesada en comprarla a precio de saldo, aunque el gobierno de Suecia intenta conseguir fondos europeos que lo impidan.

La otra gran empresa de reciclaje de baterías del continente es alemana, ligada a Mercedes-Benz, y se inauguró el pasado octubre.

“Nosotros ya trabajamos con talleres y empresas de toda Europa y eso que acabamos de empezar hace poco. Tenemos recursos sobre la tierra que estamos desperdiciando, pero no tiene sentido sacar los que están debajo, con gran costo ambiental y humano, cuando con los residuos podemos tener una batería reacondicionada sale más barata. Nuestra batería de 7 MW, por ejemplo, puede acumular energía para 7.000 casas. El futuro está con nosotros”, asegura un Germán Agulló convencido de estar por el camino correcto.

 

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