La Japan Weekend de Madrid, invadida de ‘Cosplay’
La 9ª Japan Weekend de Madrid se celebró el pasado fin de semana (19 y 20 de septiembre) con récord de asistencia y polémica sobre el aforo. Este famoso evento sobre la cultura japonesa se ha centrado en esta edición en el ‘cosplay’ (disfraces) y ha crecido mucho en el sector del videojuego.
Cuando uno se acerca a las inmediaciones de algún evento relacionado con el mundo del manga/anime, lo primero que le sorprende es la cantidad de gente que parece estar celebrando carnaval fuera de fecha. Este evento denominado cosplay es la herencia japonesa que más fuerte ha calado entre los aficionados españoles. Hasta el punto de que los eventos se vuelcan, casi en exclusiva, en esta faceta.
El año pasado, como ya reseñamos en El Asombrario, vino invitado el ilustre dibujante de cómic Toshio Maeda. Este año las estrellas invitadas eran Lillyn Cosplay y Lupin Cosplay, dos hermanos daneses que llevan haciendo cosplay desde 2008 y se han hecho bastante famosos en el mundillo. El resto de invitados también era cosplayers y gran parte de los talleres estaban dedicados al arte de confeccionar un buen disfraz.
Que sea el principal reclamo no significa que sea el único, pero como es lo que tiene mayor demanda al final eclipsa a las demás actividades. Si no fuera por los puestos puntuales de ikebana (arte floral japonés) o las exhibiciones de artes marciales que se celebran en puntos poco transitados, no se vería la esencia Japó” por ninguna parte. Ni unos ramen (fideos japoneses) nos pudimos tomar.
Uno de los principales problemas es que el cosplay ha ido derivando a cosas que poco tienen que ver con Japón. En esta edición, por ejemplo, vencían por aplastante mayoría los disfraces basados en personajes de videojuegos. El sector de las videoconsolas es el que más ha crecido en los últimos años, los stands dedicados al territorio gamer se han multiplicado en las últimas ediciones. Algo raro teniendo en cuenta la ausencia de Nintendo, la gran marca japonesa del videojuego, que sí estará en la Madrid Games Week, que se celebrará del 1 al 4 de octubre.
Es cierto que se le dedicó más atención al videojuego retro, que es el que los aficionados que sobrepasan la treintena (el consumidor potencial) recuerdan con más nostalgia. En ese punto nostálgico es donde Selecta Visión apostó fuerte por un clásico de la animación que este año cumple 30 años en antena con nueva serie de televisión (en Japón) y nueva película que se estrena en España en noviembre: Dragon Ball. Los fans tuvieron un encuentro con los incombustibles dobladores españoles de la serie de animación más famosa (con perdón de Los Simpson). Más de lo mismo, sí, pero es que los aficionados al manga y el anime somos así de fieles o conformistas.
Por otro lado, hemos de hacernos eco del intenso debate que se produjo en torno al aforo. El sábado, antes de la apertura de puertas, ya estaba todo el papel vendido. Como en otros eventos sobre manga/anime que se celebran en nuestro país, y sin la necesidad de grandes campañas publicitarias, el público otaku acude en masa para compartir sus últimas creaciones cosplay y a relacionarse con amigos de gustos afines de toda la península. Ellos dominan las redes sociales y se citan con meses de antelación.
La organización tiene a un público fiel y sabe que llena sin esfuerzo. Este año habilitaba más espacio que nunca (23.000 metros cuadrados) al contar también con la segunda planta del Pabellón de Cristal de la Casa de Campo. Ante la incredulidad de los aficionados que habían pagado 12 euros de entrada y de varios profesionales, poco después de mediodía se formaban colas por aforo completo. ¿Cómo era esto posible si las taquillas ni habían abierto? ¿Se había vendido papel por encima del aforo? La incredulidad se tornó indignación entre un público por lo general bastante dócil que hacía cola ante la taquilla de invitaciones y acreditaciones para solicitar hojas de reclamaciones. Después de casi tres horas, logramos acceder al recinto.
La falta de personal impidió una mejor comunicación de lo ocurrido. Según la organización, no se vendieron más entradas de las permitidas, sino que el aforo máximo debía estar repartido entre las tres plantas, y como las dos superiores tenían menos actividades, los supervisores del evento veían con peligro que el público se concentraba en la planta baja y amenazaron con cancelar el evento si no se regulaba el aforo con arreglo a las normas de seguridad vigentes.
Esperamos que para la próxima edición se puedan solucionar estos problemas. Que se pueda volver a aumentar el aforo para que todos los aficionados a la cultura japonesa que lo deseen se puedan seguir juntando, porque estos eventos no son nada sin los aficionados.
No hay comentarios