La literatura siempre encuentra cómo sacarnos adelante en tiempos oscuros
Acaso sea una obviedad decir que el año podía haber empezado mejor. Que queremos quitarnos las mascarillas y salir a celebrar algo, empuñar una cerveza con naturalidad de domingo, abrazar a un amigo, a una madre. Que extrañamos una cuesta de enero que sea simplemente eso, algo que pasa, y que febrero será mejor. Por suerte, tenemos libros, como ‘Las voladoras’, de Mónica Ojeda, o ‘El hombre de arena’, de Hoffmann, que nos ayudan a atenuar esta sensación aciaga de perder de vista el antes y ver alejarse el después.
Por CAMILA PAZ OBLIGADO
Así, en estos días nos dedicamos en el taller a analizar algunos textos que reflexionan sobre la dureza de vivir y su contrapartida, la luminosidad de su belleza. Algunos son textos contemporáneos, como Las voladoras, de Mónica Ojeda (Páginas de Espuma), acompañada la lectura por el entusiasmo que nos convoca frente a la pantalla para conversar con la autora, que nos desvela el proceso de reflexión que es para ella el acto de escribir.
Otros textos son clásicos, como El hombre de arena, de E.T.A. Hoffmann (podéis encontrar una preciosa edición en Nórdica); en este caso no podemos reunirnos con el autor porque sería un tanto fantasmagórico, pero el diálogo en torno al texto es fervoroso y lo vuelve sumamente actual.
También escribimos: sobre el miedo, el dolor, sobre lo que cada uno puede expresar a través de la ficción. Y es que la literatura encuentra siempre su manera de sacarnos adelante en tiempos oscuros. Porque leemos, porque escribimos, somos un poco más felices. Muchos eligen, dentro de los caminos posibles, escribir sin el horizonte de la publicación, pero a casi todos nos emociona ver nuestro texto impreso, por fin fuera de nosotros, lejos de la comodidad del hogar y en busca de nuevos lectores.
Este es el trabajo que hacemos en el Taller de Escritura Creativa Clara Obligado, y ya tenemos dos colecciones. La primera, Nuevos Narradores, recoge una muestra del trabajo realizado por el taller cada dos años. A su publicación siempre le sigue un acto de presentación, una fiesta, una firma multitudinaria en la feria del libro, un picnic, y otras alegrías que la pandemia ha derribado de un plumazo. Pero este año hemos postergado muchas cosas, menos nuestro libro. No encajas es su título y allí los narradores del taller trabajan un texto en busca de su punto final. En el cuento que da título al libro, de Martín Beilin, un personaje revisa su vida frente a las cajas de su mudanza. ¿Qué es la vida sino un constante moverse, cambiarse de lugar, enterrar en cajas aquello que ya no queremos de nosotros mismos, pero a lo que no somos capaces de renunciar? Y el libro, como el taller, se puebla de distintas ópticas, estilos, modos de afrontar la escritura: geometrías familiares, formas ultrabreves, cuentos como sábanas, un mono que mira a la luna, los ojos filosóficos de una vaca, el lustre olímpico hundido en un cenagal. Nuestro minuto de promoción: el libro se puede encontrar en la librería Lata Peinada de Madrid (Apodaca, 6).
La segunda colección se llama DeLirios del taller, porque responde precisamente a eso, a accesos de locura, de espontaneidad. En 2011, mientras la vecina Puerta del Sol era tomada por los indignados, nos inspiramos en el clamor y ocupamos un cuento de Borges, y nació así Los inquilinos del Aleph. A partir de ahí han venido volúmenes sobre el humor, el cuerpo femenino o lo que surja por el camino. En marzo de 2020, encerrados en nuestras casas, encontramos el reflejo de nuestra época en el Decamerón de Boccaccio, y nos dispusimos a trabajar en nuestro propio Decamerón Veinteveinte, que se publicó en parte el pasado verano en El Asombrario y que verá la luz en febrero. Así es la vida; lo actual nos remite a la historia y la historia a la reflexión. Leemos al autor florentino, nos maravillamos con su humor en tiempos de peste, intentamos entender lo que nos pasa, si es que se puede. El taller en pleno escribe sobre el silencio, sobre el encierro, sobre la naturaleza, sobre cómo nos sentimos extraños. Leer y escribir nos devuelven a la cordura, nos ayudan a vivir.
Y vino la gran nevada. En esos días, aprovechamos el tiempo cerrando los detalles del libro, buscando erratas, organizando el índice. La nieve nos devuelve la hermosura de otra ciudad posible, sin coches, aceras amplias, blancas. Y también nos muestra el horror que acarrea la belleza: el destrozo de los árboles, el doble encierro, los carámbanos, la gestión. Myriam Cea, diseñadora de ambas colecciones, ha escogido un grabado del siglo XV y lo ha montado sobre la cubierta. En él, los personajes de Boccaccio están en semicírculo, charlan: Pampinea y Emilia comentan las ocurrencias de Dioneo, Laureta hinca el codo en el costado de Elisa, tal vez se ríe con el cuento del tonelero y su mujer, el laúd de Pánfilo en el hilo musical, historias que los protegen de la peste. La diseñadora retoca, limpia la imagen, afina el encuadre. Imprimimos una prueba. Está precioso, pensamos, va a gustar, en medio de tanto encierro por fin algo hermoso. Sopeso el volumen, le doy una vuelta, el lomo me deja de piedra: desde allí, en medio de la gran nevada, me observa un personaje que se llama Filomena. Muda, como un presagio, espera su turno para cantar.
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Taller de Escritura de Clara Obligado
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Comentarios
Por María cristina arroyave, el 14 abril 2021
Me llamó la atanción el Taller y deseo conocer más sobre el tema. Éxitos y gracias. Vivo en Medellín, Colombia.