‘La flecha invertida’: cartas sobre el abuso sexual en la familia

Johanne (Gravelines, Francia, 1973) y Jesús (Cádiz, 1973). Él, bajo el alter ego de Castro Lago, ha novelado las memorias de abusos sufridos por ella en la infancia.

En el otoño de 1998, Johanne (Gravelines, Francia, 1973) y Jesús (Cádiz, 1973) se conocieron en el campus de la Universidad de Artois, en Arras. Ella, interesada en practicar español; él acababa de llegar con una beca Erasmus para estudiar Filología Hispánica. De ese gesto nació una amistad que, muchos años después, desemboca en ‘La flecha invertida’, una novela en la que Johanne comparte su historia más silenciada –el impacto del abuso en el núcleo más íntimo: la familia– y Jesús, ya como escritor bajo el nombre de Castro Lago, la transforma en una obra literaria con respeto y sensibilidad.

La publicación de La flecha invertida coincide con un momento en que Francia se enfrenta a revelaciones estremecedoras sobre abusos sexuales, como los casos de Gisèle Pelicot o del cirujano Joël Le Scouarnec. Contexto en el que esta novela se presenta como un testimonio valiente que aborda el impacto del abuso en el núcleo más íntimo: la familia. A través de su historia y escritura, Johanne y Castro Lago ofrecen una mirada honesta sobre las secuelas del trauma y el camino hacia la sanación.

¿Cuándo comienza este proyecto conjunto?

Castro Lago: El 12 de febrero de 2023. Ese día recibí un WhatsApp de Johanne en el que, con cariño y cierta intriga, me decía que quería hablar conmigo, pero no solo con Jesús, sino con Jesús el escritor. Su mensaje despertó en mí una intuición sobre lo que quería pedirme, aunque no conocía los detalles. Le respondí enseguida que sí. Durante meses, escuché su historia y tomé notas de lo que me contaba. Al principio no sabía qué forma darle: tal vez un poema, quizá un cuento… Pero con el tiempo comprendí que tenía entre manos un material poderoso, y que la mejor manera de darle voz era a través de una novela.

Johanne: Quería romper el silencio familiar y sacar a la luz una historia que solo yo cargaba, aunque eso implicara enfrentarme sola a quienes preferían callar. Hoy, dentro y fuera de mi familia, algunos por fin reconocen la verdad, pero ha llevado tiempo. Durante años creí que no era posible hablar, que nadie escucharía. Sin embargo, ahora que la novela resuena en otras personas y genera conversaciones necesarias, sé que hice lo correcto. No me arrepiento. A veces me avergüenza el miedo, o el pudor, que sentí al pedírselo a Jesús, como si mi historia no mereciera ser contada, como si, al decirla, fuera yo quien rompía algo.

¿Qué provocó ese punto de inflexión, sumar lo literario a lo personal?

Johanne: Él desconocía esta parte de mi vida. Pocas personas se atreven a hablar de una agresión, y a menudo se exige a las víctimas que detallen su dolor para ser creídas. Pero esta historia no trata de la agresión en sí, sino de lo que viene después, las secuelas, las cicatrices invisibles y el proceso de superación. Contársela a Jesús fue una motivación clave. Él supo ver más allá del dolor y reconocer algo esencial, la esperanza que, con el tiempo, he aprendido a ver en mí.

Castro Lago: Fue su forma de contarme lo vivido lo que me llevó a dar el paso. No transmitía solo dolor, sino también resistencia y capacidad de mirar el pasado sin quedar atrapada en él. Entonces comprendí que la literatura no solo narra, puede profundizar, abrir reflexión y conectar experiencias individuales con otras voces. Así nació La flecha invertida, como una búsqueda en transformación. Su historia no era única, muchas personas han vivido lo mismo en silencio. Escribirla fue más que una decisión literaria, fue una necesidad moral de dar voz a quienes aún no la tienen.

¿Podría considerarse literatura de autoayuda? 

Castro Lago: Si entendemos la autoayuda como un libro de consejos y halagos, La flecha invertida no lo es. Es una novela que remueve y confronta, porque da voz a una realidad silenciada, el abuso de un padre a su hija. No ofrece soluciones, porque cada proceso de sanación es único. Cada persona carga su propia historia, y lo que repara a una no sirve a otra. La literatura no da respuestas, pero abre preguntas, y a veces eso es lo que más ayuda.

¿Cómo ha sido el proceso para mantener la realidad e integrar en ella una ficción que no la desvirtúa?

Castro Lago: Como escritor, necesito inventar. No soy cronista ni periodista, profesionales que quizás se habrían limitado a narrar los hechos con precisión documental. Mi objetivo no era recopilar datos, sino construir una novela que, aun siendo ficticia, no traicionara la verdad esencial de lo vivido. Porque la historia real no se reduce únicamente a lo que hemos desvelado, una agresión sexual en el núcleo familiar, sino también a todo lo que vino después: los silencios impuestos, los secretos familiares que emergen con el tiempo, el peso de la memoria y, en medio de todo ello, el descubrimiento del amor y de nuevas formas de sostenerse en la vida.

En la novela, cada carta es una manera de reconstruir el pasado y darle un sentido distinto en el presente. El desafío era integrar la ficción sin desvirtuar la realidad. Para ello, inventé situaciones que nunca ocurrieron, pero que podrían haber sucedido, como me dijo Johanne al leer el primer manuscrito. Esa fue la confirmación de que había logrado lo que me propuse, no tanto ceñirme a los hechos exactos, sino capturar la verdad emocional de la historia

Johanne: Es una historia aún abierta. Durante el proceso de escritura ocurrieron acontecimientos importantes que transformaron el relato mientras le hablaba a Jesús sobre otros temas que en su momento consideré prioritarios. No obstante, él supo captar su esencia e integrarlos con naturalidad en la narración. La novela me ha ayudado a sentirme aceptada, a poner en palabras lo que durante tanto tiempo permaneció en la sombra. Sin embargo, el verdadero trabajo interno no se completa con la literatura, sino con la realidad. 

Dos elementos fundamentales de ‘La flecha invertida’ son su estructura epistolar y el profundo simbolismo en su trama de los caracteres chinos, ¿a qué responden estos recursos? 

Castro Lago: Al principio escribí la novela en primera persona, pero pronto vi que no funcionaba, era la historia de Johanne y debía ser ella quien la narrara. Consideré un diario, pero lo descarté porque la historia abarca más de 40 años. Fue entonces cuando opté por la estructura epistolar que, aunque parezca anacrónica, encajaba perfectamente. Las cartas aportan inmediatez, intimidad y están dirigidas a personas que, en distintos momentos de su vida, pudieron ayudarla.

En cuanto a los caracteres chinos, Johanne estudia japonés, pero como ese idioma me era ajeno, usé el chino, que había intentado aprender tiempo atrás. Seleccioné cien ideogramas que encajaban con la historia y los asigné a distintos momentos. El propio título, La flecha invertida, proviene de uno de ellos.

Ahora que ‘La flecha invertida’ ha llegado a las manos de los lectores y empieza a generar reacciones, ¿cómo estáis viviendo este momento y qué os está sorprendiendo o emocionando más del impacto que está teniendo?

Johanne: Ha sido una experiencia muy intensa. Admiro profundamente lo que ha hecho Jesús, porque el libro no solo cuenta una historia inspirada en mí, el libro soy yo. Recibirlo fue un golpe emocional. Sentí orgullo, pero también un dolor profundo, lo silenciado durante años ahora era tangible. Tardé semanas en leerlo entero. No es lo mismo ver fragmentos en pantalla que tener tu historia completa en papel. Me generaba ansiedad, me enfrentaba a heridas aún abiertas después de tantas veces en que se me pidió que callara.

Castro Lago: Muchas mujeres me han dicho que se han sentido identificadas con la protagonista. No necesariamente porque hayan vivido una agresión, sino porque las emociones que la protagonista expresa (el miedo, la culpa, la soledad, la necesidad de reconstruirse…) son emociones reales a las que he intentado poner palabras con toda la honestidad posible. Pero también he recibido mensajes de muchos hombres que me han dicho que se han emocionado con la novela, que les ha removido por dentro. Es clave que los hombres se acerquen al dolor que muchas mujeres cargan y asuman su responsabilidad, no solo evitar el daño, sino también acompañar, reparar y ayudar a cerrar heridas que otros dejaron.

El hecho de que tengáis diferente idioma nativo ¿os ha supuesto una dificultad para transmitir cuanto deseabais compartir?

Johanne: El español es mi segundo idioma, pero hay cosas que no consigo expresar en francés. En español me resulta más fácil decirlas, pesan menos en el corazón y en la mente.

Castro Lago: Cuando Johanne me hablaba en español, su historia me hería; era imposible mantenerse al margen. En francés, al traducir, sentía distancia, como si trabajara sobre otra historia. Pero al empezar a escribir, el dolor se volvió constante. Durante dos años, el dolor y el amor de Johanne habitaron mis pensamientos sin descanso.

 ¿Y cómo ha recibido tu entorno la existencia de este libro?

Johanne: En mi familia solo hablo de esta historia con mi hermana mayor. Nunca ha mencionado nada de forma directa, pero en las últimas semanas, con la publicación del libro y mi viaje a Madrid para asistir a la presentación, ha empezado a interactuar con todo lo que comparto en redes sociales. Quiero pensar que, con ese gesto silencioso, está legitimando mi historia. Y eso, de algún modo, me hace sentir acompañada.

Has explorado muchas formas de expresión: poesía, cuento, novela, talleres de creación literaria, clubes de lectura… Además, vienes tanto del mundo de la filología como del arte. ¿De qué manera se conectan en ti todas esas facetas? ¿Cómo dialogan la escritura y la pintura en tu proceso creativo? 

Castro Lago: Durante un tiempo intenté compaginar escritura y pintura, pero acabé sacrificando esta última como vía profesional. Hoy pinto por placer, retrato miradas que esconden historias. La literatura, más dinámica, me atrae por lo mismo, los personajes, lo humano. En ambas busco comprender al ser humano, explorar sus heridas y cómo las enfrenta. Esa obsesión por entender lo que nos hace frágiles y resistentes atraviesa todo lo que hago.

Y ahora, ¿qué? ¿En qué estáis cada uno tras cerrar ‘La flecha invertida’?

Johanne: Disfrutar de mi vida, mi pareja, nuestros gatos y mi trabajo, mientras sigo trabajando en quererme plenamente.

Castro Lago: Ahora es cuando llega la parte en la que las personas la leen y comentan qué les ha parecido.

Deja tu comentario

¿Qué hacemos con tus datos?

En elasombrario.com le pedimos su nombre y correo electrónico (no publicamos el correo electrónico) para identificarlo entre el resto de las personas que comentan en el blog.

No hay comentarios

Te pedimos tu nombre y email para poder enviarte nuestro newsletter o boletín de noticias y novedades de manera personalizada.

Solo usamos tu email para enviarte el newsletter y lo hacemos mediante MailChimp.